Capítulo 8: Tierra trágame

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Puede que Ashton tuviese razón y fuese una antisocial, y puede que me enfrascase demasiado en los libros, pero esa noche estaba naciendo una nueva Khia o tal vez mi lado más fiestero estuviese despertando de su letargo. El caso es que, tras tomarme otro par de copas, me encontraba bailando como nunca antes lo había hecho en la pista de baile, acompañada de uno de los chicos por los que buena parte de Sydney babeaba, y debía reconocer, que me lo estaba pasando bien.

Las manos de Ashton, que se encontraban a mi espalda contoneándose al ritmo de la música, las canciones se iban sucediendo y en un determinado momento, los labios de mi acompañante se posaron sobre mi cuello produciéndome un escalofrío de lo más agradable. Por una parte quería soltarme del agarre que mantenía alrededor de mi cintura, pero por otra me sentía demasiado cómoda entre sus brazos.

-¿Te apetece ir a un sitio más apartado?-murmuró junto a mi oído de una manera extrañamente sensual

-Aha-me salió una especie de jadeo ahogado en vez de una respuesta.

Pude notar su sonrisa contra mi piel mientras caminaba, aún entre sus brazos, fuera de la pista. Llegamos a una zona en la que la luz del local era escasa y permitía cierta intimidad. Ashton me dió la vuelta de una manera un tanto brusca y me aprisionó contra la pared, colocando un brazo a cada lado de mi cabeza de manera que formaban una especie de jaula. Sus pupilas estaban dilatadas, y apenas se distinguía el color verde de su iris.

De repente, sin previo aviso, sus labios se pegaron a los míos, presionándolos y separándolos lentamente; su boca tenía ese sabor dulzón del alcohol. Pasé mis brazos a su nuca de manera inconsciente, ¿a quién quería engañar? eso estaba genial.

La mano de Ashton comenzó a bajar lentamente por mi costado derecho, hasta llegar al borde de mi vestido, apoyó la mano sobre mi pierna y comenzó a subirlo.

No, tiene que estar de broma ¡Reacciona, pedazo de imbécil!

Me separé de él como si me hubiese dado un calambrazo, no se a que tipo de chicas estaría acostumbrado pero, desde luego, yo no era una de ellas.

-Hey,¿estás bien?-preguntó esbozando una delicada sonrisa de niño bueno.

-Esto, yo...-carraspeé-no creo que sea el lugar ni...

-Ven conmigo-me interrumpió para luego coger mi mano y guiarme de nuevo a través del local, esta vez hacia la salida.

Nada más salir se me puso la piel de gallina, el tiempo había refrescado bastante desde que llegamos, me froté los brazos para intentar entrar en calor mientras me lamentaba por no haber cogido una chaqueta.

''¿Crees que alguno de esos gilipollas te dejaran su chaqueta para que te abrigues? eso solo ocurre en las películas'' las palabras de Michael resonaron como si se tratasen de un eco en mi cabeza, era como si mi conciencia me estuviese abofeteando, pero en aquel momento yo no era plenamente consciente ni de mis actos ni de mis pensamientos.

No sé cómo ni por que, pero fui hacia Asthon con paso decidido, le agarré de la pechera de su camisa y lo atraje hacia mí para besarle de nuevo. No entendía qué me pasaba ni de dónde salía toda aquella seguridad en mi misma, pero no me detuve.

Noté que vaciló durante unos segundos, quizás no se esperase que una ''rata de biblioteca'' se lanzase tanto, pero no tardó en seguirme el beso. No sé si era por culpa del alcohol, o si estaba haciendo eso solo por llevarle la contraria a Michael.

Michael...por un momento me imaginé que los labios que aprisionaban los míos eran los de ese condenado guitarrista, y que eran esas manos que recorrían las cuerdas de su guitarra las que acariciaban mi cuerpo. Asustada por el rumbo que estaban tomando mis pensamientos me separé de Ashton de una manera demasiado brusca.

To the moon (Michael Clifford 5SOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora