Capitulo I

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Gozaburo Kaiba.

No hay mejor forma de empezar este relato que con el nombre de este bastardo. Que aún muerto se las arreglaba para joder la vida de su hijo adoptivo. Hablando de él, este estaba reunido con sus abogados en su oficina y la expresión de su rostro era suficiente para hundir el ambiente en tensión.

Seto Kaiba era un Alfa, no uno cualquiera, sino uno de categoria Gamma. Con solo una mirada y un leve gruñido de su lobo, hacia temblar un cuarto entero además de doblegar a aquellos que estaban muy por debajo de él. Por lo cual ese grupito de abogados estaban temblando en sus sitios siendo juzgados y destrozados por la mirada furiosa del castaño.

"¿¡De verdad no se puede hacer nada!?"

Pregunta, tratando de mantener a raya sus instintos animales pero era bastante difícil a ese punto. En respuesta sacudieron sus cabezas dando una negativa, no eran capaces de hablar, el Alfa no deseaba oírlos y ellos valoran más sus vidas que sus carreras.

"¡Largo!"

Sin recurrir a su "otra" voz (por mas que quisiera, pero debía mantener la cordura, no era el momento ni el lugar) ordeno severo a sus abogados, estos sin más se fueron dejando la oficina vacía. El castaño toma un largo respiro y se deja caer en su silla, saca la botella de coñac que siempre guardaba en el cajón de su escritorio y sin deseos de buscar un vaso, se bebe a pecho un largo sorbo.

Separa la botella de sus labios y con el dorso de su mano se limpia lo que quedo de alcohol en su boca. Gozaburo, maldito sea su nombre y su existencia que solo le han traído problemas. A veces se arrepentía profundamente de haber vendido su alma en aquel juego de ajedrez, a veces pensaba que no había valido la pena.

*Toc-toc*

Gruñe por lo bajo masajeando su cien derecha con sus dedos, cerro sus ojos asqueado.

"Largo, no quiero ver a nadie." Responde tajante y frío.

"Seto." La voz tras la puerta hizo que abriera los ojos de golpe, a pesar de su negativa un muchacho de rubia cabellera abre la puerta y entra a la oficina. "…" Ve en silencio al castaño, cierra la puerta tras suyo y acorta la distancia entre ambos para poder rodear en brazos los hombros de Seto y abrazarle, fuerte y tierno a la vez.

"Cachorro." Murmura, corresponde el gesto con una ternura ajena a él. Acaricia su melena rubia y besa suave la oreja de su amado Beta. "Ese malnacido viejo…"

"Seto, te entiendo creeme." Se separa y se pone de cuclillas entre las piernas del castaño, acuesta su cabeza en uno de los muslos de Seto sin dejar de verle.  "¿Que te dijeron?"

"La clausula no se puede invalidar; Gozaburo estaba perfectamente consciente cuando la creo. Por más que alegue demencia por que justo la agrego unos días antes de suicidarse, el juez y los abogados decidieron que estaba lo suficientemente cuerdo al momento de escribirla."

"Y una mierda." Gruñe el rubio, Seto sonríe sincero por primera vez en todo lo iba de día. "El maldito siempre estuvo loco."

"Pero no hay forma de probarlo, mi cachorro " Acaricia con el dorso de su mano la mejilla de su Beta, observando a ese niño con una devoción casi inaudita. "Yo…"

"Si dices que lo lamentas, te muerdo." Amenaza con seriedad, alzando una ceja. "No es tu culpa amor, nunca lo fue y nunca lo será." Toma la mano de su amante, acaricia sus largos dedos de forma gentil para luego plantar un beso en su palma. "No nos queda mas opciones, debemos, no, mejor dicho; debes cumplir con esa clausula."

"Pero Katsuya, yo no quiero casarme con un Omega." Gruñe frustrado. "No teniéndote a ti, no estando enlazado a ti." Baja sus largos dedos por la mejilla del rubio hasta su cuello, roza la nuca tocando los bordes de una cicatriz.

Casualmente comprometidos (OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora