Capítulo 10

0 0 0
                                    

Deniz

Syed me llevaba a mi casa en su coche ya reparado. Me moría de miedo tan solo de pensar que Alec podía vernos. No me quería imaginar su reacción cuando llegase a casa. No quería por ningún medio separarme de Syed, me transmitía seguridad y un sentimiento desconocido. Era increíble lo que estaba haciendo por mí. Al cabo de un rato llegamos a mi casa y, afortunadamente Alec no estaba revoloteando por allí.

-Bájate antes de que venga tu marido-me dijo Syes sin querer mirarme a los ojos.

Fui a coger su mano pero él me la apartó.

-Bájate-me dijo esta vez en un tono más amenazante.

Asentí con semblante preocupado y me bajé del coche.

-Por favor, ten mucho cuidado-le dije antes de cerrar la puerta y adentrarme al jardín de mi casa.

Justo antes de entrar a casa eché la vista atrás para ver si Syed se había ido pero todavía seguía ahí. ¿Por qué no se iba? Abrí la puerta y entré para encontrarme a Alec sentado en el sofá de piernas cruzadas dando golpecitos con el índice en su rodilla y con la mirada penetrante puesta en mí una mirada fría que solo él poseía. Su rostro expresaba cólera contenida. A mí me temblaron las piernas. No sabía que estaba pensando ni tampoco podía pensar yo con claridad. El miedo se apoderaba de mi cuerpo. ¿Nos había descubierto a Syed y a mí o simplemente se preguntaba donde había estado? Yo esperaba que no supiera nada; con tan solo pensar que le podía hacer daño a Syed no me lo perdonaría en la vida.

- ¿Sabes qué hora es?-me dijo.
- Perdona, el taxi se ha retrasado. No sabía que llegaría tan tarde- agaché la cabeza, avergonzada.

Alec vino directo hacia mí dando zancadas sonoras. Se quitó el reloj y lo pegó fuertemente a mí mejilla agarrando mi cara con extrema fuerza para que no pudiera separarme de él. Me hacía daño.

-Alec...- apenas podía hablar ni respirar. Tenía demasiada fuerza. Intentaba deshacerme de su agarre pero mi fuerza era inútil en comparación con la suya.
- Las tres de la mañana. Son las tres de la mañana, Deniz- zarandeada mi cabeza a su antojo mientras que golpeaba cada vez más fuerte su reloj contra mí mejilla-. ¿Sabes cuánto tiempo llevo buscándote por cielo, mar y tierra? Estaba preocupado por ti, me estaba volviendo loco y tú pasándotelo en grande con tu amante que, para colmo, es mi hermano.

En aquel momento vi toda mi vida pasar por delante de mis ojos. Se le había ido de las manos; sospechaba de nosotros pero lo que pensaba era mentira.

-Alec, pero ¿qué estás diciendo? ¿Se te ha ido la pinza o qué?- conseguí que me soltara-. Yo jamás tendría un amante ni mucho menos tu hermano. ¿Piensas que no tengo respeto por nada?

Me cogió fuertemente del brazo y, prácticamente,me arrastró escaleras arriba hacia la azotea mientras yo gritaba y luchaba para liberarme de él. El frío era hivernal.

-Alec, ¿qué estás haciendo?-de un tirón conseguí que me soltara pero me volvió a agarrar esta vez con más violencia y, me precipitó hacia la barandilla del balcón de la azotea. Entré en pánico, ya que empezó a empujar mi cuerpo hacia atrás como si quisiera lanzarme al vacío-. Suéltame, por favor. Me estás asustando mucho.

-Así me sentí yo cuando buscaba y buscaba por todas partes y no lograba saber nada de ti. Como al borde de un precipicio-me agitó-. ¿Estuviste con él?
-Claro que no, Alec. Por favor, bájame, no vayas a hacer ninguna locura.

Empezó a acariciar mi rostro,mi cuello y mi cuerpo con mirada de deseo. Entonces fue cuando me empujó violentamente y me dejó caer al vacío.

-¡¡¡ALEEEEEEEEC!!!- chillé desgarradoramente de una forma aguda. Este era mi adiós definitivo. Cada vez su figura se me hacía más alejada y más pequeña, cuando de repente en un acto reflejo se empinó y tomó mi brazo evitando mi muerte segura y caí encima de él. Se sentó en el suelo para estrecharme entre sus brazos.

-Perdóname, cariño-lloraba él mientras me acariciaba y besaba mi pelo-. He sido un idiota... por favor, perdóname, mi amor.

Me sumergí en un mar de lágrimas de impotencia, amargura y pavor por haber visto la muerte frente a mis ojos. Me retorcía para separarme de él pero me lo impedía. No paraba de besarme y de susurrarme que me amaba y que le perdonase.

