#32

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Jeno se detuvo de pronto, paseando sus labios húmedos por todo mi cuello, haciéndome tiritar. Notaba su pelvis temblando contra mi trasero, chorreando por él mientras yo me revolvía bajo su cuerpo, sudando como si estuviera a cincuenta grados en un desierto, jadeando. Giré la cabeza, buscándole con la mirada nublosa y Jeno se me quedó mirando con la misma expresión extasiada que la mía. Agarré el brazo que me rodeaba el cuerpo y me acariciaba el pecho, notando sus músculos tensos y como me devoraba con la mirada, con el pecho subiendo y bajando, con el corazón latiendo desbocado retumbando contra mi
espalda.

- Ohh… - jadeó, soltando todo el aire que almacenaban sus pulmones sobre mi boca. - Olvídate de esa puta fiesta y deja que te coja vivo toda la noche, Muñeco. - no pude hacer más que soltar una risita cansada y medio ahogada en mis propios jadeos.

- Cuanto antes termines… - suspiré, agarrándome a su nuca para que no girara la cabeza y dejara de mirarme, de respirar sobre mis labios entreabiertos. - … antes volveremos y antes podremos coger como perros en celo.

- ¿Ah, sí? - movió su pelvis contra mí, restregándose. Sentí su sudor y los restos de semen escurrirse por mi trasero y como me la clavaba más hondo, un poco más… perfecto. ¡Perfecto!

- Sigue, sigue… no aguantaré mucho más… - me metió la lengua en la boca, frotándola con la mía sin juntar nuestros labios. Empezó a moverse. Sentí como su miembro empezaba a deslizarse dentro de mí con velocidad, entrando y saliendo a la vez que sentía el restriegue de su pelvis en mi trasero cada vez que me la metía hasta el fondo, como a mí me gustaba. Acabé aferrándome con fuerza al brazo que me mantenía pegado a su pecho, arañándoselo salvajemente, con mi hombría a punto de explotar con el roce de su mano al agarrármela con fuerza, sacudiéndomela de forma voraz.

Separó su lengua de la mía unos segundos, mirándome con la sonrisa en la boca mi cara de éxtasis total.

- ¿Sabes que pareces… con esa cara? - sonreí, sabiendo perfectamente la respuesta. Sentí como se me escurría la saliva por los labios hasta la mejilla con tantos gemidos y su mano se movió ferozmente sobre mi pene. No podía… no podía más…

𝕄𝕌ℕ̃𝔼ℂ𝕆 || 𝐍𝐨𝐌𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora