8;; Vampiro

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— ¡Mira lo que he encontrado!

Kyle sujeta una dentadura de plástico en sus manos. Era una de esas típicas dentaduras falsas de vampiro, de esas que puedes encontrar fácilmente en cualquier tienda de disfraces.

Y rápidamente, la situación se sale de control. Kyle va con la dentadura de plástico puesta, persiguiendo a Stan, que finge estar asustado, por toda la habitación.

— Oh, ¡Un vampiro judío sediento de sangre me está acechando, que alguien me salve!

Los dos ríen sin parar. Recuerdan cuando eran pequeños, sus tardes de juegos en la que reían hasta llorar, hasta que les dolía el estómago y las mejillas. Esas tardes que eran perfectas solo por el hecho de que estaban juntos, en su pequeño paraíso de inmensa felicidad, ajenos al sentimiento tan alejado de la simple amistad que crecía entre ellos.

Tras un par de minutos, Kyle consiguió acorralar a Stan contra la pared.

— ¿Vas a morderme? ¡Ten piedad, por favor!

— Haré lo que tenga que hacer.

Kyle decide jugársela a Stan; Stan siempre era el que le hacía pasar vergüenza, el da las insinuaciones y todas esas cosas que hacían sonrojar a Kyle. Así que, ¿Por qué no cambiar los roles por un momento?

Kyle retira con cuidado los colmillos de plástico de su boca. Stan no se ha dado cuenta, de eso está seguro. Cuando Kyle clava con suavidad sus dientes sobre el hombro del moreno, no sabe muy bien si Stan aún está actuando o si hay una parte de él que realmente lo está disfrutando, a juzgar por como su corazón se ha acelerado.

Cuando Kyle mira a los ojos Stan, la sorpresa no puede ser más satisfactoria. El azabache está completamente sonrojado, con las pupilas dilatadas e incluso la respiración errática. A Kyle le resulta cómico verle en ese estado.

— ¿Quién te ha dicho que pares?

Kyle hace una mueca en nuestra de su confusión, así que Stan acaricia sus pelirrojos rizos y la atrae hacía sí.

— Muérdeme, vampirito. Te tienes que alimentar, ¿No?

Kyle sonríe contra la piel de su novio. Maldito Stan.

Así fue como Stan acabó con el cuello lleno de chupetones que tardaron semanas en irse. Y que atrajeron bastante atención, pues Stan se negaba rotundamente a ocultarlos.

Ventaja número ocho de enamorarte de tu mejor amigo: la confianza. Nada más que decir.

Ventajas de enamorarte de tu mejor amigo;; styleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora