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Jimin acarició a Dickens miserablemente, observando cómo el
gato bebía de su taza de té.

Sus estudios habían sufrido. Ya lo sabía. No podía culpar completamente a todas las horas que había puesto en el refugio o Yoongi, pero desde hacía mucho tiempo, su mente había estado en otro lugar. En estos días, su trabajo en el refugio parecía mucho más interesante que las clases.

Sí, probablemente tenía mucho que ver con la fiesta a principios de año académico, y posiblemente la no asistencia. El semestre pasado, él había tratado duro de compensar el tiempo perdido, pero claramente no había sido suficiente. Así que no fue una sorpresa total, pero aun así la carta con los resultados de su examen le hizo estremecer.

Había suspendido el año. No por mucho, pero suficiente para tener que volver a presentar todos los exámenes, ser el hazmerreír, y peor aún, explicar a sus padres en qué había gastado su dinero cuando debería haber estado estudiando.

Se preguntó si podía librarse sin decirle a nadie, fingiendo que había pasado. No podía admitir que había suspendido. Simplemente no podía.

Los fragmentos fríos de temor golpeaban sus venas directamente a
su corazón mientras pensaba en explicárselos- el rostro frío de su padre, empezando a ponerse blanco como piedra, aunque luego se pondría más rojo con cada grito decepcionado.

-¿Jimin?- La voz de Yoongi atravesó su desdicha.

-Lo siento, ¿qué?

Yoongi lo miró, frunciendo el ceño.

-¿Qué pasa? Pareces muy preocupado.

Sin decir una palabra, Jimin le entregó la carta con sus calificaciones. Por alguna razón, decirle a Yoongi era fácil, y un alivio.

Yoongi lo leyó rápidamente.

-¿Qué significa eso? ¿No puedes tomar los exámenes de nuevo?

-Sí, podría dar examen extraordinario en agosto. Pero...

Yoongi tomó su mano y la apretó.

-Entonces eso está bien. Puedo ayudarte a repasar.

-Pero esa es la cosa. No tengo nada de que repasar, porque no fui a ninguna de las clases. Literalmente no fui, Yoongi. No tengo ni puta idea de lo que hay en el sílabus. No hay manera de que esté listo para agosto. Odio este curso.

-Faltan casi dos meses para eso. En primer lugar, obtengamos una copia de tu sílabus, luego nos ponemos a trabajar. Si pasas, puedes intercambiar cursos y estudiar un curso que realmente te guste. Ningún novio mío va a ser un desertor.

Jimin sonrió al recordar todas las veces que le había dicho esas exactas palabras a Yoongi. Por supuesto Yoongi sabía eso.

-No soy tan inteligente como tú. Tal vez no pueda aprender todo eso- dijo con ironía.

-Eres más que suficientemente inteligente, señor, sólo perezoso. ¿Qué hiciste en lugar de estudiar?

Jimin pensó.

-Dios, no lo sé. Salí mucho al principio, vi películas- se encogió de hombros. -¿Cómo voy a contarles a mis padres? Mi papá ya piensa que soy un inútil.

Jimin levantó las rodillas, queriendo llorar. Pero era cierto. Nunca se había sentido lo suficientemente bueno para papá. No obtuvo las calificaciones para llegar a las mejores universidades, no hizo los mejores equipos deportivos. Incluso cuando era pequeño, había querido seguir los pasos de papá -yendo a clubes deportivos que odiaba, estudiando temas que no le interesaba- porque pensaba que a papá le gustaría.

La invasión de JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora