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—¡Navidad! ¡Navidad! Tío Gyeom es navidad —gritó su pequeña sobrina corriendo hacia él. Yugyeom la tomó en brazos y la hizo girar en el aire haciéndola chillar de felicidad.

—¡Feliz navidad, hermosa!

—¡Me han dado muchos legalos! —dijo la pequeña encantada.

—¿En serio? Enséñame —la niña encantada lo arrastró hacia una pila de juguetes esparcida por todo el salón. Deseándole feliz navidad a todos, Yugyeom se sentó en la alfombra mientras Gahyeon le mostraba sus tesoros. En un rápido escaneo a la habitación, se dio cuenta de que sus padres estaban sentados en el sofá juntos, su hermana y su mujer junto al árbol tratando de armar un juguete y su escaneo terminó cuando encontró a Youngjae junto a la ventana, mirando hacia afuera con una taza en las manos. Era el único vestido, era tradición en ellos que la mañana de navidad se quedaran en pijama, pero Youngjae obviamente no lo sabía, así que vestía pantalones oscuros y un polo rojo. Su boca se resecó ante la imagen, y se sonrojó al recordar lo de anoche. Había huido como un cobarde, ¿pero podían culparlo? Claro que había sentido pánico, era un novio falso, ¿cómo podría tener sexo con él? Por más que su cuerpo lo deseara no debía hacerlo.

Su sobrina reclamaba su atención, pero no podía evitar mirar de vez en cuando al otro hombre, anoche lo había sentido entrar en la cama, pero él no hizo intento de acercarse. Yugyeom había estado preocupado de que él intentara algo pero sus nervios fueron en vano, simplemente habían dormido y esta mañana no lo había escuchado salir, y ahora estaba tan nervioso de acercarse.

Cuando Jaebeom y Mark entraron en la habitación y Gahyeon corrió hacia sus tíos, Yugyeom aprovecho la oportunidad para escapar y acercarse a Youngjae. Lo menos que deseaba ahora es que hubiera murmuraciones si su familia pensaba que habían discutido por algo.

—Feliz navidad —odió la inseguridad en su voz. Youngjae lo miró y le sonrió, como si anoche no hubiera pasado nada. «Es un profesional, Idiota tiene que representar un papel».

—Feliz navidad— respondió el inclinándose para darle un beso en los labios.

Yugyeom nervioso dio un paso atrás.

—Creo que debo darte tu regalo —se acercó al árbol buscando la caja y se lo entregó con manos temblorosas, él lo tomo y le sonrió.

—También tengo un regalo para ti —la sorpresa en la cara de Yugyeom fue más que obvia, no se lo esperaba. Youngjae le entregó una pequeña cajita, de unos quince centímetros de largo por cinco de ancho y tres de alto.

—No debiste molestarte.

—Por supuesto que debía, feliz navidad bebé —Youngjae lo besó nuevamente y se alejó rumbo a la cocina. Yugyeom lo observó marcharse, no parecía molesto por lo de anoche, no sabía si eso le molestaba o le preocupaba. Miró hacia la cajita, y antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, Yugyeom desgarró la envoltura y la abrió. Una caja de terciopelo negro apareció, al abrirla pensó encontrarse una lapicera, o un reloj tal vez, pero era un brazalete de cuero trenzado con dos líneas de cuerdas a los lados al estilo punk, era hermosa y masculina. Le llamo la atención que, en el centro, un atrapasueños, ¿Por qué le regalaría algo así?

Más tarde esa mañana desayunaron en un ambiente familiar relajado, Youngjae estaba haciendo un buen trabajo en relacionarse con su familia, realmente era muy bueno en fingir quien no era, pero vagamente Yugyeom se preguntó si en realidad estaba fingiendo, o era lo que a él le gustaba pensar. Su lado racional le decía que, por supuesto él estaba fingiendo, que a eso se dedicaba después de todo y Yugyeom le había pagado por ello, era un profesional.

Horas después y se dio de una larga ducha para regresar al salón, pero lo encontró vacío, así que recorrió la casa por señales de vida, en el estudio se encontró con las dos personas que menos deseo encontrar, bueno, al menos no juntas. Dos pares de ojos lo miraron, Mark estaba en el escritorio trabajando en su laptop y Yugyeom estaba cerca del estante checando un libro.

acompañante [yugjae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora