Mi Séptima Imposibilidad (Alicia & El Sombrerero Loco)

Estoy de vuelta, Sombrerero

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VIII

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Y tan solo unos segundos después el cucú abandonó con dificultad el reloj.

—Ella aún no regresa, ¿verdad? —preguntó una voz detrás del Sombrerero mientras contemplaba desilusionado el reloj.

A penas quedaba rastro del color verde brillante de sus ojos, su cabello anaranjado los acompañaba y cada segundo le arrebataba a Infratierra a su noble sombrerero.

—No lo entiendo... dijo que volvería.

—Quizá no encontró la forma de regresar —cuestionó la voz a la que el hombre ignoraba casi por completo.

—Pero lo prometió. Se suponía que antes de que el reloj sonara... ella volvería.

—Estoy segura de que ella ha estado haciendo todo lo que está en sus manos para cumplir su promesa. O puede que ya haya llegado, solo necesita que tú te des la vuelta para que puedas verla —siguió al ver que su amigo no dejaría de contemplar el reloj hasta que alguien lo hiciera reaccionar.

La voz se acercaba detrás de él.

—Sombrerero —lo nombró al ver que su amigo terminó de darse la vuelta sin creer lo ocurría.

—¿Alicia? —preguntó confundido— ¿Eres tú?

—Sí, Sombrerero. Soy yo... —afirmó mientras se abalanzó para abrazarlo y tomarlo entre sus brazos con fuerza.

Tarrant no reaccionó de inmediato, miró el cabello dorado que se llevaba el viento.

—En verdad eres tú —exclamó con voz cortada mientras su amiga mantenía el abrazo, a lo que él correspondió—. Pero, ¿cómo?

| |   Antes, con Alicia   | |

—¡Sombrerero!

Alicia gritó con todas sus fuerzas por si no conseguía llegar antes del hora.

—¡Sombrerero! 

Luego de varios intentos de llamarlo no conseguía respuesta. Al llegar al Pantano dejó de correr.

Mientras seguía, se encontró en su camino lo reconoció de inmediato. Esperó a que se diera la vuelta sin que su mente entendiera lo que ocurría.

—¿Alicia? —preguntó la figura.

—Sí... ¿Y tú eres? —preguntó confundida al ver que quien se encontraba delante de ella era otra ¿Alicia?

—¡Qué sorpresa! —exclamó la chica hasta que comenzó a desaparecer entre la neblina para tomar otra forma, de inmediato reconoció a ese gato.

—¡Sonriente! ¿Qué haces? —mostró una gran sonrisa.

—Shh... Por aquí —bajó la voz más que de costumbre, con su cola indicó que debía ir hasta él. 

El gato movió los arbustos detrás de él, ambos miraron en la dirección que cubría. La silueta del Sombrerero mirando el reloj fue un duro golpe para Alicia, su cabello decaído y blanquecino, el color anaranjado que tanto le caracteriza lucía opaco y descolorido. Alicia se acercó con cuidado, limitándose a observarlo por detrás. Y tan solo unos segundos después el cucú comenzó a sonar hasta que salió del reloj.

—Ella aún no regresa, ¿verdad? —preguntó sin imaginar su respuesta.

—No lo entiendo... dijo que volvería... —respondió su voz cortante y triste.