-Querías matarme...-sollocé-. Te odio.
-Me dejé llevar pero, yo nunca te mataría. Antes me mato yo.
-Eres un monstruo. Quiero el divorcio, Alec.
-Jamás-limpió mis lágrimas con sus pulgares-. Tú eres mía, Deniz. Sin ti me volvería loco. Te amo. No sabes las cosas que haría yo por ti.
-Eso no es amor. Es obsesión, por el amor de Dios.
-Mi vida, hacía falta que te acostaras. Necesitas descansar. Mañana iremos a comer con Trevor. Recuerda que tenemos que hacer feliz a nuestro hijo.

Martes, 23 de octubre, del 2016.

Syed

A través de la ventana de un lujoso restaurante vi almorzando a Deniz, Alec y Trevor. Ahí estaba la "familia feliz". Él se mostraba de lo más cariñoso con ella pero en ella se reflejaba un total semblante sombrío. Vi que Deniz se levantó para dirigirse al baño. Aquella fue mi oportunidad de hablar con ella. Entré al restaurante sin que me viera Alec ni Trevor y, me colé en el baño de mujeres. Allí estaba ella echándose agua en la cara y llorando. Me preocupé bastante al verla así de vulnerable. Algo me decía que la causa de sus lágrimas era mi hermano.

-¿Deniz?-me acerqué a ella. Ni siquiera quiso mirarme a la cara.
-Syed, ¿qué haces aquí? Como te vea Alec estamos los dos perdidos.
-No le tengo miedo. Dime ahora mismo que te ha hecho. Sé que te pasa algo.
-Por Dios, no me ha hecho nada. ¿Que me iba a hacer? No he dormido bien, eso es lo que me pasa. Por favor, vete. No te metas más en la boca del lobo.
-Deniz, mírame.

Me percaté de que una de sus mejillas estaba más colorada de lo normal. Todo mi cuerpo se tensó. ¿Alec se había atrevido a tocarla?
Se dispuso a salir del baño pero yo se lo impedí.

-Mírame a los ojos y prométeme que no ha sido capaz de ponerte una mano encima- le dije a escasos centímetros de su rostro.
-Te prometo que mi marido no me ha pegado-me dijo mirándome directamente a los ojos, aunque noté cierta inseguridad en ellos-. Aunque no sea asunto tuyo, anoche me golpeé a oscuras con el cabecero de mi cama.

-Primero me dices que estás enamorada de mí y ahora lo que te pase no es asunto mío.
-El hecho que te estés metiendo en mi vida privada no quita para que me haya enamorado de ti. Ahora si me permites, déjame terminar mi almuerzo- salió del baño dejándome con la palabra en la boca.

Conducí de vuelta a casa y no pude evitar que se me escaparan un par de lágrimas de mis traicioneros ojos. ¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? ¿Por qué ha tenido que conocer a mi hermano y haberse olvidado de mí? ¿Estaría realmente enamorada de él?
Ayer y hoy sentí que me miraba de la misma forma que me miraba hace diecisiete años.

-No te vayas nunca-me dijo en un suspiro con su aliento vibrando sobre mi pecho desnudo. Las sábanas se encontraban entrelazadas entre nuestros cuerpos desnudos. Estaba contemplando una auténtica obra de arte, estaba contemplándola a ella.
-Yo no me voy-solté una risita sin poder dejar de mirarla.
-Y tampoco me olvides.
-Nunca si yo no caigo en tu olvido.

Y caí en su olvido. Y no la olvidé. Ni ella cumplió su promesa ni yo cumplí la mía. Mas al fin y al cabo yo fui quien salió perdiendo porque soy yo quien recuerdo luego, soy yo quien sufro.

Deniz

Di con las llaves en el armario de Alec. El muy psicópata me las había escondido para que no pudiera salir sin su permiso. Pero yo era más astuta que él. Debido a una torpeza mía al cerrar el armario, una caja de cartón cayó al suelo provocando que abriéndose cayera y se expandieran fugazmente unas fotos por el suelo como si fueran un abanico. ¿Y esto? Me agaché para recogerlas y lo que vi en ellas me dejó helada. Era yo. Con Syed. Lucíamos felices y acaramelados frente a la misma puesta de sol. En una foto estábamos abrazados, en otra besándonos, en otra agarrados de la mano con mi cabeza apoyada en su hombro, en otra me cargaba en sus brazos mientras yo alzaba los brazos... pero siempre sonriendo. En aquellas fotos no radiaba otra cosa que no fuera felicidad y amor en nuestros rostros.
Me cubrí la boca para ahogar un sollozo que salió de mi garganta. Una lágrima rodó por mi mejilla hasta aterrizar en una de las fotos, las cuales solo podían significar una cosa: Syed fue mi novio antes del accidente.

POR Y PARA SIEMPREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora