A ELLA LE DEBO MI AMOR

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Me siento en la cama y dejo mis lentes en la mesa de noche. Sonrío al ver el monitor del cuarto de Lua. Estás acostada con ella mientras le acaricias el cabello y le lees un cuento. 

Mis amores bonitos.

"The end." Te escucho decir por el monitor al mismo tiempo que cierras el libro.

"Otro mami." Te pide.

"Ya es tarde, güera. Es hora de dormirnos."

"Poquito más y ya." Te hace ese pucherito irresistible. 

Suspiras resignada. Se supone que la fácil de las dos soy yo pero qué difícil es luchar contra esa carita llena de ternura maquiavélica que tiene nuestra hija. "Bueno, unos minutos nada más, lunita. Pero shh...." Llevas tu dedo a tus labios en señal de guardar silencio. "No le digas a mamá." Volteas a la cámara guiñándome un ojo. "¿Quieres una historia cortita?" Le preguntas.

Lleva su dedito a la barbilla pensando unos segundos antes de negar con la cabeza. "No, mami."

"¿Quieres un ataque de cosquillas?" Levantas las cejas y mueves tus dedos para asustarla.

Lua suelta una carcajada y empieza a moverse como lombriz loquita repitiendo: "Cosquillas no, cosquillas no." 

Me acerco al micrófono del monitor. "Ya las escuché, parlanchinas." 

Lua abre los ojos sorprendida y lleva sus manitas a su boca para tapar sus risas. Te ríes con ella y vuelves a indicarle que guarde silencio. "Cierra los ojos para la cámara y pretende que ya nos ganó el sueño." Le dices a tu cómplice antes de apoyar tu cabeza en la almohada y cerrar tus ojos. Y como tu más fiel seguidora, hace exactamente eso y hasta hace sonidos de ronquidos extremadamente fuertes. Muerdes tus labios para aguantarte la risa y unos segundos después abres los ojos y volteas a verla otra vez. 

"¡Ya sé qué podemos hacer!" Exclamas. "¿Quieres cantar?"

Lua voltea a verte con una sonrisa enorme en la cara. Ama cantar contigo. 

Desde que nació, incluso antes, cuando estaba en mi panza, se movía muchísimo cada vez que le cantabas. Te volviste la master en hacerla dormir y calmarla en las noches con tu hermosa voz y hasta ahora sigue siendo una de sus formas favoritas de conectar contigo. Yo muero de amor al escucharlas.

"Sí." Responde feliz. "Mami, te quiero." Se acurruca en tu costado y apago el monitor justo cuando empiezan a cantar una de sus canciones favoritas. Aunque escucharlas es uno de mis más grandes placeres, me gusta darles su espacio.

Sonrió pensando en sus mejillas suaves, en sus labios rosados, en sus ojos tan brillantes y profundos. En su corazón tan lleno de magia.

Dentro de esa tormenta de energía que es nuestra hija, hay un ser hermoso. Es demasiado traviesa, demasiado curiosa, demasiado preguntona, demasiado terca. Pero todo eso la hace única. Ella es la esencia más pura.

Sus travesuras logran sacarnos las más grandes risas, su curiosidad nos hace pensar en cosas que nunca antes habíamos pensado y sus preguntas nos hacen buscar absolutamente todas las respuestas, incluso su terquedad nos ha ayudado a ser mucho más pacientes. 

Mi corazón se expandió cuando llegó a nuestras vidas.

Antes de tenerla ni siquiera estaba segura de si quería ser mamá pero al verla a los ojos por primera vez supe que estábamos destinadas a estar juntas. Ella nos eligió para ser sus guías pero más bien parece como si fuera nuestra maestra de vida.

Es como esa parte que me faltaba sin saberlo. Ese brillo extra que necesitaba mi vida, ese amor que mi corazón anhelaba. Es la ausencia que abruma si no está junto a mí.

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