Mi Séptima Imposibilidad (Alicia & El Sombrerero Loco)

No todas las preguntas parecen tener respuesta

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IX

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—Me quedaré —murmuró  Alicia tras escuchar las palabras del Sombrerero.

—¿Qué? Pero, no puedes hacer eso —siguió mientras se levantaba y comenzaba a vagar de un lado a otro— No puedes quedarte, pero, ¿cuánto tiempo planeas estar aquí? —se obligó a detenerse.

—Voy a quedarme tanto como pueda. Aún hay muchas cosas que me gustaría entender, y por ahora mi mundo ya me ha dado todo lo que me puede dar, además, algo me dice que todo estará bien por allá.

El hombre observó a Alicia incrédulo, desde hace tiempo, él había esperado que la joven pronunciara esas palabras, pero ahora que las había escuchado todo se volvió confuso para él. Por otro lado, Alicia se mantenía seria y sin estar segura de que debía contarle a su amigo el motivo por el que volvió, del cual ni siquiera ella estaba segura. Aún no recordaba toda la conversación que tuvo con Absolem cuando era niña y desconocía si el motivo por el que debía volver era porque nuevamente el País de las Maravillas le necesitaba o ella requería la ayuda de la Infratierra para descubrirse a sí misma.

—¿Cómo puedes estar segura de que tu mundo estará bien? 

Alicia se levantó y detuvo al Sombrerero. 

—¿Eres adivina? —cuestionó sorprendido.

—Tal vez —respondió con una breve risa.

—Pero, ¿en dónde te quedarás? Será extraño tenerte aquí durante un tiempo —siguió mientras volvía a moverse de un lado a otro—. Habrá que poner otra taza en la mesa del té, y una silla, aunque la Liebre dice que ya no hay lugar.

—Sombrerero —dijo mientras se reía del comportamiento de su compañero—. Sombrerero.

—Podrías quedarte en mi sombrero.

—¿Qué?

—No, solo hay una cama. Además, no te gustaría dormir en un sombrero. ¿Has dormido dentro de un sombrero? Es bastante bueno.

Alicia escuchaba atenta cada palabra del Sombrerero  animada hasta que el cielo comenzó a oscurecerse y Tarrant se detuvo a voluntad.

—Creo que será mejor irnos, podría llover, una vez llovieron peces, fue algo muy extraño.

—¿Peces? —preguntó Alicia perdida levantándose de la banca de mármol.

—Fue durante el Día Gleb, la inmensa cabezota aún no gobernaba, nadie pareció encontrarle sentido —comenzó a contar el Sombrerero mientras caminaba para marcharse.

—¡Agh! —exclamó Alicia en cuanto no pudo levantarse por la herida de su pierna que cubría su vestido y que cambiaba a un tono más oscuro por haberla forzado durante el viaje en el bosque. El Sombrerero no pudo ignorar el quejido y se acercó a la joven con cuidado.

—Uh, se ve mal. Pero no importa, la Reina Blanca debe tener algo para esto. ¿Puedes levantarte? —Preguntó inocente, Alicia respondió con un gesto alegre en su rostro de "¿en serio?"— Por supuesto que no puedes —respondió para sí.

—Dejé el caballo en la entrada del Pantano, solo debo volver hasta allá —seguía intentando levantarse—. Aunque a este paso llegaré para la próxima hora del té —agregó en burla a sí misma.

Mientras Alicia observaba su herida, no desistió en su intento por sostenerse sobre sus piernas, el Sombrerero aprovechó su momento de distracción para tomarla de la cadera y de la parte de atrás de las rodillas para levantarla en sus brazos.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó confundida.

—Pudiste haber regresado al Pantano, pero decidiste venir hasta el otro lado del bosque conmigo, realmente estás loca —agregó feliz mientras caminaba con Alicia en brazos, no quedaba rastro de su acento escocés—. Llegaremos en un santiamén —afirmó emocionado—. ¡Al castillo de la Reina Blanca —exclamó en sátira a una de las viejas aventuras de Alicia en la Infratierra. 

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—Alicia no tendría que haber regresado, no ahora, los escritos no previeron su llegada, Racie.

—¿Entonces habrá que regresarla?