24. Al atardecer

19 3 21
                                    

— ¡Hola, Nagoya! —. Fue el primero de todos en bajar del autobús después de un largo viaje.

— Hajime, ¡las maletas!

Tomando las mochilas de ambos entre sus manos a como pudo, salió casi corriendo detrás de su pequeño e intrépido cachorro.

Después de un rato y ya con cada uno cargando sus cosas (claramente Hajime iba más preparado que Rei), empezaron a buscar un lugar dónde comer.

— ¿Cómo es posible que no hayas desayunado nada?

— Si no fueses tan tonto, me habría preparado mej

— ¡Vamos ahí! ¡Huele delicioso!

Rei comenzaba a preguntarse cuánto más podía correr su amigo. Por más que salía huyendo cada cinco minutos, no parecía cansarse ni un poco aún cargando su equipaje. No tuvo energías para reclamarle algo, así que con pasos perezosos fue tras de él mientras escuchaba su estómago rugir por el delicioso aroma que emanaba el restaurante frente a él.

En cuanto los dos llegaron, y sin siquiera pasar de la primer página del menú, pidieron lo primero que encontraron. Estaban ambrientos.

— Tengo muchas cosas planeadas, seguro que la pasaremos genial.

— Te dije que no debemos gastar demasiado din

— ¡Sh! —. Metió un enorme bocado de fideos a su boca. El día de hoy el pequeño no parecía dispuesto a dejarle completar sus frases —. Y yo tu dije cu lo dejoras en mis manos —balbuceó con la boca llena.

Después de masticar y comer muy satisfactoriamente ese bocado, tomó la cámara que le acompañaba incondicionalmente y la preparó para la siguiente fotografía. Por alguna razón había desarrollado una costumbre extraña por tomar fotos a su amigo cada que estaba comiendo, como a manera de pasatiempo o simplemente porque le parecía divertido, esta ocasión no se hizo esperar.

 Por alguna razón había desarrollado una costumbre extraña por tomar fotos a su amigo cada que estaba comiendo, como a manera de pasatiempo o simplemente porque le parecía divertido, esta ocasión no se hizo esperar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su compañero ya también se había adaptado a ello.

— Ahora déjame tomar una con mi celular —. Buscó en su bolsillo —. A Naomi le va a sorprender verte así de feliz.

Naomi, Naomi, Naomi, Naomi. Todo iba tan bien hasta que la había mencionado a ella. Rei no pudo disimular ni un poco y suspiró sin más. Metió los fideos a su boca mientras pensaba cuántas veces más tendría que escuchar su nombre durante los próximos tres días que estuvieran en Nagoya. La estaba pasando tan bien que incluso Nami había salido de su cabeza, ¿cómo era posible que Hajime no dejase de pensar en su novia? No tenía nada en su contra, de hecho le caía muy bien, era una chica difícil de odiar, pero aún así no la quería entre ellos dos, al menos no en ese viaje; el mejor de su vida.

Después de terminar su desayuno, decidieron caminar hasta el hotel con la intención de dejar sus maletas ahí y comenzar con los planes que el alegre organizador se tenía entre manos. La razón por la cual no quisieron tomar un taxi fue porque querían ver todo lo que pudieran en la ciudad.

La habilidad de amar • Radiant wimpsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora