Me encontraba en el despacho de mi casa revisando el papeleo de la agencia, y a pesar de que no era algo complicado, me era muy tedioso. A hora que lo pensaba también se estaba volviendo repetitivo, desde que me convertí en el director, solo me dedico a firmar papeles y cada cierto tiempo, tomar un trabajo que requiera de mis habilidades.
—¡Cero, ya llegué! —escuché una voz femenina anunciar su llegada, seguido de ello el sonido de la puerta principal cerrarse.
Solté un suspiro lleno de alivio, me acomodé en mi asiento y comencé a ordenar un poco mi escritorio. Mientras hacía esto, empecé a pensar en la persona que se aproximaba hasta mi lugar de trabajo, la cual hacia que mi monótona rutina cambiara a una totalmente.
—¡Cero! — exclamó la chica a forma de saludo apareciendo por mi puerta. Esta tenía una gran sonrisa en sus labios y se mostraba ligeramente nerviosa. —¿Cómo estás? —preguntó aproximándose hasta mi para dejar un pequeño beso en mis labios, acción que siempre hacia cuando llegaba a casa.
—Pues entre papeles para variar. —contesté quitándole el sombrero que siempre llevaba puesto para esconder sus orejas, dejando estas al aire. —¿Qué hay de ti? ¿Hiciste algo interesante hoy? —pregunté observando como ella se posicionaba detrás de mí para comenzar a masajear mis hombros.
—Bueno, el señor Harrison nos contó lo desastrosa que ha sido su vida amorosa esta semana. —contesto ella entre risas. —Por cierto, quiero enseñarte algo. —comentó parando su acción para extenderme la mano. —Pero antes debes cerrar los ojos. —lleno de curiosidad, tomé su mano e hice lo que me dijo.
Caminamos por unos cuantos segundos hasta que Holly hizo que nos detuviéramos, soltó mi mano y me indico que aún no podía abrir los ojos. Escuche como caminaba de aquí para allá con prisa, el tintinar de unas copas y el sonido del fuego, cosas que me llamaron mucho la atención.
—Ya puedes abrirlos. —al hacerlo, me encontré con algo que nunca me habría imaginado.
En la mesa había un pastel de chocolate con unas cuantas velas clavadas en él, tenía escrito en grande "Feliz Cumpleaños 0". Al rededor habían varios platos de comida que se veían deliciosos, una botella de vino y dos copas.
—¿Cómo sabias que era hoy? — pregunté completamente sorprendido.
—Lo supe gracias a Clarissa. — afirmó con una sonrisa. —A pesar de que me advirtió de no celebrártelo, creo que es importante conmemorar que hoy veinticinco de noviembre, nació la persona que amo. —agregó sonriente mirándome a los ojos.
Sin poder evitarlo, me acerque a ella y la arrincone contra la isla de la cocina, aprese sus labios de manera brusca, casi salvaje. A pesar de que normalmente no la besaba de ese modo, ver su seguridad y sinceras palabras me sacaba de mis cabales. Para mi sorpresa esto no pareció molestarle, ya que muy torpemente respondió mi beso a la par que me abrazaba del cuello.
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Un complicado amor entre asesinos.
RomanceEn un principio no parecía que tuvieran algo en común, pero con el tiempo, se dieron cuenta que todas las vidas que alguna vez habían arrebatado los unía.