III. Thanksgiving

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¡Bebés! Capítulo 3. Esto se va a poner intenso en el siguiente. Pero mientras, necesitan esto para entender por qué.

¡Los quiero!

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"... Sometimes I wake up by the door,
That heart you caught must be waiting for you
Even now when we're already over
I can't help myself from looking for you ..."

Set fire to the Rain fragment by Adele

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Después de aquel día, no hubo una sola palabra. Literalmente, ambos comenzamos a ensimismarnos, a reservarnos cualquier comentario o pensamiento respectivo a lo que cada uno había visto. Y lo sabía. Sabía que él había podido ver lo que yo había visto en mi cabeza, como si hubiéramos establecido una conexión remota, más allá de las palabras o de cualquier otra forma de lenguaje conocida.

No es que hubiera forma de saberlo. Yo no leía su mente. Pero podía descifrarlo en su mirada que, en un inicio buscaba la mía, pero que ahora la rehuía con fuerza, tratando de romper en vano un vínculo que no sabía que teníamos, pero que de pronto estaba allí, del mismo modo en que estaba el cielo, el sol, la tierra y todo lo existente.

Lo cierto es que lo de ser su apoyo en el curso no volvió a mencionarse. No me hizo ningún encargo en particular luego de aquel día y tampoco volvió a mirarme en clases. No volvió a detenerse frente a mi pupitre y dejó de solicitar cualquier asunto que tuviera que ver conmigo. Al final, después de casi un mes, tomó a uno de los otros dos alumnos que había mencionado en la plática de esa ocasión como su asistente y eso fue todo.

Mi dignidad no me permitía admitir que el gesto me había molestado, porque había insistido en tomarme como asistente y yo estaba segura de que el encargo extra me ayudaría al final del semestre. Pero, como para todo, yo era muy reservada y no hice ni siquiera un gesto que denotara que me había incomodado. Lo dejé pasar y seguí con mi vida.

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Por la noche, Poe comenzó a relatarle qué quería hacer en la cena de Acción de Gracias.

- Rey... Tengo el regalo perfecto para nuestro aniversario de seis meses – El joven sonrió, con su apostura morena y afable, simpática, encantadora. Sus dientes perfectamente alineados se enmarcaron en una perfecta sonrisa de labios fuertes y carnosos. De cabello ligeramente ondulado y ojos de un profundo color café, Poe Dameron carecía de la percepción para notar que algo pasaba con su joven esposa. Le sonrió de nuevo, con una seductora sonrisa que tenía el poder en Reyleen de obligarle a hacer cualquier cosa que él le pidiera – Me gustaría llevarte al Hometown Glory.

- Es el restaurante más caro, Poe.

- ¿Y? Eres mi esposa, Rey. No importa que sea caro; siempre que vaya contigo, sería dinero bien gastado. Para tu buena suerte, debes saber que mi compañía organiza la cena cada año en el mismo sitio, así que, por mi rango en ella, no pagaremos ni un centavo. ¿Ves? No hay pretexto para desperdiciar tan excelente oportunidad de ir a un sitio que sabes que te encantará y sin pagar nada – y de nuevo, su amplia y confiable sonrisa era tan encantadora, tan cálida y sincera que Reyleen simplemente no se resistió.

- Bueno – asintió simplemente y se acostó en su sitio después de desmaquillarse – Me parece buena idea entonces – y acurrucándose contra su esposo, se permitió cerrar los ojos. La nariz de su esposo husmeó entre sus rizos recién lavados que se desparramaban sobre su brazo y ella le dejó hacer. Generalmente fingía dormir cuando no tenía ganas de hacer el amor. Poe en ese sentido parecía entenderla, y sin hacer reclamos, besaba su frente y se daba la vuelta dándole la espalda. Siempre era así.

The moment for chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora