Madrid

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3 de abril

Después de la fiesta, el tiempo pasó muy deprisa, el segundo trimestre siempre era muy duro y se tenían que concentrar al máximo en superar los exámenes trimestrales. A pesar de todo, la amistad entre los cinco fue creciendo, y en los recreos y su tiempo libre, intentaban verse lo máximo que podían. Sin acabar de planearlo, todos los viernes empezaron a quedar para comer y desahogarse del estrés que les provocaban las clases, convirtiéndolo en rutina semanal. Eso sí, por algún motivo que todo el mundo parecía ignorar, Jesús y Javy, aunque no se perdían ninguna quedada, solían ser los primeros en marcharse con alguna excusa de cosas que tenían que hacer, dejando al trío de cantantes preguntándoles si no se podían quedar más.

Gèrard, por su parte, no llevaba bien el estrés que suponían los exámenes, por suerte tenía su guitarra para poder desahogarse y el aula de música abierta para cuando necesitase evadirse. A pesar de que se lo pasaba muy bien con sus amigos, les dejaba en el patio a menudo para quedarse solo, bueno, o casi solo, ya que, en más de una ocasión, Anne le había acompañado.

El aula de música hacía tiempo que se había convertido en una especie de santuario para los dos, y se refugiaban allí para cantar lo primero que se les pasase por la cabeza. Por suerte, Gèrard había conseguido relajarse un poco alrededor de la chica, y cada vez le era más fácil dejar la timidez atrás, así que cuando se encontraban conseguía ser natural, cada vez se llevaban mejor. Cuando ella se le acercaba de más, a él se le aceleraba el corazón, pero había aprendido a vivir con ello, lo dejaría fluir y si tenía suerte, ya aparecería alguna oportunidad. De momento, disfrutaría de la amistad que tenían, que se hacía más fuerte con los días.

Anne, por otro lado, estaba encantada. El concurso le había abierto los ojos y le había hecho ver que la música le gustaba mucho más de lo que creía, quería estar encima de los escenarios, y ahora lo sabía. Además, le había hecho conocer a Javy y Jesús, que se habían vuelto personas muy importantes en su vida en cuestión de meses, y había traído a Gèrard de vuelta a su vida y se llevaban mejor que nunca. En poco tiempo su vida cambió drásticamente, ahora tenía un objetivo claro en la vida y ya no eran solo Eva y ella, eran cinco amigos a los que quería con locura.

Con tanto que estudiar y tantos planes en mente, el día del último examen llegó sin que se diesen cuenta. Semana santa estaba a la vuelta de la esquina, y Anne y Gèrard tendrían que partir hacia Madrid al día siguiente. Como habían estado tan ocupados, todavía no tuvieron tiempo para hacer las maletas, así que tendrían que dejar la comida de los viernes para otro momento. A pesar de todo no querían marcharse sin despedirse de sus amigos, se verían por la tarde, cuando lo tuviesen todo preparado.

Al salir del instituto, Anne se fue a casa, acompañada por Eva, como siempre, hasta que sus caminos se separaron. Al llegar, todavía no había nadie en casa, así que supuso que Maialen tardaría en llegar, también estaba de exámenes y los horarios en la universidad eran un poco raros. Sin muchas ganas de cocinar, calentó las sobras de la cena del día anterior y lo recogió todo al terminar de comer. Cogió una mandarina del bol de la fruta y subió corriendo a su habitación. Había llegado el momento de preparar la maleta, cosa que solía ser un trabajo bastante pesado, pero que le hacía muchísima ilusión por lo que significaba. En menos de veinticuatro horas estaría subida en un tren, junto a Gèrard, para pasar en Madrid una semana centrados solo en la música. No muchas veces se tiene la oportunidad de ir de viaje con uno de tus mejores amigos sin vigilancia parental para hacer lo que te gusta, tendría que aprovechar el viaje para aprender todo lo que pudiese.

Con todos esos pensamientos y su playlist sonando de fondo, empezó a sacar ropa del armario para meterla en la maleta. Una hora más tarde terminaba, cerrándola después de haber estado diez minutos sentada encima para que la cremallera se moviese sin reventar. Dejó la maleta a un lado de la puerta de su habitación, junto a la mochila que había llenado de chucherías y algún que otro libro para el viaje en tren, y salió de casa para encontrarse con Eva. Había terminado antes de lo que pensaba, así que le llamó para avisar de que llegaría antes. No eran muchas las ocasiones en las que ellas dos llegaban antes que los chicos, sería divertido ver la cara que ponían al encontrarse con que ellas ya estaban allí.

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