IV. Beggining of Chaos

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¡Hola! Esto es el cuarto capítulo de este fanfic y me emociona porque es aquí donde les anuncio unas pequeñas cosas interesantes.

Esta historia, un AU Reincarnation, tiene como backstory mi fanfic "Hades & Persephone", que sí se desarrolla dentro de la línea de tiempo de Star Wars, a diferencia de éste fanfic, mismo que se desarrolla en la actualidad. Por eso he usado las referencias de los "recuerdos" que comparten Rey(leen) y el profesor Ben Solo, propias de Hades & Persephone. Quienes siguen ese fanfic, van a darse cuenta que las referencias no están escritas propiamente de la misma manera, y van a encontrar datos nuevos de ese fanfic aquí también. Es como cuando conoces una sola versión de una historia donde participa más de una persona. Es evidente que hay más versiones. Así que aquí estoy intentando darles mayor perspectiva con esos pequeños nuevos datos.

Sin más, disfrútenlo. Esto se va a poner mejor.

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"...I was hopeless and broken
You opened the door for me
Yeah I was hiding and you let the light in
And now I see..."

Dressed in Black fragment by Sia

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Ellos se fueron primero del restaurant.

Toda mi atención se había concentrado en Reyleen.

Lucía hermosa en un vestido rojo obscuro, con zapatos de tacón que usualmente no le vi usar nunca en ninguna clase.

Me sentía casi como un acosador, mirándola de reojo cada día, pero sin dirigirme a ella y sin verla a los ojos ni una sola vez.

Pero en el restaurante, la cosa cambió totalmente.

Jugaba con su celular, y miraba constantemente la esquina superior, donde la pantalla mostraba la hora. Parecía un poco ansiosa y entonces, de la nada, levantó la vista y me miró.

Nuestros ojos parecieron chocar con fuerza, como las olas en el mar agitado. Sus pupilas castañas parecieron dilatarse un poco, probablemente lo noté porque lo podía ver en mi mente con claridad. Dudaba realmente que hubiera sucedido en ese instante, porque la distancia y las luces tenues hacían imposible que pudiera percibir físicamente tal detalle. Pero ahí estaba. Y una vez más, las imágenes invadieron mi mente, por segundos que parecieron una eternidad. Y ella, del mismo modo que yo lo sentí, también lo sintió. Trató en vano de desviar la vista, sin éxito, pues volvió a levantarla. Detrás de ella, un hombre apareció.

Era su esposo. Y la abrazaba, contento.

Sentí hervir la sangre que se negaba a dejar de correr por mis venas e hice un esfuerzo sobrehumano, sin saber por qué luchaba siquiera con tal impulso, para detenerme.

Era su esposo. Yo no era nadie. Y parecía tener la necesidad urgente de exigir una especie de derechos inexistentes sobre ella.

Pero esas imágenes, que habían estado adheridas a mi cabeza como sanguijuelas, permanecían allí, sin moverse un ápice, torturándome.

-... La obscuridad de una habitación. Su voz dulce, rompiendo el silencio de la noche con desgarrados gemidos de placer. El ardor de los rasguños en mi espalda, hechos con sus propias uñas. El aroma de su piel tersa y elástica estirándose y tensándose. El vaivén de su cuerpo menudo debajo de mi propio cuerpo. Su aliento discordante tocando mis labios y uniéndose al mío en una sinfonía acompasada. Su cabello cayendo sobre mi rostro, mientras su cuerpo cambiaba de posición y se movía sobre mi cuerpo, estrechando mi ser entre sus paredes cálidas. Y luego, sus gritos. Mis manos tomando sus cabellos y, halando su cabeza hacia atrás para besar salvajemente su cuello y morder sus clavículas flexionándome para lograrlo. La sensación de mis manos en la piel de sus glúteos, atrayéndola con fuerza hacia mí, entrando en su cuerpo una y otra vez, con tanta fuerza que tenía que parar de tanto en tanto. Su voz, que continuaba haciendo del silencio la más bella de las canciones, murmurando en mi oído y obligándome a murmurar profundamente en el suyo. Su risa por momentos.

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