01. Hay una poción que puede encogerte.
02. Y existe un pastel que te hace crecer.
03. Los animales hablan.
04. Los gatos desaparecen.
05. Hay un País de las Maravillas.
06. Yo destruiré al Jabberwocky.
Esas fueron las seis imposibilidades que Alici...
—Mallymkun —dijo sorprendida al ver al lirón y a la liebre—. Es una sorpresa tenerlos aquí. ¿A qué debemos su vista?
—Se trata de Alicia, la vimos en el Bosque Turgente antes de la hora del té —explicó el lirón.
—Ya veo... ¿Y el Sombrerero?
—No lo sabemos, ayer se marchó de la mesa del molino y no regresó desde entonces.
—¿Qué pasó con Alicia? —preguntó la Reina Roja.
—Fue a buscarlo en dirección al Pantano —concluyó la Liebre que acompañaba a Mallymkun.
—Entonces fue a verlo junto a ese viejo cucú, no creo que haya que preocuparse, Mirana —afirmó Iracebeth.
A pesar de la observación de su hermana, la Reina Blanca estaba intranquila, ella misma era testigo de lo que las emociones del Sombrerero eran capaces de provocarle y de las consecuencias que podría traer el hecho de que Alicia no cumpliera la promesa que tiempo atrás le había hecho. Ya no había nada por hacer, fuera cual fuera el resultado de la carrera contra el tiempo de Alicia, ya estaba hecho.
Durante el canto del cucú, la Infratierra entera había sido capaz de escucharlo. No quedaba duda de que en el País de las Maravillas nuevamente dependían del regreso de Alicia.
—No lo entiendo, ¿por qué es tan importante que Alicia cumpla esa promesa? Ese tipo ya es un lunáti... —antes de terminar la frase, la Reina Roja recordó que Mirana le había explicado que a los habitantes de la Infratierra y en especial a los presentes no les agradaba el término que estuvo por usar—. Ya está completamente loco —corrigió.
Los presentes intentaron entender la postura de la Reina Roja. Ninguno consiguió imaginar un mundo sin la presencia del Sombrerero tal y como le conocía.
—Por favor, majestad, deberían confiar un poco más en esos dos —dijo una voz que reconocieron todos los presentes.
—¡Sonriente! —exclamó Mallymkun al ver al gato que apareció sobre la Reina Blanca.
—¿Tienes noticias de Alicia o el Sombrerero? —preguntó Mirana.
—En realidad, no creo que deberíamos preocuparnos por ellos, no cuando Alicia consiguió llegar con el Sombrerero.
El comentario que alivió a todos en la sala.
—¡Gato loco! ¡Pudiste decirlo antes! —exclamó Mallymkun regañando a Sonriente.
—A veces un poco de conflicto es lo hace falta en la Infratierra —dijo el gato antes de dejar que sus dientes fuesen lo único visible de su cuerpo, para segundos después desaparecer.
Un silencio incomodo inundó el lugar.
—Bien, prepárense para recibir a nuestros invitados —agregó alegre la Reina Blanca para acabar con el silencio en la habitación—. Hace mucho que el Sombrerero tampoco se presenta aquí y esta vez Alicia viene de visita. Mallymkun, Liebre, pueden ir a sus habitaciones sin problema.
—Como diga, majestad.
En cuanto se fueron, Iracebeth y Mirana se quedaron solas en la sala de trono.
—¿Qué te preocupa, Mirana? El gato ya dijo que Alicia llegó con el loco del sombrero —dijo la Reina Roja a su hermana.
—Alicia no tendría que haber regresado, no ahora, los escritos no previeron su llegada, Racie.
—¿Entonces habrá que regresarla?
—No, lo mejor es que ahora permanezca aquí —respondió mientras pensaba lo que tendrían que hacer—. Debe tener sus razones para haber vuelto y no seré yo quien cuestione las acciones de mi caballero (paladín) —concluyó segura antes de levantarse de su trono y salir de la habitación.
—Mirana, espera, ¿a dónde vas? —Iracebeth se puso de pie al ver que su hermana se marchaba levantando su vestido con las manos para correr—. Y supongo que me dejarás aquí sola.
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