IX

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—¿Qué has hecho? ¿Qué has hecho?



Las palabras dejan los labios de Fingolfin en un susurro doloroso. Sus manos se mueven nerviosas sobre los hombros de su medio hermano. Tira de la túnica cual si quisiera arrancarla, desnudar el torso y comprobar que es mentira, que Fëanor ha encontrado un modo estúpido de disimular las alas, de esconderlas.


—¡¿Qué has hecho?! — estalla, golpeando a su rey en el pecho.


Las manos de Fëanor se cierran alrededor de sus muñecas, sin fuerza, solo reteniéndole.


—Somos libres — declara entre dientes —. ¿No lo ves, Nolvo? ¡Somos libres! Tú y yo... somos libres.

—No — niega Fingolfin, sacudiendo la cabeza —. No, eso no... ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste, Fëanáro? Tus hijos... nuestra gente... ¿Qué harán ahora? Morgoth... la guerra...

—La guerra también se libra en el Borde — replica Fëanor, con la cabeza erguida, sin soltarlo —. Lo sabes. Hay elfos más allá del Borde, en las Tierras Exteriores. Los Renuentes también luchan contra el Vala Oscuro. Estaremos juntos, mi amor. Juntos... y libres.


Tira de las muñecas que aún apresa para acercarle a él. Fingolfin no reacciona hasta que la boca de Fëanor cubre la suya y voces de sorpresa se alzan tras ellos.


Todavía están a un paso del arco que da acceso al Anillo del Juicio. Los Valar observan y juzgan; pero al Alto Rey no le importa mientras besa a su compañero.


—¡Aberración! ¡Herejía! ¡Sacrilegio!


Los gritos llenan el aire de frío y electricidad. Fëanor gruñe contra los labios de Fingolfin y se aparta para dirigir una mirada rabiosa a los Valar.


—¡Ya no somos Eldar! — grita en tanto rodea a Fingolfin con un brazo cual si quisiera protegerle de cualquier amenaza —. ¡Tus leyes ya no significan nada para mí, Manwë!

—¡Las leyes de Ilúvatar...! — empieza a declamar Varda en lugar de su esposo.

—¡Ilúvatar no se encuentra entre nosotros para dar fe de ustedes! ¡Nosotros somos los Hijos de Ilúvatar, los Eruhíni! ¡Y ustedes nos usurparon el mundo! — Los ojos de Fëanor llamean cuando declara, con una mueca feroz —. Pero lo recuperaremos. Todo lo que Ilúvatar nos destinó será nuestro.

—¡Blasfemo! — chillan voces femeninas y Tulkas se eleva de su trono como una llama dorada que se alarga en forma de espada.


Fingolfin se libera del brazo de su medio hermano y se mueve para protegerle, aguardando el ataque, curvando la espalda como un felino que acecha.


—El hijo de Finwë no morirá en este día.


La voz helada de Námo detiene el tiempo. El Juez se desliza sin pies sobre las piedras heladas, como una niebla proveniente del Otro Lado.


Fingolfin sigue el movimiento silencioso del Vala con los ojos, alerta. La capucha negra deja ver una sonrisa blanca, descarnada.

Pluma y Acero. Crónicas de una Rebelión (Fanfic de El Silmarillion)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora