La llegada de los dos caballeros

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XII

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Llegaba la noche cuando en el castillo de la Reina Blanca se escuchó el galope y relincho del caballo blanco, el animal que Alicia tomó para salir en busca del Sombrerero. Al escuchar el regreso, la primera en recibir a los invitados fue la misma soberana que les había estado esperando en el jardín desde que se separó de su hermana mayor en el salón.

—Mis dos caballeros han regresado.

—¿Cómo está, majestad? —preguntó el Sombrerero con una gran sonrisa al bajar del caballo.

—Excelente, me alegro de que hayan vuelto. ¿Qué tal el viaje?

—Todo bien, Reina Blanca —respondió Alicia mientras el Sombrerero la tomaba de la cadera para bajarla de caballo.

—Santo cielo, Alicia, tu pierna.

—Tuve un accidente antes de llegar al Pantano —explicó mientras intentaba apoyar la pierna con ayuda del Sombrerero.

—Ya lo veo —sonrió, era evidente que la joven no tuvo éxito. 

El Sombrerero decidió cargarla de nuevo.

—Esperábamos que pudiera ayudarnos con esto —agregó el Sombrerero con Alicia en brazos.

—Por aquí —se dio la vuelta con los brazos levantados, guio a Alicia y al Sombrerero hacia el cuarto de la joven.

| |     En la habitación de Alicia     | |

—Recuéstala en la cama, yo iré a la cocina a preparar un brebaje para tu pierna, Alicia. Cuídala bien, Tarrant.

Mira abandonó la habitación y el Sombrerero colocó a la joven en la cama.

—Gracias, Sombrerero.

—No fue nada —respondió mientras se sentaba en una silla al lado de la cama de Alicia.

—¿Y cómo está tu familia?

—Oh, están muy bien, viajaron Mayoriente (Queast) junto con las personas a las que protegía la Reina Blanca aquí en Marmóreo.

—¿No regresaron a Witzend (Loquilandia)? 

—En el lugar aún quedan muchas ruinas, es un verdadero desastre, será mejor que crezca la vegetación ahí y así nos olvidaremos del día en que la inmensa cabezota acabó con todo el reino junto al Jabberwocky, por lo que creí muerta a mi familia durante todos estos años —seguía el Sombrerero con una voz cada vez más sombría.

—¡Sombrerero! —exclamó para detener a su amigo—. Me alegro de que tu familia estén bien.

—Tienes que conocerlos —dijo contento y recuperado gracias al último comentario de la joven—, desde que te fuiste le he contado a mi padre y a mi familia sobre ti, cuando te recuperes tenemos que ir a visitarlos.

Alicia lo veía dar vueltas en la habitación emocionado, no quería que terminara.

—Y ahora que piensas quedarte todo estará bien, ¿no es cierto? Porque... —se detuvo unos segundos y continuó— Porque si vas a quedarte, ¿verdad? —cuestionó entrecerrando los ojos, serio.

—Ese es el plan —respondió con una gran sonrisa.

Pensativo y algo apagado, el Sombrerero pensó en la respuesta de su amiga, agachó la mirada mientras la joven esperaba confundida hasta que el hombre se acercó despacio para abrazarla, ella correspondió. No había duda, estaba en casa. 

La Reina Blanca apareció en la puerta con un frasco que contenía una crema para ayudar a sanar la pierna de Alicia. En cuanto entró, el Sombrerero se apartó de la de cabello dorado y volvió a sentarse en la silla.

—Bien, Tarrant, coloca esta crema en la herida, no debería doler, pero por si acaso puedes masticar este dedo de queso —explicó al darle el frasco al Sombrerero y el dedo a Alicia—. Iré a buscar a los demás, regresaré en unos momentos.

Mirana no esperó para marcharse con sus movimientos habituales

—¿En serio dolerá?

—No te preocupes por eso, estarás bien, solo dolerá un poquitín —hizo énfasis en lo último. Abrió el frasco y colocó un poco de la crema en sus dedos.

—¡Au!

—Deberías morder tu dedo de queso —aconsejó.

La chica tomó el alimento, lo colocó en su boca mientras su amigo aplicaba la crema. Lo partió por accidente, ahora debía comerlo. Para su sorpresa, al contrario de lo que pensaba el dedo tenía un buen sabor y siguió comiéndolo, olvidando por momentos lo que hacía Tarrant. 

—¡Listo! Te pondrás bien —exclamó feliz.

Cuando Mirana volvió estaba acompañada de los gemelos Twedledee y Tweedledum, Mallymkun, el conejo blanco, la Liebre de Marzo, Bayard e Iracebeth.

—¡Alicia! —exclamaron todos excepto las dos reinas.

—Qué gusto verlos.

—Qué alegría ver que regresaste —dijo Bayard mientras se acercaba a su amiga con Mally en su cabeza.

—Bayard, te ves muy bien.

—¡No tomaste el té! —reclamó Mally saltando hacia Alicia.

—En verdad lo siento, Mally, tenía que encontrar al Sombrerero.

—Bien, pero un día deberás quedarte al té —siguió aún el lirón.

—Así será —sonrió animada.

—Por la tarde todos tomaremos el té en el jardín de los cerezos, por supuesto estás invitada querida Alicia —intervino Mirana.

—¿El jardín de los cerezos?

—Está al sur de donde caíste cuando viajaste por el mar del tiempo —explicó Bayard.

—Estaré ahí encantada —afirmó Alicia después de cruzar miradas con el Sombrerero.

—Por ahora debes descansar, Alicia, mañana podremos hablar con más calma.

Los habitantes de Infratierra cumplieron la orden uno por uno después de despedirse.

—Reina Blanca —la llamó el Sombrerero al ver que todos los demás abandonaron la habitación—. Quiero pedirle que me permita quedarme con Alicia esta noche, después de todo, fue mi culpa que ella se lastimara de esta forma.

Mirana no pudo responder de inmediato, estaba sorprendida, miró a Alicia, su expresión era un reflejo de la suya, sabían bien que el Sombrerero la había extrañado. ¿Qué podría pasar por permitirlo? Feliz, asintió antes de abandonar el cuarto y cerrar las dos puertas para dejarlos solos.

 ¿Qué podría pasar por permitirlo? Feliz, asintió antes de abandonar el cuarto y cerrar las dos puertas para dejarlos solos

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2023 ⏰

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Mi Séptima Imposibilidad (Alicia & El Sombrerero Loco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora