Capítulo 2

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   A pesar del calor, Newt no soportó sentirse tan expuesto y tomó el primer suéter que tuvo mano, el azul que había comprado en la tienda.

   Partió a la plataforma sin apuro, notando como las filas tenían metros y metros de distancia con gente dejando su gota de sangre. Lo hacían para controlar que todos se presentaran y que todos figuraran en sus documentos. Seguridad de poco sentido, más que nada.

   Parados con firmeza y tensión en todo el cuerpo, así estaban todos los chicos. En ese aspecto, Newt no se diferenciaba a ellos, pero sus cabellos revueltos brillando al sol y el suéter azul resaltando entre la mayoría de chicos con simples camisas blancas seguían haciéndolo reconocible. Vio, afuera de las filas que armaban entre ellos, a familias destrozadas. Padres llorando, niños abrazados a estos con conmoción, incluso abuelas presenciando, tristes, su situación.

   Se obligó a sí mismo a permanecer indiferente. Los sentimientos debilitaban, pero esos pensamientos se fueron al carajo cuando recordó a su madre.

   Respiró hondo, mirando al frente. Justo a tiempo, una mujer de vestimenta exagerada y peinados y maquillaje aún peores salió de detrás de las cortinas. Golpeó un par de veces el micrófono con una mano enguantada en cuero, y luego se puso frente a este, su rostro prácticamente blanco por todo el maquillaje.

-¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos amigos míos! Felices juegos del hambre, y que la suerte esté siempre de su lado.- la voz chillona resonó en todo el lugar.- Ahora, directamente del capitolio, tenemos un mensaje especial.

   Newt aguantó la respiración, como un silencioso método de intentar tranquilizarse. Vio, sin embargo, a la distancia, a su madre parada, confundida, entre el resto de las familias, buscándolo. Quiso alzar la mano, quiso gritarle que estaba allí para tranquilizarla, pero sabía bien lo que conllevaba hacer algo indebido en la cosecha, sobre todo porque estaban siendo transmitidos en televisión nacional.

   La típica banda sonora del capitolio sonó en sus oídos una vez más, como todos los años. Las imágenes repetidas del video, al igual que todos los años, resfregando en sus rostros que la guerra era inútil y que levantarse solo les quitaría la poca esperanza a la que se aferraban celosamente.

   La voz de fondo, al igual que todos los años, narrando los sucesos.

-"...Y aprendimos, aprendimos juntos que la guerra no es la solución, que siempre hay otro camino. Por eso mismo, se firmó un tratado de paz, según el cual, todos los años, cada distrito debía entregar dos tributos, un joven varón y una mujer, para luchar entre sí. Un solo ganador, que llenará su distrito de gloria y se verá lleno de riquezas."

   Suspiró otra vez, su molestia aumentando a cada segundo. ¿"Deben entregar dos tributos"? ¡Son personas, por el amor de Dios!

-"...Así se protege nuestra historia..."

-"Y así se salvamenta nuestro futuro."- terminó la mujer desde la plataforma, visiblemente emocionada.- ¡Adoro esa frase!

   'Adoro tu optimismo teniendo en cuenta de que en unas semanas, los jóvenes que conozcas este año estarán muertos.' Pensó, malhumorado. Quería volver con su madre, verla así de ansiosa lo inquietaba, teniendo en cuenta de que ella nunca demostraba muchas emociones.

-Y bien, como todos los años, empezaremos con las damas.- se acercó al recipiente transparente que tenía todos los papeles con los nombres de las mujeres. Movió su mano con lentitud, como probando qué lado la llamaba más, pero posiblemente, (o eso pensó Newt), en una cruel manera de poner más nerviosas a las chicas.- Y la elegida es... ¡Tina Goldstein!

   El silencio que se hizo decía más que una muchedumbre gritando con furia. Alivio, miedo, culpa de las mismas personas que se relajaban, una familia llorando de fondo, sollozos, felicidad triste de aquellos que tenían su último año y no debían pasar por eso nunca más.

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