Capítulo 23

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Abrió los ojos y el dolor de cabeza la atacó sin contemplaciones, volvió a cerrarlos, movió su cabeza hacia la derecha pero el espacio junto a ella estaba vacío. Regresó la vista al frente, Keyhan estaba terminando de acomodarse para empezar el día y ese día mas que ninguno ella debía estar presente.

-Mandé que te trajeran el desayuno aquí, no queremos que vean que tienen a una reina borracha

-¡Oh por favor! ¡Ha sido un día!- Respondió indignada mientras se quitaba las pesadas prendas del día anterior y se quedaba con una sencilla blusa y su enagua

-Pero eres mujer, y ellos no hacen conseciones- Respondió airoso

-Desde cuando te preocupa tanto mi reputación- Jorshid se puso frente a él mirándolo fijamente a los ojos- Al menos esta vez amanecí vestida, ¿también quieres que te agradezca eso?

Keyhan acercó su cara a la suya- No te vayas por ese camino Jorshid, te recuerdo que tu diste el primer paso aquel día

-Ya te lo dije, se me subió el vino- Jorshid no había parado de mirarlo ni por un segundo

Keyhan se acercó un poco más, podía sentir su respiración en su rostro- Te pones sueltecita cuando lo haces- Jorshid alzó una ceja- Deberías hacerlo más a menudo

-Vete al diablo- Le dijo con una sonrisa

-Por ahora voy a desayunar, por cierto, tu abuela quería hablar contigo- Sin mas dilación abandonó el cuarto

-Pretencioso, orgulloso, arrogante...- Murmuraba Jorshid mientras se metía recogía el cabello y se metía en la tina, el agua estaba caliente, tal y como le gustaba, echó aceites de lavanda, le encantaba el olor. En ese momento Keyhan volvió a aparecer en la puerta, tenía una sonrisa maliciosa- ¡Keyhan!- Gritó sobresaltada

-También mandé a que prepararan un baño para ti

-¡Largo!

Kisra
Izan dio un puño sobre la mesa- ¡Cómo es posible que hayan fallado! Y encima tienen al inútil de Aban y su esposa como rehenes

Bajtiar entrecruzó los dedos- Debí enviar más hombres, creí que lo superarìamos en número, mis espías dijeron que la mayor parte del ejército de Persépolis estaba en las fronteras todavía

-¡Pues no lo estaba! Pero lo peor es que ni siquiera pudieron deshacerse de Keyhan...algo que decir Bajtiar- Los ojos avellanas de Izan desprendían furia

-¿Has terminado ya Izan...?- Preguntó Bajtiar con la mayor tranquilidad del mundo- Muy bien, ya todos saben que ostentas el trono de Persépolis, muchos te apoyan, pero no creo que quisieras tener a Ecbactana en contra- Izan arrugó la frente- Ambos libraron una dura guerra hasta que Jorshid aceptó a casarse con su príncipe heredero convirtiéndose en rey de Persépolis, si atacas, no van a dudar en enviar tropas y no creo que Kisra quiera adentrarse en una guerra cuando tienen un heredero seguro y respaldado

-Supongo que mi querida sobrina tiene todo muy bien preparado, pero no todo está perdido, tengo un as bajo la manga, uno al que nuestra mas querida reina no podrá resistirse

-Otra cosa, ¿cómo se han tomado la reclamación al trono?

-Prefieren a alguien de la realeza y con línea directa al trono, así que soy el elemento perfecto, la única que se interpone entre el trono y yo es Jorsid

-Pero te han nombrado regente...

-Si, ahora solo debemos tejer bien nuestro plan, pero esta vez no nos verán venir, algo si te digo, voy a declararles la guerra

Persépolis
Jorshid se había reunido con su abuela, ambas llegaron a la misma conclusión, Osman estaba detrás de todo, había sido un intento fallido, pero de algo estaba segura y es que ese no sería el único. También le había informado de la boda de Setare, su prima ya le había mencionado al susodicho y ella solo oraba por que su padre le permitiera casarse con él.
Estaba paseando sola por los jardines, necesitaba tiempo a solas, y hacia mucho tiempo que no tenía ninguno, extrañaba a su padre, a su madre, hubiera querido tener mejor relación con su hermana pero al parecer era imposible llegar a ella, entendía que quizás sus padres la hubieran desplazado un poco y estaba en todo su derecho, pero no era con ella con quien tenía que enojarse, esa misma mañana había partido a Ecbactana, esperaba en lo profundo de su corazón que fuera feliz allá, se sentìa algo culpable por lo que había hecho, pero en aquel momento era la única opción.

-¿Puedo pasear un rato con mi amiga?

La voz de Nilufar se hizo presente detrás suya- Claro que si, supongo que me hará bien algo de compañía

-Fuiste muy valiente ayer, yo hubiera estado temblando

-Y lo estaba, pero muchos dependen de mi, así que no puedo quedarme en un rincón como un cachorro asustado

-Hablando de cachorros ¿Has visto la camada de perritos que han nacido en los establos? Son tan lindos

-Pues vamos, me vendría bien despejar un poco.

Las risas de ambas hacían eco por los pasillos, como mismo lo hacían cuando eran pequeñas, llegaron a los establos. En un rincón cubierto por paja estaba la madre, con una de sus crías

-Se las han llevado todas, solo queda una, está interesada majestad, son buenos perros, buenos guardianes- Dijo el mozo de cuadra mientras limpiaba sus manos

Jorshid se arrodilló frente a la última de los cachorros, la madre intercedió, era una reacción lógica, todas las madre protegían a sus hijos, aún a cuenta de su vida, a excepción de la suya que consideraba su presencia inútil para ella

-A partir de ahora ambas, madre e hija son mías, asegúrense de proveerles todo lo necesario...supongo que no tienen nombres- Jorshid guardó silencio por unos segundos, acarició a la madre- Aniu para tí- Miró entonces a la cría, tan pequeña- Alu para esta pequeña de aquí

-Jorshid, que dices si salimos a cabalgar un rato...

Minutos después ambas cabalgaban por los campos colindantes del palacio. Un jinete comenzó a acercarse, lo hacia de forma lenta, sospechosa

-¿Creo que puede estar herido?

-Y lo está- Jorshid espoleó el caballo- Vuelve a palacio y envia hombres

Llegó ante el hombre, estaba tendido sobre el lomo de su caballo, todo cubierto de sangre

-Entregue esto a Keyhan príncipe Ecbactana- Le tendió una ensangrentada carta, el sello de la familia Demayanti estaba impreso en la cera. El hombre se desplomó del caballo, estaba muerto.

Jorshid, la historia de una reinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora