52. A donde vayas, iré

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Hacía algún tiempo, antes de trabajar oficialmente en la heladería del padre de Nami, que Rei ya había trabajado en una cafetería, por lo que estar en un sitio como ese era cómodo y fluía con normalidad. 

A pesar de ser un lugar muy bien cuidado, parecía que la gente no conocía bien la ubicación de esa cafetería, porque los clientes no abundaban; eso le recordó a la pizzería a la que iba con Kei.

Apenas habían pasado cuatro días desde que dejó su solicitud de empleo y su primer día de trabajo ya estaba sucediendo.

— Joven Rei —. Su jefe por fin salió del almacén después de haber estado ahí por al menos media hora —. Espero mucho de usted, así que debe esforzarse bastante.

Ese hombre viejo y exigente iba de camino a la salida.

— Me esforzaré —. Terminó de ordenar los vasos.

— Por cierto —. La campana tintineante era aún más ruidosa que la de la heladería de Nami, y cada que alguien entraba o salía era imposible no observar, por lo que la mirada del joven trabajador se posó sobre el gordinflón ya con un pie en el exterior —. Hay alguien trabajando en la bodega, pero no te causará problemas. En cuanto se vaya te dará las llaves del almacén, así que lo dejo en tus manos.

No dejó tiempo para una confirmación, solo salió sin más, dejando a Rei algo frustrado con la idea de que el resto de sitios en los que trabajaría podrían ser así de agobiantes, o aún peores. Haber tenido a su mejor amiga como jefa le había malacostumbrado a privilegios que usualmente no se tienen como empleado, también a un buen trato que en rara ocasión se ve.

Ya solo le restaba sacar un pequeño costal de café para estar preparado cuando llegara el primer cliente, así que se dirigió al almacén por él. Abrió la puerta con algo de pereza y entró a la enorme habitación.

— ¡A-Ah!

— ¡Ay!

El trabajador del que le habían avisado casi se cae de espaldas por el tremendo susto que le había puesto Rei con ese grito.

— ¡Oye! ¡¿Qué te pasa?! —reclamó el joven.

— ¡¿Y tú qué haces aquí?!

— ¡¿No te avisaron que había alguien trabajando por aquí?! —. Su lengua dio un chasquido bien legible, denotando su molestia por la intromisión tan escandalosa de su compañero de trabajo —. Estos jóvenes de hoy día...

— ¿Es una broma?

— No, en serio estoy trabajando, así que no me grites.

Cuando la sorpresa se terminó, Rei empezó a analizar la escena que estaba viendo

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Cuando la sorpresa se terminó, Rei empezó a analizar la escena que estaba viendo. Todo eso parecía un niño pequeño pintando una obra maestra digna de un falso Picasso que finge saber lo que hace, porque de verdad, esa escalera no estaba quedando muy bien.

— ¿Se supone que debo actuar con normalidad? —. Puso una mano en su cadera para sentir que el regaño estaba completo.

— Viejo, yo le dije "Oye, dame trabajo" y me dijo que ya habían contratado a alguien más, así que le dije "Oye, dame trabajo", y después de mucho insistir, me dijo que podía pintar esta escalera, así que aquí estamos.

La habilidad de amar • Radiant wimpsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora