9;; Uniforme

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Hace un par de meses, Kyle entró al equipo de baloncesto del instituto. Al principio fue más como un pasatiempo, pero con el paso de los días acabó convirtiéndose en su verdadera pasión.

Y Stan se había ocupado de apoyarle al cien por cien; no faltaba a ningún partido y siempre hacía pancartas apoyando al equipo, y sobretodo a Kyle.

Pero uno de los motivos principales por los que Stan estaba tan agradecido de que Kyle hubiera entrado al equipo de baloncesto, era el uniforme. Bendito uniforme. Los pantalones cortos marcaban mucho, Stan no sabía si Kyle era consciente de ese hecho pero jo-der. Y ya por no hablar de cómo la camiseta se le pegaba al cuerpo con el sudor, ni de cómo sus brazos parecía que iban a rasgar los tirantes en cualquier momento.

Stan está dispuesto a cometer una de sus locuras.

Kyle siempre es el último en salir del vestuario; su cabello necesita mil veces más cuidados que el cabello lacio de revista de sus compañeros de equipo.

Y aquí es cuando Stan agradece a la genética por darle un afro a su novio.

— Ky, Ky, ¡Ky! —Stan se abalanza sobre Kyle, abrazándole desde atrás.—

— ¿Qué haces aquí? Aún no he terminado.

Stan se muerde el labio inferior y ahí es cuando Kyle se da cuenta de que hoy va a tardar mucho más en salir del vestuario.

Cuando eran pequeños, Stan solía ser el más alto entre los dos. Pero al llegar a la adolescencia, Stan se había quedado en un metro setenta, mientras que Kyle había alcanzado el metro ochenta y nueve.
Y cuando eran pequeños también, Stan animaba a Kyle a probarse sus camisetas. Lo hacía porque le quedaban enormes y eso provocaba en Stan unas sensaciones imposibles de descifrar para su mente infantil, pero que ahora entendía a la perfección.

— ¿Me dejas tu camiseta?

— ¿La del uniforme? —Kyle alza una ceja y Stan solo se limita a sonreír.— Estás raro, Stan.

Aún así, Kyle le da la camiseta. Ni siquiera sabe por qué Stan la quiere, pero se la da de todos modos.

Stan se quita la camiseta que llev puesta y se pone la del uniforme de Kyle. Efectivamente, le queda enorme. Es tan grande para él que podría considerarla un vestido.

Y con los vestidos no se usan pantalones, ¿No?

Stan solo lleva la camiseta del uniforme de Kyle. Y si ya ha llegado tan lejos, no ve por qué no debería continuar con esa idea fugaz que se le había pasado por la cabeza.

Así que besa a Kyle con suavidad, pero sin esconder en ningún momento el deseo que siente. Se pone de puntillas y entrelaza los dedos tras la nuca del pelirrojo, sintiendo los rizos rozar con sus manos.

— ¿Qué te parece un cambio de roles?

De todas las cosas que Stan había hecho, a Kyle esa le parecía la más loca.

— ¿Te refieres a..?

Stan sonríe, tomando una de las manos de Kyle y llevándola sobre su espalda baja, e incluso bajando más de la cuenta.

— Sabes perfectamente a lo que me refiero.

Kyle no se resistió a la propuesta de Stan.

Y cuando salieron del vestuario, Stan tenía una sonrisa de oreja a oreja, mientras que Kyle aún intentaba procesar lo que acababa de pasar ahí dentro.

Ventaja número nueve de enamorarte de tu mejor amigo: vergüenza, ¿Quién te conoce?

Ventajas de enamorarte de tu mejor amigo;; styleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora