IV

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Era viernes por la noche y estábamos en plena cena. Hasta el momento había decidido ser paciente y esperar la respuesta de mis padres respecto a la noche en Hielart. Hasta que mi mamá dijo:

-Christopher.

-Si, ¿mamá?- Respondí antes de alzar mi vaso de jugo para pasar la comida.

-Hemos estado hablando y pensando con tu padre sobre la invitación al club nocturno del que nos has hablado. Y las verdad nos parece una gran idea, que empieces a soltarte un poco más de lo que normalmente haces, crezcas, salgas con tus amigos y todas esas cosas porque por lo general sabemos que sos algo tímido, reservado, y no nos esperábamos algo así pero bueno, sabes que siempre, pase lo que pase siempre podés contar con nuestro apoyo.

-Sólo queremos que sepas, que debes tener cuidado tanto dentro como fuera del club. Pasan muchas cosas peligrosas afuera cuando se trata de la noche. Nunca te dejes influenciar por nada ni por nadie. Confiamos en que sabes que es lo que está bien y lo que está mal. Y te lo aconsejamos porque te amamos- agregó papá.

-Está bien. Muchas gracias mamá y papá. Son los mejores- me levanté a darles un abrazo y un beso en la mejilla a cada uno.

-Propongo un brindis. Por nuestro bello hijo- dijo mamá.

-Opino igual ¡Salud!- finalizó papá.

Me sumé al brindis, obviamente, y me sentí muy bien con ese pequeño lindo momento.

Al día siguiente me desperté a las 11:00 am con un desayuno sorpresa por parte de mis amigos y mis padres, junto con toda la casa adornada en modo festivo con mis colores preferidos, azul y negro. Hasta todos los asistentes a mi festejo procuraron vestirse con dichos colores. Además de mis padres y amigos, se presentaron mis dos tíos, mis seis primos, y mis abuelos pero ellos llegaron a la hora del almuerzo.

La puerta de mi habitación estaba pintada con un fondo negro y líneas abstractas de color azul con brillos en ellas y algunos globos celestes. Tanto las barandas de las escaleras, el balcón de mi cuarto, y los rincones del techo del living estaban decorados con telas negras y azules, y globos blancos para contrastar. Para la entrada de mi casa, consiguieron una alfombra azul bellísima. Mientras que la mesa en la que comeríamos eran todas sillas, mantel y utensilios blancos, a excepción de mi lugar. Mi silla estaba revestida con terciopelo azul, plato negro y utensilios azules. También ambientaron la casa con música de la que a mi me gusta.

Todos trajeron algún regalo especial. Mis padres un traje azul: una camisa totalmente blanca, pantalones azules, un saco de terciopelo azul y un moño negro. Estaba hermoso así que apenas me levanté, fui a bañarme para poder usarlo el resto del día. Mis amigos trajeron una foto nuestra enmarcada en un gran cuadro celeste, más una canasta con bombones de fruta. Mis abuelos me trajeron un libro de aventura y fantasía que hace mucho estaba esperando que forma parte de una saga que sigo. Mientras que mis tíos me trajeron solamente dinero para invertirlo en cosas que quisiese o necesitase.

La verdad fue un muy lindo cumpleaños acompañado de la gente que más quiero. Nos la pasamos charlando entre todos. Hasta Perséfone, Amelia y Bautista se sumaron. Ellos ya son como de la familia.

En un momento abandonamos la charla y jugamos con mis primos que, por cierto, son más pequeños. Nos divertimos mucho.

Al rato, sonó una canción especial de cumpleaños y nos dimos cuenta que era hora de juntarnos todos de nuevo en el living. Estaba todo oscuro excepto por las velas que iluminaban toda la mesa y allí estaba mi familia esperándome en la punta donde estaba mi asiento con una magnífica torta de colores azul y plateado con los números 1 y 6 de color dorado por mis dieciséis años. Todo parecía casi una fiesta para una niña pero no, mis fiestas de cumpleaños siempre han sido así de elaboradas. Me senté a la mesa, y pedí mis tres deseos mientras cantaban el feliz cumpleaños. Soplé las velas, recibí de nuevo saludos, felicitaciones y aplausos y, luego de ello, nos dispusimos a repartir porciones de torta para todos. La estaba pasando muy bien. De verdad. Y ya estaba cayendo la noche.

Christopher Brown y su corazón de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora