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Él golpeó.

-¿Yoongi?

Esperó esperanzadamente por la broma. Amaba tanto esto. No importaba lo mierda que las cosas parecían, venir aquí a visitar a Yoongi hacía todo mejor.

Lo era todo.

Pero hoy, todo estaba mal. Ya lo había sabido. Estos días, Yoongi siempre lo llamaba. Tres veces al día, durante todo el verano, para verificar su repaso y preguntarle qué quería para el té. Después de cada examen.

Y hoy, sus resultados del examen llegaron, y no Yoongi, y eso era muy, muy, malo. Mike había sonado preocupado cuando llamó.

-Jimin, podría no haberle dicho las cosas correctas a Yoongi. Parecía un poco extraño cuando se fue.

Pero todo lo que Jimin realmente sabía era que Yoongi había dejado el refugio a las diez de la mañana, y no había habido contacto desde entonces. El teléfono de Yoongi estaba apagado.

Al principio, pensó que probablemente no era nada, pero a estas alturas Jimin sabía que algo andaba mal. Ya había estado en el garaje, pero no había nadie allí.

Nunca hablaron de ello, pero ambos sabían que Yoongi seguía yendo allí y Jimin lo seguía. Había cosas sobre Yoongi que nunca sería capaz de solucionar.

Como los cortes.

Siempre que estaban desnudos, buscaba secretamente nuevas marcas en el hermoso cuerpo de Yoongi. Él no entendía, sólo que sucedía de vez en cuando y coincidía con Yoongi desapareciendo en los garajes.

Intentó otra vez.

-Por favor, Yoongi, déjame entrar. Si no me dejas entrar, voy a llegar por la ventana como Superman.

Jimin oyó un fuerte miaouw.

Corrió hacia el edificio principal y se dirigió hacia una mujer, que parecía que podría estar a cargo.

-Hola- dijo con su mejor voz elegante. -Supongo que no podrías dejarme entrar en la habitación de Yoongi, ¿podrías? Quiero prepararle una cena sorpresa y poner la mesa.

Ella le sonrió.

-Oh, ¿eres amigo de Yoongi? Bueno, se supone que él debe consultarme primero.

-Pero él no lo sabe. Es una sorpresa- Jimin se esforzó por mantener su voz tranquila, pero en su interior estaba gritando y jalándole el cabello para que se diera prisa.

-De acuerdo entonces, pero tráela de vuelta.

Jimin asintió un millón de veces, mientras ella iba a buscar la llave
de repuesto, y luego corrió de vuelta.

Sus manos temblorosas lucharon con la llave, pero finalmente cayó en la habitación. Dickens corrió hacia él maullando.

-¿Yoongi? ¿Dónde carajo estás?

El instinto le hizo dirigirse al baño.

Jimin era más fuerte de lo que parecía, pero nada podía haberlo preparado para lo que encontró.

-Oh, mierda ¿Qué has hecho?- Se agachó en el suelo junto a Yoongi, que era sólo una bola con rodillas y su cabeza verde sobresaliendo por la parte superior. -Sólo... sólo quédate allí. Voy a llamar a una ambulancia.

Eso trajo a Yoongi de vuelta de donde sea que hubiera ido. Él levantó la vista, tan blanco, que Jimin instintivamente extendió la mano para acariciar su mejilla.

-Sea lo que sea, podemos hacer que funcione. Yo... yo lo arreglaré, te lo prometo.

Yoongi sonrió y se apoyó en la mano de Jimin.

La invasión de JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora