57. El desafío

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Si se tuviese que escoger al más terco y las personas disponibles a votar fueran Rei y Hajime, el conteo no terminaría, y en el extraño caso de que lo hiciera, lo más seguro sería que ambos quedaran en empate. No se pudo hacer retirar de la jugada al entrometido, ese que seguía de un empleo a otro a su compañero; simplemente fue imposible hacerle entender que no tenía que hacer eso, o tal vez lo sabía, pero hacerlo cambiar de parecer para que dejase de hacerlo, eso ya era otra historia, porque después de todo "no quería dejar solo a Rei".

Desde hace una semana habían empezado una nueva rutina en la que, después de salir de la universidad, ambos iban a un café muy cerca para hacer tarea y después irse juntos a trabajar. De alguna manera el destino parecía estar de acuerdo con la idea de que ambos estuvieran juntos, así que acomodó las cosas para que pudieran seguir caminando hombro con hombro a lo largo del extenso e inexplorado camino de la vida... ¿Era así? ¿Así de pronto? ¿Así de fácil? Hajime se preguntaba constantemente si lo que sucedía entre su amigo y él realmente llevaría a algún lugar eventualmente.

— Aquí tienes, ya he tomado mi parte —. Dejó unos cuantos billetes sobre la mesa.

Rei apuntó la mirada hacia el dinero, observando cuidadosamente las pequeñas migajas de comida que su amigo había dejado sobre ellos. Se tomó el tiempo de dar un suspiro realmente agobiado y bufó — Ya te he dicho que no necesito que me des una parte de tu sueldo.

— ¿Debemos tener esta discusión cada semana? Viejo, parecemos casados.

Su comentario fue tan natural que no lo notó en un principio, pero bastaron unos pocos segundos en silencio para que ambos se sonrojaran y desviaran la mirada casi al mismo tiempo, como una escena cursi de esas que solo parecían existir en los animes.

«Imagina estar casado con este tipo... Ya tendría yo los pantalones para algo así...» pensó Hajime.

No había mucho más que discutir, sobre todo por lo avergonzados que se encontraban luego de ese comentario, así que el mayor de ambos deslizó sus dedos con algo de vergüenza hasta los billetes y los tomó con sigilio. Antes de que el dinero llegara hasta su mochila, la cual acostumbraba a poner sobre la mesa, una voz irritante y falsa lo alteró.

— ¡Hola, chicos! ¿Qué tal el clima de hoy? Cuando menos se den cuenta, habrá sakura por todas partes.

Su pose tan despreocupada daba ganas de darle un golpe en la cara. No se podía ser más falso que él, y eso todos en esa mesa lo tenían por seguro, inclusive el mismo; era como el príncipe de la mentira, como el perfecto estafador, ese que te acusa de sus acciones y se sale con la suya, sonriéndote de una forma macabra y siniestra mientras recibe su premio de buena conducta a costa de otros.

— ¿Lo que te dije sobre los otros equipos de básquetbol no fue suficiente? Vaya perdedor que eres... —reclamó Hajime entre dientes, en un hilo de voz especialmente nervioso.

Ni siquiera el propio dueño de las palabras pudo creer lo que había escupido. El coraje que tenía atorado en la garganta ya no pudo aguantar más y simplemente se le escapó decir aquello, y aunque seguía muerto de miedo en el interior al tener frente a él a Yoshio, la poca cordura que le quedaba se sentía satisfecha por haber podido enfrentarle al menos con palabras esta vez. Estaba tan ensimismado en su victoria, que no se percató de las miradas llenas de sorpresa que estaban sobre él.

— Qué divertido, como siempre —agregó con una felicidad de cartón —. Los entrenadores nos pidieron a algunos chicos darles la noticia de que este año la demanda para cada club aumentó. Ya saben, por todos los nuevos estudiantes de primer año —. Literalmente era el perfecto estándar del tipo popular, el que puede hablar sin preocupaciones delante de cientos de personas, seguro de que sea lo que diga, haga lo que haga, será apoyado por la multitud a su merced —. Esto incluye a los clubes de deportes, así que prepárense para las eliminaciones de la próxima semana —cerró con picardía.

La habilidad de amar • Radiant wimpsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora