Capítulo II.

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Despierta.

Habían pasado diez mil años, en ellos Zarkon se encargó de conquistar más de la mitad del basto universo, ampliando su ejército y robando quinta-esencia a los planetas y seres esclavizados.

No todo estaba perdido, aún había fuerzas rebeldes que se encargaban de proteger a quienes podían, dando la cara contra el mal.

En ese entonces los alienígenas de piel morada buscaban los seis leones de voltron a como de lugar, los necesitaban.

Una nave Galra se encargaba de realizar expediciones cerca de la estrella Noxus, dicha estrella formaba parte de un sistema solar de tres planetas inhóspitos, cada uno con condiciones climáticas que los volvían planetas peligrosos e inhabitables, por ello los Galra se Mantenían lejos, a pesar de saber que ahí fue el último lugar donde se vió a la leona blanca antes de desaparecer.

Primero estaba Tandarus, un planeta cuya composición gaseosa tóxica era altamente flamable, los sistemas de comunicación y radares se volvían inútiles en él, naves entraban pero difícilmente salían.

El segundo era Tonar, este planeta tenía intensos huracanes ácidos que nunca terminaban, considerando que estaba completamente cubierto por kilómetros del mismo ácido. Ninguna nave podía aterrizar en ellos pues apenas tocaban el ácido, los metales que formaban sus naves comenzaban a deshacerse.

El último era Narus, este planeta estaba totalmente congelado, con una constante tormenta de filosos trozos de hielo destruyendo las naves de quienes se posan en él, con la excepción de cierto día del año, cuando la calma llegaba, quedando solamente una fuerte tormenta de nieve común, pero finalizado el día automáticamente empezaba la peligrosa tormenta.

El comandante Sendak lideraba la expedición, mandó grupos de cinco cazas para explorar cada planeta, sin embargo, como era imposible entrar en ellos utilizaban unos radares que Sendak había desarrollado obligando a un grupo de científicos que él mismo se encargó de esclavizar, era la primera vez usaba aquel radar, no sabía si serviría o no, tan sólo esperaba le dijese dónde estaban los leones, o al menos su posición más cercana.

–Si llegan a detectar algo deberán avisarme enseguida.– Su profunda voz llegó a sus soldados, quienes luego de las clásicas palabras "Vrepit Sa" salieron en sus naves cazas para investigar los tres planetas del lugar, pasada una varga recibió la noticia de Tandarus, recibiendo una respuesta negativa de este, los cazas volvieron a la nave.

Unos Doboshes más tarde en Tonar le dieron la misma respuesta. Furioso, Sendak lanzó un golpe al panel de control, pero su ira bajo cuando escucho la respuesta del último planeta.

–Comandante Sendak, los radares indican que en Narus hay un león, pero la tormenta destruiría nuestras naves, podremos entrar hasta pasado un phoep.–

Sendak lo sabía, pasado el phoep la tormenta se calmaría, lo pensó un poco, la espera sería larga, pero le daría la oportunidad de conseguir el equipamiento para sacar al león. Una sonrisa llena de orgullo adorno su rostro, lo había logrado, encontró uno de los leones de voltron, por algo era la mano derecha de Zarkon.

Los quintantes pasaban, Sendak se encargó de que ningún otro Galra lo supiera, quería la gloria para el solo. Había conseguido las herramientas necesarias para sacar al león de Narus, ya tan solo quedaba esperar a que la tormenta se calmara para poder aterrizar.

El Galra estaba ansioso, quería ese león en sus garras, pero no era tonto, sabía que no podría acceder a él si el planeta seguía en esas condiciones, por ello tan solo quedó cerca del cuadrante cumpliendo otras misiones, pues aún tenía trabajo en otros planetas.

Voltron: La Leona Blanca. [Keith x Lectora.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora