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Después de que acabasen las clases de aquel día, Yuta fue a casa de Hyemi para que esta lo ayudase un poco con el inglés.

- Hyemi cielo - dijo la señora Kim desde la cocina - no he hecho la comida hoy, pero hay fideos instantáneos en el cajón, yo me tengo que ir de urgencia al trabajo - estaba tan ocupada metiendo las cosas en su bolso que ni se dió cuenta de la presencia del chico.

- Mamá, él es Yuta - nada más decirlo, su madre se quedó impresionada de que su hija tuviera un amigo, y todavía más que lo haya traído a casa.

- Hola Yuta, yo soy Haseul, pero puedes llamarme mamá, ya sabes, los amigos de mi hija son como mis hijos - decía en un tono muy dulce y amable.

- Encantado de conocerla mamá - decía mientras hacía una reverencia.

- Ah, que chico más encantador. Bueno, yo me tengo que ir ya, pasadlo bien niños.

Al irse la señora Kim, Yuta sonrió y dijo lo amable que le había parecido, Hyemi en cambio, cambió de tema y le preguntó si quería ayudarla a hacer los fideos.

Mientras estaban en la cocina, Yuta le tiró un poco de agua a Hyemi, ya que quería alegrarla un poco, y funcionó, aunque no inmediatamente, ella comenzó a jugar con él, acabando así con Yuta encima de ella haciéndole cosquillas.

- ¡Yuta! ¡Yuta! ¡Para! - decía entre carcajadas.

- Bien, bien, tu ganas - dijo Yuta ofreciéndole su mano para levantarla del suelo.

Después siguieron preparando su comida como si nada hubiera ocurrido. Comieron entre bromas y risas, como si fueran amigos de hace años atrás. Aunque hacían unas pocas horas de haberse conocido, realmente se habían llevado muy bien.

- Yo nunca, nunca, he besado a alguien - dijo Yuta con su su chupito de Nesquik en la mano listo para beberlo, pero estaba esperando a que Hyemi lo bebiera primero.

- ¿A que esperas Nakamoto? Te toca beber - dijo Hyemi animandolo a hacerlo.

- ¿Y tu no vas a beber? - preguntó él, consiguendo un no por parte de ella - espera, ¿realmente nunca has besado a alguien?

- Uhm, no.

- ¿Cómo es eso posible? Eres una muy buena chica, no lo entiendo.

- Nunca he salido con nadie, solo eso - dijo ella como si de nada se tratase - venga, sigamos jugando.

Y así fue, continuaron con el juego, aunque Yuta solo pensaba en eso, en que esos rosados, dulces y suaves labios que tenía Hyemi, nunca habían sido besados.

- Hyemi, yo, uhm, ¿Puedo...? - intentaba terminar la frase, pero no podía.

- No soy adivina, suéltalo.

- ¿Puedo ser tu primer beso?

Exacto, lo había preguntado tan simple, tan puro, que simplemente era sorprendente.
Hyemi se quedó petrificada mientras intentaba procesar su pregunta.

- ¿Por qué querrías ser mi primer beso?

- No lo sé, simplemente siento que tengo que ser yo - decía en un fallido intento de excusa.

- Uhm - se paró a pensar unos segundos - vale, puedes ser mi primer beso.

Yuta pensó que para no relacionarse demasiado con la gente y para no haber salido nunca con nadie, había accedido muy rápido y muy fácilmente. Él no sabía el por qué, pero la verdadera razón es que ella se sentía muy cómoda con el, como si lo conociera de toda la vida, y eso la hizo acceder fácilmente.

Yuta apartó los libros que tenía Hyemi encima, los colocó con cuidado en el escritorio y se fue hacia la cama, donde estaba ella sentada.

Lentamente se sentó a su lado y puso una de sus manos en la cara de Hyemi. Miró hacia sus labios y luego hacia sus ojos, esperando la aprobación de ella para hacerlo.

Acercó su rostro al de ella y con delicadeza unió sus labios. Aquel beso era tan dulce, tan puro, tan bonito, que ninguno de los dos quería que acabase.

Por un momento la intensidad de aquel beso aumentó, haciendo que Hyemi se apartase avergonzada por lo que acababa de ocurrir.

- Yo, uhm, creo que ya hemos acabo de estudiar por hoy, deberías irte - decía sin mirarlo a los ojos.

- Tienes razón, si, bueno, hasta mañana - dijo mientras rápidamente guardaba sus cosas en la mochila - no necesitas acompañarme, ya sé dónde está la puerta.

Al escuchar la puerta de la entrada cerrarse, Hyemi saltó a la cama, tapó su cara con una almohada y comenzó a gritar.

No sabía por qué se sentía así. Le había gustado aquel beso, no; le había encantado aquel beso. Se había sentido como en las nubes. Pensaba en los labios de Yuta mientras tocaba los suyos propios. Los labios de el eran tan suaves y dulces, tenían un leve sabor a cereza y su roce con los labios de ella era simplemente inexplicable.

Al darse cuenta de lo que estaba pensando, ella rápidamente apartó su mano de sus labios y volvió a la realidad.

Rápidamente fue hacia el baño para tomar una ducha fría, para así despejar su mente. Al salir, su madre ya había vuelto a casa.

- Hyemi, ya he vuelto cariño - decía con su característico dulce tono de voz.

- Hola mamá - respondió mientras secaba su pelo con una toalla y bajaba las escaleras.

- ¿Yuta ya se ha ido?

- Uhm si - realmente estaba intentando olvidarse de lo que había pasado, pero no podía, y menos ahora que su madre había comenzado a hablarle de lo encantador, guapo y educado que era Yuta.

Hyemi se negó a cenar y subió directamente a su habitación. Quería dormir y solo dormir, como si así lo que había pasado se fuera a olvidar.


𝗮𝗺𝗼𝗿𝗰𝗶𝘁𝗼 - 𝗬𝘂𝘁𝗮 𝗡𝗮𝗸𝗮𝗺𝗼𝘁𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora