Capítulo IV

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Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

Luego de salir de la torre del Hokage esa mañana, Hinata se dirigió con pasos lentos hacia el hospital central de Konoha, Tsunade había insistido en que ella debía hacerse exámenes lo antes posible. No tenía ganas de ser examinada a profundidad, pero la rubia le había prometido ayudarla con su nuevo cometido y aunque no lo demostrara, estaba profundamente agradecida.

Lo cierto es que la joven Hyūga había logrado tocar la fibra sensible de la mujer, la joven morena con su mirada perdida le había traído recuerdos de su juventud, específicamente sobre su amorío fallido con Katō Dan y el amor que no pudo concretar con Jiraiya, y qué decir de la vez que perdió a su querido hermano Senju Nawaki. Su mirada vacía y el sentimiento de soledad que se reflejaba en el rostro de la Hyūga era algo que la Hokage conocía de primera mano.

Al llegar al hospital coincidió con Shizune en la sala de espera, inmediatamente le indicó que la siguiera. Surcaron varios pasillos repletos de personas que se encontraban en el lugar por razones distintas. Hasta terminar en una de las salas dispuestas para chequeos de rutina que se encontraba disponible.

Bien, Hinata. Empecemos — decía la joven médico mientras la hacía pasar y sentarse en una camilla.

●●●●

Luego de algunas horas de estar experimentando con ella, Shizune le confirmó lo que de antemano sabía. Su estado de salud se encontraba inestable, levemente desnutrida y deshidratada. Pero por fortuna no era nada grave, unas cuantas vitaminas y buena alimentación iban a ser suficientes. Le había advertido sobre el entrenamiento también, no debía sobre esforzarse ni llevar todo su cuerpo al límite, ya que tendría efectos negativos en su ya delicada salud.

Saliendo del hospital una idea cruzó por su mente, y sin más se dirigió a la casa de su Sensei. Quería ver cómo estaba y qué tal iba su embarazo, también le serviría de distracción pasar un momento agradable con su antigua mentora.

Las personas en la aldea se veían plenas y en paz, como si hace algunos meses una guerra no hubiera puesto al mundo ninja de cabeza. Eso la desconcertaba un poco, el mundo seguía su curso sin importar cuánto dolor traían las pérdidas de personas amadas. Sacudió levemente la cabeza, tratando de alejar esos pensamientos.

Llegó a la puerta del hogar de su Sensei y cuando se disponía a tocar, Nara Shikamaru, quien iba de salida, apareció justo frente a ella. No le sorprendió verlo ahí, después de todo el bebé que esperaba Kurenai era hijo de Sarutobi Asuma, el Sensei del moreno.

Oh... Hinata, es bueno ver que por fin vienes por aquí — dijo perezosamente el Nara, lo típico en él. Hinata sonrió levemente.

Un gusto verte también Shikamaru-kun — el Nara se sentía aliviado de ver a la chica lejos del cementerio, la había visto más de una vez en esos meses mientras iba a visitar a su Sensei y a su padre. Se habían vuelto cercanos luego de la muerte de Asuma, todo por el cariño que ambos le profesaban al bebé que pronto llegaría.

Lo mismo digo. Bueno debo partir — decía mientras Kurenai se asomaba a la puerta, feliz de recibir la visita de su estudiante.

 ¿Tienes alguna misión? — preguntó curiosa, según sabía Shikamaru pocas veces salía de misión, ya que al volverse Jōnin la Hokage había solicitado sus servicios en la torre.

No creo que de una misión se trate, ¿No es así Shikamaru? — comentó la mayor al escuchar la pregunta de la morena, suponía el motivo por el cual Shikamaru quería abandonar su casa con tanta prisa. Hinata volteó a ver a su compañero de generación con algo parecido a una expresión de burla en su rostro.

Qué problemáticas — fue la respuesta del Nara con un tenue sonrojo cubriendo sus mejillas, para luego seguir con su camino. Dejando a dos divertidas mujeres en la puerta del hogar.

Kurenai desplazó su vista hasta posarla en su amada alumna, la veía tan delgada y frágil que le dolía en el corazón no haber estado con ella para apoyarla en su difícil situación. Se la habían encargado años atrás, alegando que era una pieza inservible para su clan. Sin embargo, ella la había visto crecer y convertirse en una mujer fuerte, valiente y perseverante. Por tal razón sentía que le había fallado.

Hinata sintió la mirada dolida de su Sensei, se colocó frente a ella y la envolvió en un abrazo lleno de aprecio. La quería como si fuera una madre, y verla llorar por su culpa le dolía.

Vamos no llores, le hace mal al bebé — comentó mientras posaba la palma de su mano en su gran tripa, sintiendo al instante los movimientos de la pequeña criatura.

La bebé querrás decir — Hinata abrió sus opalinos ojos con sorpresa — Sí Hinata, es una niña. Eres la primera en saberlo... Mi pequeña Mirai — decía su maestra con ternura mientras se dirigía a la cocina.

Sarutobi Mirai, es un precioso nombre — musitó la ojiperla, honrada de compartir ese bello momento con su Sensei.

Siguió a la mayor hasta la cocina, donde prepararon té y galletas. Pasaron el resto del día hablando sobre asuntos de interés para ambas, y una vez más Hinata sintió que había sido egoísta consigo misma, por privarse de recibir el cariño de las personas que tanto se preocupaban por ella.


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Este es un poco más corto que los demás.

Nos leemos (✿◠‿◠)

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