Capítulo 7

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Tres semanas habían pasado, tiempo para reflexionar había tenido bastante y también de sufrir unas násuses terribles, odiaba los viajes por mar, estaban a punto de encallar en el puerto principal de Persépolis, un hermoso vestido amarillo y numerosas joyas estaban tendidas sobre la cama, miraba por una pequeña ventana al mar. Comenzó a vestirse, estaba a punto de colocar un bindi en su frente cuando Emir apareció

-¿Me permites?- Dijo mientras le tendía la mano abierta

-¿Quieres colocar mi bindi?- Preguntó Jorshid mientras le entregaba la pequeña cadenita que tenía una pequeño y delicado diamante en la punta

-Eso es lo que hacen los hermanos mayores, y a falta de uno yo estoy aquí

Jorshid volvió a sonreí y le tendió ka joya- Gracias...

Emir entonces colocó el veli delicadamente sobre su cabeza- Ya estás lista, oficialmente estamos en tierras de Persépolis, ahora sal ahí a comerte el mundo- Ella lo abrazó fraternalmente. Un toque en la puerta hizo que Emir volviera a desaparecer

-Jorshid ya estás...lista- Qaisar se había quedado boquiabierto

-¿Estás bien?- Preguntó la princesa con una sonrisa en los labios- Te vas a tragar un bicho como sigas con la boca abierta... ¡Habla!- Dijo exasperada

-Jorshid estás...preciosa- Había visto a Jorshid a lo largo de su vida con los mas hermosos vestidos y las joyas mas caras, aquel día, así sencilla, lucía excepcional

-¡Anda no seas exagerado!- Caminó hasta la puerta- Vamos, estoy emocionada por verlos a todos otra vez-

Qaisar pudo sentir un ligero olor a lavanda, un olor que la caracterizaba desde pequeña- ¿Estás lista?

-Yo siempre estoy lista

***
-Por qué demora tanto en llegar- Mhavash no paraba de dar vueltas en el salón del trono, aún no se recuperaba de la noticia del secuestro fallido de su hija- ¿Quizás pasó algo?

-Mahvash por una vez en tu vida céntrate- La voz de Nakisá provenía de uno de los rincones del salón, elegantemente se paró detrás del trono de Ardeshir

-Perdone querida Reina Madre si muestro un poco de preocupación por mi hija

-Tú no sabes lo que es preocuparse por un hijo, ninguno de los tuyos a partido a la guerra y ha perecido allí-

-Tengamos por favor un día de tranquilidad- Desde la llegada de su madre, tanto ella como Mahvash no había parado de discutir. Aunque la vieja reina llevaba razón, en sus tiempos había sido una mujer de armas tomar, su esposa no había tenido ni la mitad de preocupaciones que algún día tuvo Nakisá, el se había encargado de no llenar su tierna cabecita con esas cosas, solo debìa preocuparse en lucir hermosa para él. Pero a decir verdad estaba ya un  poco harto de tanta pelea- Mahvash mi madre tiene razón, por favor, siéntate, solo consigues ponernos mas nerviosos

La reina de mala gana tomó asiento junto a su marido, a su lado Ghazal, quiso hablar con ella pero al parecer su mente andaba en otro lado, prefirió dejarla tranquila, todo por no iniciar otro altercado, suspiró, era su hija y le debía respeto aunque sus preguntas le molestaran- He visto que estás muy unida al mas joven de los Demahyanti, se les ha visto paseando por los jardines- Preguntó por lo bajo acercandose a su oído

Ghazal ni siquiera la miró para responder- Es bastante agradable debo decir

Prefirió no seguir indagando y guardar silencio, como lo dictaba la ley, bastante su marido les había permitido estar allí. Suspiró, un silencio incómodo imperaba en aquel amplio salón, de repente las puertas se abrieron, una voz dijo el nombre de su hija y al instante sus ojos se llanaron de lágrimas, apareció entonces una joven hermosa, lucía una sonrisa radiante y una mirada imponente, tenía aquel porte aristocrático que tanto odiaba de Nakisá. Se dio cuenta entonces que había pasado mucho tiempo desde la última vez que la vio, había crecido, ahora era toda una mujer y todo lo que aquello significaba, Jorshid tendría que contraer matrimonio si o si

Jorshid, la historia de una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora