Capítulo 5.

26 1 1
                                    

Encontramos a Liliana en la muestra de arte contemporáneo del centro cultural. Yo me desvíe a la parte de Literatura, mientras que ellos se fueron a la zona de Historia. Muchas personas empezaron a acomodarse en unos asientos puestos frente a un simple escenario, al parecer iba a haber la presentación de un libro. Identifiqué a mi antigua profesora de Narrativa de la universidad, quien iba de un lado para el otro asegurándose de que todo estuviese listo.

Me senté en la última fila por si en algún momento James llamaba y tuviese que salir, pero como estaba con Lili, quizás eso no pasara. Ojalá. 

Al parecer iba a ser mi ex profe la que se presentase, así que me emocioné. Había adorado su curso cuando lo llevé, aunque ella estaba medio loca y sus lecturas aún peor. Pero me equivoqué,  no era mi profesora, era un hombre. Un hombre muy atractivo.

Leí su nombre en la presentación proyectada en el fondo blanco detrás del escenario. Oh Dios, hasta su nombre era perfecto

Mark Gray era un hombre alto, de cabello oscuro y abundante. Sus cejas eran gruesas, se notaba una leve capa de barba en su rostro y sus ojos eran de un color que no pude notar con certeza porque estaba muy lejos. Pero el hombre era mágico. Un Apolo, un Hércules, un... De acuerdo, quizás estaba exagerando.

Era atractivo, su voz era gruesa y vestía un traje azul oscuro. Estaba tan loco como mi profesora, o por lo menos leía los mismos autores fumados. Frye, Jung, Bajtín, etc.

Al final de la presentación,  me enteré de que iba a enseñar en mi universidad.  Me derretí por dentro; gracias Dios que trabajo en el edificio de oficinas de los profesores de Humanidades.

Mark Gray era literato, era lindísimo, era extranjero.

Cuando volví a encontrarme con James, él estaba solo y con una copa en la mano.

- ¿Dónde has estado? ¿Y por qué estás sonriendo como estúpida?

- James, amo mi trabajo. Y amo tu facultad, todo es perfecto.

Sí, estaba como estúpida. James me miró raro y me pasó una copa. 

- ¿Ya puedes beber, no?

- Tengo veinte, idiota. Dame trago.

- Qué borracha, con tal de que no te subas a la mesa, toma lo que quieras –me dio una mirada de soslayo. Había algo raro en él- Oye, tu vestido está muy corto.

Fruncí el ceño.  James sí que sonaba extraño,  creo que ya estaba borracho.

- ¿Cuánto has tomado? ¿Dónde está Pérez? -traté de quitarle la copa de la mano. Él se movió. 

- Pérez se fue, ah, adivina qué.

Alcancé la copa y se la quité.  Cogí un vaso de agua de la bandeja que ofrecía un mozo y la puse en su mano. Él pareció no darse cuenta del cambio.

- ¿Qué?  -le insté a que hablara.

- Pérez canceló la cita. Nuestra cita.

Tardé unos segundos en entender lo que me decía,  estaba tratando de controlar sus brazos torpes que se movían y chocaban con todo aquel que pasaba por su lado.

- ¿Y estás tomando porque por primera vez una chica te rechazó?

El meneó la cabeza.

- Ella me dijo que quería ser amigos con derechos. Vaya que Lili es europea. No me lo esperaba.

Esa vez sí me quedé en shock. Sí me sorprendía porque ella se veía súper dulce y tranquila. James, por primera vez, se veía devastado. Eso o era el efecto del trago.

Debía sacarlo de allí antes de que se pusiera a sí mismo en ridículo y arruinara su tan preciada reputación.  Lo tomé del brazo y él se zafó. Parecía un niño malcriado.  Volvió a coger mi brazo y entrelazó sus dedos con los míos.  Okay, ahora me quería seducir.

Así caminó tranquilo hasta el auto. Lo metí en el asiento trasero  y cogí sus llaves. Oh mierda, ¿ahora qué hacía?. No sabía manejar, era una chibola pulpin que usaba micros y que no tenía ni idea ni de cómo poner la llave  en el carro.

Okay, tranquila. Todo iba bien. Cogí la llave y la metí en la abertura al lado del timón.

Había visto a James manejar varias veces, no podía ser tan difícil.  El motor arrancó y me quedé congelada.

Cogí la manija de cambios y la moví. Pisé un pedal y me arrepentí al instante.

Mierda, había chocado, James me iba a matar. El auto empezó a sonar con la alarma. James cayó al piso de la parte posterior y yo traté de apagar ese maldito ruido antes de que mi jefe se despertara.

Felizmente  no despertó.  Solo hizo unos ruidos raros y volvió a los ronquidos. Debía estar muy borracho. ¿Cómo puedes beber tanto en una exposición de un centro cultural?

No tenía ni idea de qué hacer; no podía quedarme con él toda la noche dentro de su auto.

Tomé mi celular y dejé mi ataque de pánico de lado. Busqué el número de Mathias y lo llamé.

- ¿Hola? -se notaba que lo había despertado.

- Mathias,  necesito que vengas. James está borracho y choqué su carro -hablaba rápido y mi voz incluso temblaba.

- ¿James, qué?  ¿Quién habla?

Gruñí internamente.  Malditos Valdez idiotas.

- Soy Camila, idiota. La flaca que te va a terminar si no te paras de la cama y vienes al centro cultural de la cato en este momento.

- ¿Cami? ¿Aún estás allá?  Son las doce.

- No me digas Cami –lo regañé- Apúrate, Mathias,  James está borracho y choqué su puto auto. ¡Ven ya, coño!

Mathias siguió hablando pero al final dijo que iba a venir.

Colgué.

Miré a James y se veía adorable, aún con los ronquidos y la borrachera. ¿Cómo podía convertirse de esto al ogro que era cuando estaba despierto? Y pensar lo que me iba a decir mañana cuando viera a su preciado auto.

Me pasé al asiento trasero y me acurruqué en la esquina opuesta de donde estaba la cabeza de James. Hacía frío,  joder, y el vestidito que me había regalado no abrigaba nada. ¿No se le había ocurrido acaso también regalarme un blazer?

Los ValdezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora