Levi Anderson, un joven pianista con un gran futuro asegurado.
Decide aplicar para una beca para el ENS, una de las mejores escuelas de música de Alaska.
El único problema es que Alaska pertenece al territorio de los vampiros, por lo que, si desea a...
Levi había vuelto a su habitación del hotel a recoger sus cosas.
Aún no podía creerlo, había logrado entrar. Jamás espero que lo fueran a aceptar.
¿Por qué?
Él era sólo un humano más que había solicitado un permiso de residencia.
Cuando discutió con sus padres él realmente se sintió mal, de hecho, seguía sintiéndose horrible por eso.
Pero.....él quería salir de su país, no quería ser como sus padres que jamás buscaron superarse
Ellos solo habían hecho su pequeño imperio y después dejaron que creciera solo.
Sus padres odiaban a los vampiros y jamás se permitieron caer en su control.
Su padre, Ismael, era un hombre muy respetable y conocido entre los humanos.
Pero no era un secreto para nadie que sus padres no quisieron tenerlo.
Por eso Levi siempre sintió la necesidad de complacerlos en todo.
Levi tenía pensado buscar un hotel en el cual pudiera pasar unas semanas en lo que encontraba un lugar fijo.
Aunque no lo creía muy necesario pues si conseguía la beca tendría una habitación en el plantel.
Pero......
Estaba muy nervioso.
Él se creía bueno en el piano, pero esa escuela era una escuela donde solo iban los jóvenes prodigios y él no de consideraba tan bueno como para poder entrar.
Levi rápidamente terminó de guardar sus cosas en sus maletas y se dispuso a abandonar la habitación.
Apenas abrió la puerta para marcharse ya había un hombre fuera.
"Amm...¿hola?"
"¿Levi Anderson? " El hombre habló firmemente.
"S-Sí, soy yo" Levi apretó suavemente la manija de su maleta.
"Le ayudaré a llevar sus cosas al Lobby" Y sin esperar respuesta de Levi agarro sus maletas y las empezó a llevar al elevador para bajarlas.
"O-Okey" Levi tuvo que correr para poder alcanzar al otro hombre.
Los minutos que estuviera en el elevador fueron los más incómodos para Levi.
Solo podía esperar el momento que llegaran.
Por eso, cuando las puertas al fin se abrieron no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.
Si el otro hombre lo notó, no lo demostró.
Cuando llegaron al Lobby el hombre le preguntó si necesitaba ayuda para buscar un taxi y tras una corta negativamente se despidió para marcharse.
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