Capítulo IX

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Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Al día siguiente se encontraba de nuevo a la misma hora, esperando que el Hatake se dignara a aparecer. Se sentía indignada, pero no por eso renunciaría, si eso era lo que quería el peliplata con su actitud borde lo llevaba claro, ella no retrocedería a su palabra, era su camino ninja y como tal debía honrarlo.

Lo vio aparecer media hora más tarde, a diferencia del día anterior no se dignó a saludarla. Iba leyendo el mismo libro, caminaba con la misma pose. Si no supiera que eran días diferentes pensaría que había viajado al pasado. Llegaron al campo de entrenamiento, él se colocó en el mismo lugar.

— Espero que hoy no me des un espectáculo tan lamentable — dijo el peliplata inmerso en su lectura.

Hinata no perdió tiempo en contestarle y trató, otra vez, de llegar a golpearlo. Pero el resultado fue el mismo de antes. Terminó estampada en uno de los troncos que usaban para entrenar, con algo de sangre saliendo de sus labios. La había golpeado en el estómago.

— Mmmm... patético — y sin más volvió a irse, dejándola nuevamente con su orgullo pisoteado — Recuerda volver mañana, y trata de no dar lástima esta vez —

●●●●

Toda la semana volvía a la misma hora para esperarlo, recorrían el tramo desde el puente hasta el campo de entrenamiento, palabras hirientes eran dichas por el hombre de la máscara para colocarse en posición y luego dar paso al enfrentamiento entre ambos, para acabar en el mismo resultado.

Su pálida piel estaba llena de moretones allá donde el peliplata la golpeaba en cada entrenamiento, solo su rostro se había salvado apenas de los ataques del copy-nin. Pero ese último día no estaba de suerte, porque se distrajo y el Hatake con su puño le dio de lleno en la mandíbula. Por un breve momento pudo entrever horror en sus ojos.

— Es todo por hoy, ve a casa y descansa — repitió el mismo ritual que hacía cada vez que daba por terminado un encuentro — Pon algo en ese bello rostro, es lo único rescatable que posees. Sería una pena que también se arruinara —

Resignada y adolorida se encaminó a su hogar, visiblemente decepcionada. Kō la recibió en la puerta con una mirada de lástima. Después de todo él era el encargado de espiar los entrenamientos para dar informe a Hiashi. Se sentía terrible por su protegida, y empezaba a tener cierto rencor contra el Hatake, que si bien sólo cumplía órdenes, no significaba que le agradara que un hombre maltratara física y psicológicamente a su Hime.

Al llegar a su cuarto se retiró toda la ropa y procedió a tomar una ducha, todo le dolía, su piel se veía colorada y tenía que ser en extremo cuidadosa para que no le molestara demasiado al rozarla con el jabón. Al salir envuelta en una toalla, encontró a su hermana, quien llevaba su ropa de entrenamiento, esperándola sentada a un lado de su futón. Se limitó a mirarla hasta que se animara a hablar.

— El chico perro y su cachorro te esperan en el jardín —

— ¿Por qué has venido tú a decirme tal cosa? — preguntó mientras se apuraba en ponerse su ropa.

— Vi tu rostro golpeado cuando llegaste, quería confirmar que no fuera nada grave — ese comentario enterneció a la mayor.

— No debes cuidar de mí Hanabi-chan, yo soy la mayor de las dos, y si bien me perdí un tiempo, prometo que no volverá a pasar — le dijo en tono maternal a la menor mientras revolvía su cabello con cariño.

— Ve, toma un baño y descansa — le sonrió con dulzura — Cuando despiertes comeremos juntas tu platillo favorito, yo misma lo prepararé —

— Eres la mejor Onee-sama — expresó con felicidad saliendo de la habitación.

Hinata no pudo hacer más que reír, su hermana era caso perdido. Decidió imitarla y caminar en dirección al jardín, su amigo la esperaba. Llegó a la altura de ambos y se dispuso a saludar a Akamaru primero, sin prolongar las caricias puesto que no quería que Kiba se enojara con ella.

— Kiba-kun — susurró la pálida chica mirando en dirección a un turbado Kiba.

— Gomen-na Hinata, no debí tratarte así — expresó a su amiga a quien quería como una hermana mientras hacía una reverencia marcada — No merecías ese trato de mi parte, pero yo... y-yo no podía entender el por qué nos alejabas cuando solo queríamos ayudarte —

Hinata se colocó a la altura de su amigo, quien enterraba las uñas en el suelo del jardín dejando marcas un tanto profundas. Posó su mano sobre su cabeza, invitándolo a erguirse, para después abrazarlo con firmeza.

— Todo está bien Kiba-kun — le susurraba mientras enterraba su cara en el cuello de su amigo — Ahora todo está bien —

El castaño por su lado se sentía aliviado de arreglar las cosas por fin con su compañera de equipo. La separó de su cuerpo dedicándole una linda sonrisa, que borró inmediatamente observó el moretón que tenía en su mejilla derecha.

— Hinata... ahora mismo me vas a decir quién fue el bastardo que te hizo eso — musitó de forma baja y amenazante.

La joven se apresuró a explicarle que era producto de su entrenamiento, lo invitó a comer galletas y le explicó todo lo que le había dicho a Shino días atrás. Poniéndolo al día con sus planes y de cómo iba todo. Al tiempo que le pedía que no intentara hacerla cambiar de opinión, era algo que debía hacer por su cuenta, sin ayuda de nadie.

El Inuzuka no estaba del todo convencido, más tarde averiguaría por sus propios medios quien era el desgraciado que había tenido la osadía de herirla, tenía que decirle unas cuantas cosas, sus puños estaban ansiosos por comunicarse con el sujeto en cuestión.

Dedicaron el resto de la mañana a hablar y compartir vivencias, el chico le comentó cómo iban las cosas en su clan y discutieron juntos la alocada idea de Shino sobre llevar las responsabilidades de su clan al mismo tiempo que se dedicaba a trabajar en la academia. Ambos pensaban que era una locura, pero si algo tenían claro es que lo apoyarían sin importar qué. Al fin y al cabo para eso están los amigos.


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MARATÓN 2/?

sᴜᴍɪʀᴇ | completaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora