IX

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Capitulo IX

"Purrr…" Nuestro Delta estaba sentado en una silla, con Hathor y Mana a los lados tocando sus orejas y masajeandolas. El pobre se dejaba hacer sumisamente mientras ellas aun no se creían lo que tenían al frente.

"Un delta, han pasado tantos años…" Sonríe la matriarca con aire dulce. "¡Y siendo una pequeña criaturita de Bastet, que honor que este en mi manada!"

"¡Y tiene orejitas suaves!" Mahad toma a Mana apartando a la chica con cuidado. "¡Oye!"

"Hermana, ¿que te he dicho de ser imprudente?" Le regaña el muchacho y la alza como una niña.

"¡Pero la señora Hathor hizo lo mismo!"

"Pero eso no te da derecho de hacerlo también."

"¿Por que no nos dijiste que eras un Delta?" Pregunta la mujer, apartando algunos mechones de su rostro. "Es más, ¿por que Seth no nos comento nada?, ese niño, voy a-"

"Yo le pedí que no dijese nada, no se enoje con él por favor." Toma sus manos viendo a la mujer de forma suplicante. "Yo estoy registrado como Omega, pocos saben que soy Delta."

"Madre, aqui las cosas son distintas." Atem se sienta a un lado de Yugi. "Los Delta deben ocultarse en esta parte del mundo, no es como Egipto que están protegidos por la ley. En Japón (y en Asia en general) es común el tráfico de Omegas y Deltas."

"¿Aquí son capaces de hacer eso?" El tricolor asiente observando a la mujer con resignación. "Lamento escuchar eso, no te preocupes nadie más sabrá." Toma sus manos y las aprieta con ternura. "Con más razón Seth debe de protegerte mi niño…"

"Ese idiota no lo cuida como debe." Gruñe por lo bajo, su padre le da un pequeño zape. "¡ouch!, ¿eso por que fue padre?"

"Por que no puedes hablar así de tu primo." Akna le reprende en una voz suave, el no necesitaba alzar la voz  para hacer que su hijo agachara el rostro y aceptara sin mucha replica.

"Puedo preguntar algo…" Dice timidamente Yugi, la africana sonríe indicando que sí. "¿A que se referían con discípulo de Bastet?, se que Bast es la diosa gato que representa la armonia…"

"Oh, claro olvidaba que no eres de Egipto" Hathor voltea a ver a su marido. "Querido, tu podrías explicarle mejor."

"Claro, permiteme." Extiende su mano, Yugi con cuidado la toma y se levanta par estar frente a frente con Aknamkanon. "Pequeño, para empezar debes de saber; los Alfa de raza pura provenientes de Egipto, son descendientes directos de los discípulos o sacerdotes pertenecientes a los templos de los viejos dioses egipcios." Akna observa un momento a su hijo. "Mi familia, es descendiente de los discípulos del templo de Anubis. Los varones de mi familia llevan en su sangre la herencia del chacal y su don de juez, verdugo y guardián."

"Oh, eso explica algunas cosas." Murmura recordando el juicio. Siente un escalofrío recorrer su espalda. "¿Eso que tiene que ver conmigo?"

"Pues." Toma suavemente las manos del pequeño y se inclina para ver mejor su rostro. "Los Delta en Egipto, son descendientes de los discípulos de Bastet. Es raro encontrar a un pequeño lejos de su tierra, ¿algún familiar tuyo viene de Egipto?"

"Creo…"  Murmura pensativo. "Mi abuela pero, ella murió mucho antes de yo nacer…"

"Eso explica por que acabaste tan lejos. Tu, pequeñito, formas parte del templo de Bastet y por lo que vi, ella no solo te acepta como digno discípulo sino que te bendijo con su presencia." Dice en un tono suave. "Eres un jovencito muy especial."

"N-no diga eso, por favor." Murmura y suelta sin querer un leve ronroneo.

. . .

Un día después de los acontecimientos, Yugi se encontraba de nueva cuenta en la mansión Kaiba. Seto y Jono no habían vuelto y no regresarían pronto, el tricolor tomo su celular y relee el mensaje que le mando el rubio a las diez con cincuenta minutos de la mañana.

Casualmente comprometidos (OMEGAVERSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora