Volver a mí

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10 de febrero

Era lunes temprano y los rayos de sol se filtraban por la ventana, iluminándole la cara a un Gèrard que dormía profundamente con una sonrisa en la cara, esperando para ser despertado por una de sus muchas canciones, que tenía configuradas como despertador. En cuanto dieron las siete, la voz de Allen Stone inundó la habitación haciendo que el chico abriese los ojos y diese un salto para bajarse de la cama.

Solía ser alguien de procesamiento lento por las mañanas, es decir, que necesitaba su tiempo para ser plenamente consciente de sus acciones y no deambular por su casa como un zombi. Pero esa mañana se había levantado con especial energía. Miró por la ventana, el tiempo coincidía completamente con su humor y eso solo le alegraba más, así que se empezó a vestir mientras canturreaba la canción que todavía sonaba en su móvil. Cuando terminó se miró satisfecho, a pesar del sol que proporcionaba un ambiente cálido, seguía siendo invierno y todavía hacía frío; se había vestido con un jersey verde y unos tejanos negros, acompañado de sus gafas metálicas. En cuanto terminó, se dirigió al baño para peinarse y al mirarse al espejo maldijo sus ojeras, descansase o no, era incapaz de librarse de ellas, al menos las gafas las disimulaban un poco. Tras pelearse un rato con su pelo hasta conseguir dejarlo más o menos donde quería, fue a desayunar, encontrándose con su padre en la cocina.

-¡Buenos días!

-Buenos días, cuanta energía tienes hoy de buena mañana, ¿no? – Respondió sorprendido Iván, que se encontraba en ese momento preparando el desayuno.

-Si, hoy me he levantado de buen humor, supongo. – Dijo mientras una pequeña sonrisa le aparecía en la cara.

-Uy, yo conozco esa cara... ¿Con quién has quedado hoy? – Preguntó su padre levantando una ceja, mientras ambos se sentaban para comer lo que había preparado.

Gèrard y sus padres tenían una relación que resultaba un poco extraña para mucha gente, y es que tenían una plena confianza mutua y ningún reparo para hablar de las cosas entre ellos. Se lo contaban todo, y se conocían muy bien. Y esa conexión era más fuerte con su padre, era por eso por lo que Iván había podido leer la expresión de su hijo con tanta facilidad. A pesar de todo, Gèrard dudó en lo que debía responder.

-Solo he quedado para ayudar con una composición. – Explicó, no muy convencido de si Anne le consideraba su amigo.

-¿Y puedo saber a quién vas a ayudar? – Iván preguntaba para poder ayudar a su hijo, aún que una parte de él quería saberlo también por puro cotilleo.

-¿Te acuerdas de mi amigo Rafa? – Iván asintió sorprendido. – No, no, él sigue en Córdoba. – Aclaró al ver la cara de su padre. – He quedado con su prima, Anne.

-¿La niña que siempre iba con él? ¿Esa del pelo rizado? – Gèrard asintió.

-Está apuntada también al concurso, y ha compuesto una canción muy bonita, pero tiene problemas con la harmonía y me pidió ayuda.

-Pues mucha suerte. – Respondió Iván riendo, para después abandonar la mesa y empezar a recoger. Sabía que su hijo quería decirle algo más, pero no le presionaría, él le iría a buscar para hablar cuando lo necesitase, siempre era así.

Gèrard no pudo evitar reír un poco, por mucho que se negase a aceptar que le gustaba la chica, no podía estar más lejos de la verdad, y eso era algo de lo que hasta su padre se había dado cuenta. Terminó de desayunar metido en sus pensamientos y se despidió de su padre para poner rumbo al instituto, encontrándose con Javy para hacer el camino juntos como siempre.

Las primeras horas de la mañana pasaron sorprendentemente deprisa para un Gèrard que se encontraba bastante inquieto teniendo en cuenta lo calmado que solía ser en clase. Los nervios se hacían presentes. En cuanto terminó la última clase antes del descanso se levantó con prisas por marcharse, pero alguien le llamó.

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