Cerdito mafioso

254 14 11
                                    

Jerom en la foto.

El mapa tenía de título "Mapa del Tesoro". Estaba marcado con flechas rojas que marcaban a donde había que ir. Todas señalaban a Arsonville. Creo que el viaje tardará más que unos días...

- No podemos ir -Jerom se revolvió incómodo en su asiento- podría ser una trampa.

- ¿De quién? -dije exasperada- Además, tengo esto -le enseñé la pistola en la mochila.

- ¿Y sabes usarla? -preguntó.

- Claro - Cuando mi abuelo Toto vivía, él y Tati me llevaron a un campo de tiro. Decían que como era niña, tenía que aprender a defenderme. Pero nunca había usado una fuera de ese lugar.

- Te seguiré a donde sea que vayas -me tranquilizó Frand Tsua. Le sonreí.

Primero tenemos que ir a Benston. Jerom dijo que tenía un tío que le podía prestar una moto.

Mi celular vibró. Eran mensajes de todos mis amigos. Ya debieron haberse dado cuenta de que algo andaba mal. Los leí y todos preguntaban en donde estaba y que volviera. Pues no pienso hacerlo. Hay un misterio por resolver.

Ja, creo que mi sueño de ser parte de scooby doo se ha hecho realidad.

Cuando el bus paró, tomé una roca, rompí mi celular y lo tiré a la basura. Podrían rastrearlo. Un iPhone5, nada importante.

Nos subimos a otro bus que decía Benston y me dormí, en el hombro de Frand Tsua.

- Quédense aquí -Jerom nos dijo que su padre se alejó de su tío por un "simple" detalle: es un mafioso. Quién lo diría. Jerom, sobrino de un mafioso. Podía mandar a los matones de su tío a comprarle chocolate.

Mientras tanto, Frand Tsua y yo fuimos a comprar helado. Consejo número 34 del libro "Qué hacer cuando tu mejor amigo está con un mafioso": Comprar helado.

Estaba asustada y a la vez emocionada por lo que encontraríamos al seguir el mapa. Y Frand Tsua lo notó.

Me sonrió. - Te confesaré algo: Cuando tenía 8 años, mi tía me llevó a jugar a un parque. Ese día, vi a una niña columpiarse tan rápido que se cayó y se raspó las rodillas. Todos los niños se rieron de ella, menos yo. Yo la veía atentamente. Se fue a sentar a una banca y se limpió las rodillas. Era fuerte y eso me gustó. Arranqué una flor, se la di. Y me di cuenta de que era hermosa. Y me fui. -Frand Tsua reía y me miró sonrojado.

Oh Dios.

- ¡Eras tú! Sólo te vi de espalda cuando te fuiste. Nunca más te volví a ver en ese parque -Esto es increíble.

- Mi tía murió. Cuando te vi en clase de fotografía te reconocí al instante, pero no me atrevía a hablarte, sabes como soy -fijó sus ojos en los míos- y entonces...

- Y entonces Ella nos presentó -y todo cambió. No puedo creerlo.

Lo abracé y él a mí.

Jerom llegó y dijo que no lo dejaban entrar los hombres de su tío, así que tuvimos que ir.

Jerom fue hacia los guardias. - Hola chicos, ¿me dejarán entrar?

- No -los hombres respondieron al unísono. Eran muy musculosos y calvos. Jerom volvió a donde estabamos Frand Tsua y yo.

- Ya se lo que hay que hacer, ponganse estos -les di unos lentes oscuros. Suerte que hoy traía puesta una falda. Saqué unos tacones de la mochila y me los puse. ¿Por qué los traje? Podía ocurrir una emergencia, justo como esta. - Pónganse detrás de mi, los dos.

Caminamos hacia los guardias. - Hola chicos -hablé con la voz más seductora que pude- quiero ver al señor Hanstron. ¿Me dejan pasar? -los dos hombres se miraron y asintieron, nos cargaron a los tres.

- ¡Suélteme! -los hombres sólo se reían.

- A mi no me viene nada mal un paseo -Jerom alzó los brazos como si estuviera en Titanic.

- Calma Peter Pan -le dijo Frand Tsua.

El interior de la casa era muy grande y oscuro. Los hombres nos llevaron por un camino largo donde habia muchas puertas de los dos lados. Una de ella estaba abierta y mientras pasamos, vimos a un hombre musculoso golpear a otro y decirle que le pagara a Hanstron.

Al final del pasillo, había una gran puerta. Se abrió y los hombres nos soltaron dentro. "Vaya, vaya". Una voz se oyó detrás de un gran escritorio. La silla dió una vuelta y se mostró el que debía ser el tío de Jerom. Estaba acariciando un cerdito rosado.

- Hola sobrino. Tanto tiempo sin verte -dijo con una voz gruesa. Era gordo, de piel canela y ojos miel. Se parecía mucho a Jerom. Si se descuidaba estaría así en unos años. - Te presento a Porki.

- Hola tío. ¿Podrías prestarnos unas tres motos? -miraba a su tío incómodo.

- Bien. Sólo porque me alegro de verte. Hay que ayudar a la familia.

Hanstron ordenó a sus hombres que sacaran las motos afuera. Mientras que Jerom y él hablaban de cosas de familia, yo miraba los retratos que tenía. Había una foto de Hanstron con mi abuelo. No Toto, el padre de mi padre. Nunca lo conocí. Sólo lo he visto en fotos.

- Nunca pensé en estar aquí con alguien como usted -mis pensamientos salieron ain pensar.

- Querrás decir con un mafioso.

- Sí señor, eso quise decir.

- Mi querida niña, ya estabas metida en esto... Bueno muchachos, el tiempo es oro. Pueden irse ya.

Antes de que pudiera preguntarle a que se refería, los hombres nos cargaron hasta la salida. Sólo pude ver al hombre sonriendo mientras acariciaba a Porki.

                                 

ColapsoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora