Capítulo 12.

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Matthew.

Arreglé mi corbata una vez más y esperé a que el elevador se abriera. Una vez la puerta se abrió, le ofrecí mi brazo a Camila, la cual lo aceptó. Ambos caminamos hacia la puerta principal, la cual fue abierta por un botones. Hice un movimiento de cabeza agradeciéndole al señor y seguí mi camino junto a Camila.

Una vez más, ¿por que traigo un esmoquin? Creo que exageré un poco con la vestimenta.

Giré a mirar a Camila, la cual me sonrió. Le devolví una sonrisa nerviosa y busqué la camioneta con la mirada.

- Ahí está. - Camila señaló con su dedo la camioneta.

Ambos caminamos hacia ella. La abrí la puerta y ella se subió primero. Antes de entrar, le dije al conductor hacia donde ir. Cerré la puerta luego de montarme y le sonreí a Camila.

- Me das miedo, estás muy callado. - Rió.

- Y tú no paras de hablar. - Reí.

Ella paró de reír y carraspeó su garganta.

- Digo. - Carraspeé mi garganta. - No quise decir eso. No mal interpretes. Yo solo quería decir que... que eres la única hablando. -

- Sí, no te preocupes, no te culpo. - Acomodó un mechón detrás de su oreja y rió a lo bajo.

Mierda.

El trayecto siguió silencioso. Lo único que se presenciaba en el auto era la música baja, el sonido del teclado del celular de Camila al ella teclear y el sonido que hacían mis manos al chocar con mi regazo.

Sentí el auto detenerse. Arreglé mi corbata y miré hacia Camila esperando a que ella hiciera lo mismo, pero no lo hizo.

- Em, Camila, llegamos. - Le avisé.

- Oh, sí, claro. - Dijo a la vez que guardaba su celular en su cartera.

Sonreí sin mostrar los dientes y me bajé. Esperé a que ella hiciera lo mismo para luego cerrar la puerta. Una vez más arreglé mi corbata y le ofrecí mi brazo. Ella gustosa aceptó para luego caminar hacia la elegante puerta del restaurante de cinco estrellas.

Sí, lo sé, muy romántico.

- Buenas noches y bienvenidos, ¿en algo los puedo ayudar? - Preguntó amablemente el señor de unos cincuenta y tanto años.

- Em, sí, reservación para dos del señor Espinosa. - Le dije.

Él revisó la libreta de reservaciones. Cuando encontró mi nombre le hizo una marca.

- Síganme, por favor. - Hizo un ademán y comenzó a caminar seguro de que nosotros lo seguiríamos.

Miré a Camila, la cual inspeccionaba el lugar con una sonrisa de oreja a oreja. Se abrazó más a mi brazo y no quitó la mirada de su alrededor. Algunas personas susurraban y me señalaban.

- Mesa para dos en la terraza a petición del señor Espinosa. - El señor abrió una puerta corrediza, dejando ver a la vista una mesa para dos con una vela en medio de la mencionada.

Corrí una de las silla para que Camila se sentara, la cual me agradeció al hacerlo. Rodeé la mesa y me senté delante de ella.

- Aquí tienen. - El señor nos entregó los menús. - Volveré en unos minutos. Espero que disfruten de la hermosa vista de la ciudad, un placer servirles. -

Camila y yo agradecimos al unísono. Él asintió y salió, cerrando la puerta corrediza y cubriéndola con cortinas. Mi vista giró a ver a Camila, la cual miraba la ciudad. Su cabello se movía al ritmo del viento.

Two more | Caniff and Espinosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora