Capitulo 3.

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Holi, bueno si les gusta la lectura sientanse libres a recomendarla. Gracias ;)

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Bajé las escaleras corriendo perdida en mis pensamientos y de pronto casi me caigo porque alguien se apareció frente a mí.

- Hola -dijo él. 

- Mathias -solté.  De acuerdo, estaba nerviosa.

Me quedó mirando o al menos eso supuse, porque no lo podía decir con certeza ya que siempre usaba esos lentes oscuros. Le di una rápida mirada y me di cuenta de que él también necesitaba una asesoría de imagen. Repito, estaba nerviosa, y cuando estoy nerviosa tiendo a fijarme en cosas sin importancia para distraerme.

- ¿Es cierto que los filósofos no tienen plata? -me preguntó de repente.

Tampoco podía decir si es que lo decía en tono de broma o no, porque ese hombre nunca se reía. 

- Tú eres el filósofo,  tú dime.

- Tengo una camiseta del Real Madrid original, ¿tú qué crees?

Por primera vez Mathias se rió. Me reí con él.  Se quitó los lentes y pude observar sus ojos chocolate y sus largas pestañas. La verdad es que tenía unos ojos muy bonitos.

- Creo que si alguna vez estoy cerca de esa camiseta, te la robaría. 

- ¿O el escudo?

- Claro, si es de mi amorcín.

Mathias se acercó más.  Esto era alarmante, estaba muy cerca.

-  ¿Te refieres a mí o al Capitán? 

- A Steve, obvio. No sabía que ya eras mi amorcín, aún no te he dicho nada.

Él se sonrojó y desvió la mirada.

- Además nunca te diría “amorcín” -le dije- Creo que podría ser “cuchurrumín”, pero no sé si te gusta la idea de compararte con Mike Wasawski, porque él es redondo y tú eres flacucho.

Me cogió de sorpresa el beso que me dio. No lo rechacé, claro, besaba muy bien, realmente bien. Mathias no era perfecto, no era súper musculoso ni súper churro, era solo un chico, bueno, un hombre normal. Era filósofo,  no hay que pedir tanto.

Luego de eso salimos un rato a vagar por el campus. Andar con un profe -en todos los sentidos- era algo extraño. Me presentó a sus amigos que habían sido jefes de práctica junto con él en sus épocas.  Fue vergonzoso ver a mi antigua jp de narrativa en ese grupo y pretender hablar con ellos de lo más normal. 

Mathias me tomó de la mano todo ese tiempo. Era algo incómoda para mí, pero lo dejé porque pesé que era tierno. Me di cuenta que a pesar de todas las ideas opuestas al sistema que él tenía, era un hombre bastante tradicional.

Lo más sorprendente era que no me molestaba. Era Mathias, era muy lindo y quizás esto podría funcionar.

Los ValdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora