Capitulo 29

1.5K 95 7
                                    

Corro rio abajo, donde lo encontré en mi sueño. Choco contra un cuerpo y caigo sentada al suelo. Saco una flecha rápidamente y lo apunto en la cabeza. Él pone sus manos en alto.

—Katniss…—Dice Peeta asustado. Me levanto rápidamente y guardo mi flecha.

– ¡Oh Peeta!—Dije con un tono alegre y sin aliento—Pensé que te había perdido. —Sin dudarlo lo abrazo fuertemente, a él no le parece importarle y me abraza de la misma forma. —Donde estabas, te estaba gritando y no respondías me asuste.

–Vi unas bayas por aquí y decidí ir a buscarlas, son estas—Dice extendiendo las manos, era lo que soñé, jaulas de noche.

—Si dos personas acuerdan comunicarse y tienen una área establecida, no deben de salirse de ella y dejar de comunicarse… a si perdí a Rue—Le digo mientras intento retener unas lágrimas que amenazan con salir.

—No lo hare otra vez—Me dice con un tono de lastima.

—No comiste ningunas ¿verdad?

—No ¿Por qué?

—Peeta, se llaman Jaulas de Noche, son peligrosas, si llegas a comer una, morirás al instante—Le digo lentamente para que me entienda.

Un cañonazo suena.

— ¿Quién habrá muerto?

—La Comadreja—Susurro.

Caminamos en dirección a donde sonó el cañonazo, minutos despues y la encontramos ahí, tendida, muerta; con un puñado de bayas venenosas en su mano.

—Tú la mataste Peeta—Le digo.

— ¿Qué? ¿Pero cómo?—Dice incrédulo

—Sí, en que dejaste las bayas con nuestras cosas, quizá ella pensó que eran comestibles.

—Pero no fue apropósito. —Dice como un niño pequeño.

—Lo sé.

Sin pensarlo dos veces tomo las bayas y las pongo en la mochilita donde se encontraba la medicina de Peeta.

— ¿Qué haces?—Pregunta Peeta asombrado.

—Si la comadreja cayo, Cato también podría. —Digo enarcando una ceja.

—Oh—Logra decir.

Caminamos de vuelta al lugar donde estábamos en un silencio cómodo, hasta que Peeta lo interrumpió.

— ¿Cómo supiste que la Comadreja murió?—Me pregunta. No sé qué decirle, asi que digo lo primero que me llega a la mente.

—Lo supuse porque… es la más débil de nosotros.

—Yo no lo supuse.

Llegamos al lugar donde nos encontrábamos y nos sentamos debajo de un pequeño árbol, juntos el uno del otro. Nos quedamos en silencio.

Con los rayos del sol los rizos de Peeta parecían más dorados y brillantes, su cabello estaba alborotado pero se veía atractivo así, su barbilla lucia suave; me acabo de dar cuenta que desde que entramos no le ha salido ni un bello en su cuerpo-Lo sé, porque lo bañe- y creo que le hicieron algo por el Capitolio; él estaba sentado alado de mi con una pierna flexionada y la otra contraída, su brazo derecho estaba sobre su pierna contraída (la izquierda) y se vea bastante bien de esa forma.

Se volteo a verme y sus ojos azules se detuvieron en los míos, sus ojos eran profundos e irradiaban protección, me regalo una sonrisa sincera y se la devolví.

Apenas era un poco más de mediodía.

—Solo quedamos cuatro—Peeta interrumpe el momento.

—Sí, ya casi.

"Antes De Todo" THG [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora