Trapdoor | A Twenty Øne Piløts Story (Cancelada)

•4• Discapacidad

Sábado 4 de octubre.

Calle a las afueras del condominio de Laura.

Narrador:

Cuatro individuos en terreno, dos en la base estratégica, la siguiente misión: Contactarse con Tyler pasara lo que pasara. El cielo estaba despejado, con el débil sol del otoño brillando en la mitad del cielo de medio día. Eran cerca de las 12, y la calle estaba extrañamente vacía como para ser un día sábado, y aún más con un día tan luminoso. 

Hunter, Zoë, Nick y Mark se aproximaban a la entrada del sector residencial en el que se encontraba el edificio en el que la psicóloga y el castaño vivían. Charlaban sobre lo que podría pasar. El gran abrazo que le darían a Tyler, y el como lidiarían con la tóxica amiga del castaño. Llegaron a la puerta del condominio, un portón grande, de unos dos metros y medio y una caseta en la que había un guardia. Zoë preguntó a los demás si es que alguno había pensado en como iban a entrar, y ninguno tuvo muchas ideas.

—Solo hablen con el guardia y digan a que edificio y departamento quieren ir —dijo Chris por el teléfono que se mantenía en altavoz en todo momento, como si fuera lo más obvio del mundo.

Nick se dispuso a ir a hablar. Con la información necesaria, numero de edificio y departamento en su cabeza, se dirigió a la ventanilla del guardia. No dijo nada, ya que el guardia estaba profundamente dormido. Golpeteó la ventanilla levemente para quizás llamar la atención del guardia, pero el hombre de cabellos canos no dio ni media señal de vida.

—Caballero! —insistió el de melena hasta los hombros, golpeando aún más fuerte la ventana de cristal de la caseta, pero de la boca del mayor seguían saliendo ronquidos de los más grotescos.

Hunter se acercó a Nick, y asomó la cabeza echando un vistazo al interior de la caseta, y sus ojos amarillos se abrieron grandes al ver unas pastillas en la mesita, que yacían abiertas junto al woki-toki.

—No hay manera, lo perdimos —dijo el pelinaranja, alzando los hombros con una mueca.

—Por que? —preguntó Nick.

—Una de dos —dijo levantando unas rocas que habían a un costado de la carretera, como buscando algo— O está bajo los efectos de algún relajante muscular, o está más drogado que mi madre —dijo levantando una piedra del porte de su puño— Aunque, sea cual sea, hay que entrar —terminó tomando vuelo, apuntando la roca hacia la ventanilla.

—No imbécil!!! —Mark fue rápido, y logró sostener su brazo, evitando que destrozara la ventana, y eventualmente al guardia con la piedra— Hay que saltar la reja o algo.

—Ocurre algo? —preguntó Chris por la llamada.

—Estamos bien, solo que el guardia está dormido. No pasa nada —respondió Nick.

La idea de la reja parecía la más convincente hasta el momento. Iban a intentar subir a Zoë, ya que ella tenía experiencia subiendo arboles hasta la copa, pero toda la idea se derrumbó cuando recordaron que al ser un recinto privado, habían cámaras, y quizás más guardias mirando lo que ocurría a las afueras del lugar. El pelinaranjo convenció a todos de no perder esperanzas, ya que estaba dispuesto a buscar un punto ciego en algún muro. No tardó mucho, ya que tenía experiencia robando algunos locales pequeños, cuando su estado físico aún se lo permitía, y saber por donde entrar sin ser descubierto era esencial para la práctica de esas actividades.

El punto ciego daba justamente para la parte más alta del muro, calculaban unos sorprendentes 3 metros de altura. De ahí, el más alto era Nick, con 1.83, pero el jamás había saltado una reja, y menos un muro liso, y si bien saltaba alto gracias a los años de entrenamiento en básquetbol junto con Tyler, al sostenerse en la parte alta del muro, sus manos no daban para tanto y no era capaz de subir. Luego le seguía Hunter, con 1.80, pero tuerto, no era capaz de dar un buen salto sin perder el equilibrio y caer penosamente. De ahí, solo quedaban Mark y Zoë, con 1.76 y 1.62 respectivamente, con los que tampoco se podía soñar mucho, tomando en cuenta de que el muro prácticamente dubplicaba el tamaño de la de ojos azul marítimo.