VI

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Los bancos en mi curso eran de a dos. Y yo estaba solo, al fondo. Amelia y Perséfone se sentaron juntas mientras que Bautista se sentó junto a otro amigo suyo dejándome desamparado al lado de Bruno...

-González. El es Bruno González. Espero que le den una cálida bienvenida y pueda adaptarse correctamente.- comentó nuestra directora antes de irse. Cada letra que pronunciaba del nombre de Bruno me pegaba en el centro del pecho -Que tengan un buen día. 

La cosa es que todo empezó un miércoles de julio cuando lo vi por primera vez en la calle de casualidad y ahora lo tenía a mi lado por el resto del año en mi escuela.

-Eh... Se rompió tu lápiz ¿Te sirve igual o neces...

-No, gracias. Así esta bien- lo interrumpí.

Para ignorarlo decidí mirar al frente indiferentemente esperando a que la profesora de Lengua y Literatura comenzara con la clase. Pero fue en vano. Ella decidió empezar la clase haciéndole preguntas a Bruno.

-Bueno, González... Ya que es el único alumno nuevo aquí en éste salón al menos podría empezar por presentarse y contarnos un poco más de usted para conocerlo- insistió la profesora.

-Bueno, me llamo Bruno González. Tengo 16 años, que los he cumplido el 3 de Julio. Vengo de un barrio lejos de aquí pero me he mudado cerca de ésta escuela. Hace unos años también vivía en Mendoza y aún no he adquirido el acento cordobés. Amo leer. Tengo una colección de libros en mi cuarto la cual atesoro más que a nada y últimamente estoy interesándome por empezar a escribir - "¡Eso es lo mío!", pensé. No sabía donde meterme así que apenas Brunp hizo una pausa aproveché.

-Disculpe, profesora, ¿puedo retirarme e ir al baño?

-Por supuesto, si si. Vaya pero vuelva rápido. Prosiga, González- la profesora había quedado embelesada con Bruno.

Salí rápido del salón en dirección al baño para lavarme la cara un poco. Me peiné ya que llevaba mi peine de bolsillo conmigo y traté de relajarme. Justo cuándo quise salir del baño tocó el timbre del receso. Me detuve un momento y luego seguí mi camino. Me dirigí hacia la cantina escolar y le pedí a Fer, uno de los chicos que atienden allí quien es con quien mas afinidad tengo, una botella de agua saborizada con un sándwich. Quería comer algo para mantener la calma.

-¿Pasa algo? Pocas veces suelo verte así...- me dijo mientras me servía lo que pedí, con una actitud cuidadosa y precavida como si estuviese frente a una bomba a punto de estallar.

Levanté mi vista y lo miré con los ojos bien abiertos y una sonrisa casi tan amplia como la del gato risón de Cheshire.

-No... Para nada. No te preocupes. Muchas gracias. Por mi merienda y preocuparte, Fer.

Me guiñó el ojo mientras me sonreía y se iba.

Mientras tanto, al estar sentado en la ventana de la cantina, tenía una vista panorámica del patio de la escuela. Y en mi campo visual se encontraba Bruno. Creo que a ese tipo no le bastaba con estar sentado a mi lado en clases como para mirarme fijamente durante el recreo. Obvio tenía gente con quien hablar pero estaban todos alrededor de el cómo si fuese una súper estrella del deporte por la que todos se morirían por tener algún tipo de contacto. El sólo se mantenía apoyado contra una pared, con las manos en los bolsillos mirándome y hablando con su séquito de amigos y admiradores mientras yo intentaba comer.
La verdad es que me pareció de lo más lindo aquel miércoles en el semáforo pero se había vuelto algo arrogante y del típico seductor que se cree que con dos palabras ya te tiene a sus pies. Y además estaba algo asustado y confundido. Muchas coincidencias para menos de una semana y además es el primer chico que lograba ponerme en dicha situación. Y también el verlo como el chico nuevo que llegaba para arrasar con todo el alumnado por su llegada me hacía verlo de peor forma. Hasta se anotó en las clases de deportes para formar parte del equipo de fútbol; de seguro terminaba como los demás chicos: mucho peor de arrogante, popular y pedante.
La cosa es que le pagué a Fer y subí al aula ya finalizado el recreo para tomar asiento y esperar la siguiente clase.
-Chicos, vengo a comunicarles que no habrá clases de Inglés debido a que la profesora no ha podido venir. En éste caso le ofreceremos una película con la cuál trabajaran en la siguiente clase- dijo nuestra preceptora.
Automáticamente me puse cómodo para ver la película y en la mitad me dormí. ¿Como terminé? En los brazos de Bruno que aprovecho para abrazarme. Éste chico no paraba.
Finalmente nos fuimos de la escuela y fui a la librería mas cercana para conseguir un lápiz nuevo luego del episodio a principio del día. Bruno me siguió para hacerme una invitación.
-No grites, no te enojes y sólo escucha. Sé que tal vez todo ésto sea demasiada casualidad, te incomode y te provoque cierto rechazo pero quiero compensártelo y demostrarte que no soy como crees y que podemos llevarnos bien. Sin intenciones ¿Te parece salir alguno de éstos días? Por favor- esta vez, sonó bastante convincente y arrepentido de verdad. Pero seguía pensando igual. Normalmente soy algo prejuicioso pero tengo mis motivos y la mayoría de las veces me funciona y acierto.
-Acepto tu invitación pero déjame pensarlo y organizarme y te digo cuándo, ¿de acuerdo?
-Está bien, muchas gracias Chris. Nos vemos luego- se fue pero se dio vuelta para darme un beso en la mejilla e irse nuevamente.
La verdad no estaba del todo convencido pero no podía exagerarlo tanto. Merecía una oportunidad tal vez, pero estaba muy inseguro respecto a todo.
Aún sigo sin saber quién fue la figura que se apareció ante mi en Hielart ¿Habría sido él?

Christopher Brown y su corazón de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora