Aquel día, Victoria llegó especialmente tarde a casa. Justo antes de irse, había
llamado un cliente y había tenido que quedarse un rato más en la oficina. Alfred Parker
solía decirles que el dinero no crecía en los árboles, pensaba mientras iba en el coche.
Cuando entró en casa, eran ya las ocho y encontró a toda la familia cenando.
-Oh, por fin has vuelto, Victoria. Estaba empezando a inquietarme.
Muriel King parecía verdaderamente preocupada y Victoria se acercó a ella para
darle un abrazo.
-Me alegro de que hayáis vuelto –les dijo-. La casa estaba muy vacía sin vosotros. A
partir de ahora, no más vacaciones.
-No creas que nos importa –repuso Frank riendo, y se levantó para darle un beso en
la mejilla-. Por cierto, tienes un aspecto impresionante.
-¿Has conseguido el contrato? –le preguntó Tony y Victoria asintió con una alegre
sonrisa-. ¡Guau! Diez millones, nada más y nada menos! Eres una persona importante.
No me extraña que tengas un aspecto impresionante. Caramba, si esa empresa crece, va
a ser gracias a ti.
Nick no dijo nada, pero se quedó mirándola con ojos de halcón. Victoria intentó
evitar su mirada, pero le resultó imposible, y Nick le dirigió algo parecido a una sonrisa.
Pero con Nick nunca se sabía. Hasta era posible que se estuviera riendo de ella.
-Felicidades –musitó, y la recorrió de pies a cabeza con la mirada. En cuanto se
detuvo en su pelo, toda la alegría de desapareció. Nick la observaba con expresión
escéptica, como si estuviera buscándole algún defecto… Y estaba convencida de que los
había encontrado a montones.
-Gracias –respondió, intentando luchar contra su repentino pesimismo. Se quedó
mirando fijamente el plato. No sabía cómo iba a poder enfrentarse a aquella cena
familiar. Media hora antes se sentía una mujer importante, y en ese momento se veía
como si fuera una pobre niña.
Todavía se sentía incómoda cuando se fue a la cama. Nick había desaparecido en su
estudio inmediatamente después de cenar, pero su presencia había quedado flotando en
la habitación, o por lo menos ella así lo había percibido.
Nick se pasaba la vida trabajando. Jamás llamaba a Cheryl, y ella tampoco solía
hacerlo. Desde luego, eran una pareja muy extraña.Antes Nick era una persona mucho más reconfortante, una persona normal, y en las
escasas ocasiones en las que habían tenido algún enfrentamiento, no habían tardado en
reconciliarse. Jamás había sido tan frío y callado.
De pronto, Victoria se descubrió recordando uno de los bailes a los que había asistido
durante la adolescencia. Una vez al mes, les permitían organizar un baile en el vestíbulo
del instituto y no era raro que en ellos surgiera algún romance. Victoria había cometido
el error de hablarle de ello a Nick. Éste se había limitado a sonreír, y no le había dado
ninguna importancia a la noticia.
Victoria se había sentido como una jovencita estúpida, y en cuanto uno de los
jóvenes que asistía al baile se había fijado en ella, inmediatamente había alentado su
interés, en parte por curiosidad y en parte por desafiar a Nick.
Éste siempre iba a buscarla después del baile y en aquella ocasión, Victoria decidió
quedarse hasta el final, como las otras chicas. Cuando Nick llegó, estaba en el porche, y
el chico en cuestión estaba besándola apasionadamente.
Victoria no se enteró de que había llegado Nick hasta que éste le tocó suavemente el
brazo, asustándola y haciéndole sentirse profundamente culpable.
-Hora de marcharse –le advirtió alegremente, pero Victoria advirtió la dureza de su
mirada.
-Voy a quedarme un poco más. Seguro que encuentro a alguien que me lleve a casa –
comenzó a decir, pero Nick la agarró con fuerza y tiró de ella hacia él, con la actitud
posesiva con la que solía tratarla.
-No tiene por qué llevarte nadie –señaló con una tranquilidad inquietante-. Te voy a
llevar yo.
Victoria consideró la posibilidad de montar una escena, amenaza con la que
conseguía salir de difíciles situaciones, pero jamás lo había hecho delante de Nick y, por
su mirada, sabía que Nick se esperaba ya cualquier cosa. De modo que, aun a su pesar,
decidió seguirlo.
-¿Lo has pasado bien? –le preguntó Nick mientras se dirigían en coche hacia la casa.
Victoria iba sentada a su lado, de muy mal humor. Le parecía increíble que la hubiera
humillado de esa forma delante de un chico.
-Me lo estaba pasando muy bien, pero tú me has interrumpido –contestó, dirigiéndole
una desagradable mirada.
-Qué vergüenza –bromeó Nick-. No sabía que te lo estabas pasando tan bien.
-Estaba pasándomelo maravillosamente –repuso exageradamente-. Además,
Christopher es mi novio…
-Bueno, si lo hubiera sabido…
-Te has comportado como si te creyeras un ser superior, ha sido desdeñoso,
ridículamente paternalista y condescendiente.
Nick se echó a reír, lo que sólo sirvió para aumentar la furia de Victoria.
-Dudo que seas capaz siquiera de deletrear esas palabras –repuso sonriente.
-Te odio, Nick –volvió la cabeza, se corrió hasta el final del asiento, para poner la
máxima distancia posible entre ellos y se quedó mirando por la ventana.
-¿De verdad? –para asombro de la joven, Nick paró el coche y encendió la luz
interior. Victoria se asustó un poco. Quizá había ido demasiado lejos al hablarle de
aquella manera-. ¿Y bien? –insistió Nick-. ¿De verdad me odias?
-No siempre. Sólo esta noche.
-Es comprensible. Estabas divirtiéndote y yo lo he estropeado todo. ¿Quieres que te
lleve otra vez al baile?
-¡No! Es muy tarde –Victoria lo miró con recelo.
-Claro, ya ha pasado el momento, también lo comprendo –musitó.Victoria lo observó con atención y descubrió un brillo travieso en su mirada.
-No, Nick –le pidió enfadada-, no soporto que te burles de mí. Nunca me tomas en
serio, y ya soy una persona adulta.
-Casi. Todavía te queda mucho camino por recorrer. Cuando de verdad crezcas, yo te
lo diré. Y en cualquier caso, te aseguro que te tomo muy en serio.
-A veces –replicó Victoria enfadada-, me siento como si me tuvieras atrapada entre
tus garras.
-En cuanto me digas que quieres que te suelte, lo haré –le ofreció Nick con ironía.
-No quiero que me sueltes –musió Victoria-. Me gusta ser alguien especial para ti.
Nick puso el coche en marcha y Victoria lo miró de soslayo. A sus labios asomaba
una sonrisa, como si estuviera haciendo un esfuerzo por contener la risa. La joven
suspiró satisfecha y se enderezó en su asiento. Nick había vuelto por fin a la
normalidad.
-¿De verdad te ha parecido algo maravilloso? –le preguntó Nick suavemente.
-¿El baile? Ha estado bastante bien.
-Me refería al beso… a los besos, quizá. Ése era el tema del que estábamos hablando.
Dime, ¿te ha gustado?
-Realmente no –sacudió la cabeza con expresión pensativa-. Ni siquiera me ha
parecido algo interesante. Tanta saliva y tanto choque de narices… Vamos, que no creo
que tenga muchas ganas de repetirlo.
Nick soltó una carcajada.
-¿Qué te parece tan divertido? Quizá la culpa haya sido mía. Es posible que no lo
haya hecho bien. ¿Querrías enseñarme, Nick?
-Jamás –sonrió-. Puedes comprarte algún libro que trate sobre el tema. O mejor aún,
limitarte a esperar.
-Así no voy a aprender –respondió malhumorada. Nick alargó el brazo para tomarle
la mano y llevársela a los labios.
-No tengas tanta prisa por hacerte mayor. Princesa –le aconsejó-. Eso llegará muy
pronto, pero de momento, me gusta cómo eres. Y, en cuanto a los besos, te prometo que
llegará un día en el que los encontrarás perfectos, sin necesidad de haber practicado
previamente.
Eran las palabras más reconfortantes que Victoria había escuchado en todo el día, y
para cuando llegaron a casa, se había olvidado por completo de todo su enfado. Las
cosas habían vuelto a la normalidad. Nick era el caballero y ella la princesa.
¿Y qué había podido suceder para que una relación tan maravillosa como aquella se
hubiera estropeado de tal forma? Probablemente nunca lo averiguaría.
Victoria decidió apartar todos aquellos recuerdos de su mente y darse una ducha.
Después de todo, aquello había sucedido hacía mucho tiempo y jamás había dado un
paso para comprender el cambio de actitud de Nick. Era muy posible que no le gustara
la persona en la que había llegado a convertirse, y contra eso no podía hacer ni decir
nada.
El agua estaba helada y en cuanto le rozó la piel soltó un chillido. Rápidamente, huyó
de la ducha y se puso la bata para salir a investigar. Acababa de salir del baño cuando
chocó contra Nick, que la miró con evidente enfado.
-¿Qué diablos le ha pasado al agua caliente? –le preguntó Nick. El enfado de Victoria
fue inmediato.
-Si crees que he gastado toda…
-¿Cómo vas a gastarla toda tú? –respondió Nick con dureza-. Se supone que se ha
terminado. No he sospechado ni de ti ni de nadie. Así que no vas a tener que quitarte esa
camisa… o como quieras que se llame eso que llevas puesto.-Es una bata –estalló Victoria, entre furiosa y avergonzada.
-¿De verdad? Yo creía que las batas llegaban prácticamente hasta el suelo.
-Es una bata corta –estaba completamente sonrojada y se sentía, una vez más, como
una completa estúpida. Bastaba una sola palabra de Nick para hacerla sentirse la más
tonta de las mujeres.
-Ya me he dado cuenta. Pero en este momento lo único que me importa es saber lo
que ha pasado con el agua caliente. He estado a punto de darme una ducha de agua fría.
-Pues no esperes que yo te conteste. Yo no he tenido tanta suerte como tú, he tenido
que comprobar en mi propia piel que no había agua caliente.
Nick murmuró algo ininteligible y se dirigió hacia el armario en el que guardaban el
termo de agua caliente y una variedad de interruptores que Victoria jamás había sabido
utilizar. Lo siguió decidida y en ese momento se fijó en que Nick sólo llevaba puestos
los pantalones.
Involuntariamente, deslizó la mirada por su espalda. Parecía más propia de un atleta
que de un abogado.
Nick abrió el armario y gruñó con enfado:
-Supongo que mamá ha vuelto a hacer de las suyas con su afán por la limpieza –
musitó mientras encendía un interruptor-. Cualquier día vamos a salir todos volando.
Victoria permanecía tras él mordiéndose el labio, mientras en su mente se mezclaban
la imagen de la poderosa espalda de Nick con la visión de toda la familia disparada por
el tejado.
-Será mejor que le eches un vistazo a esto –Nick se volvió y Victoria se quedó
mirándolo fijamente-. Tienes que aprender a utilizarlo, por si te vuelve a ocurrir estando
sola encasa.
-Eh… ya lo aprenderé entonces –contestó vacilante, intentado apartar las extrañas
imágenes que segundos antes invadían su mente. Pero Nick la agarró por la muñeca
para obligarla a acercarse.
-No lo has aprendido durante los doce años que llevas viviendo aquí. Si tienes que
volar algún día, prefiero que sea por la fuerza de tu carácter que por tu incapacidad para
encender el interruptor correcto.
Y, en contra de su voluntad, Victoria se encontró contemplando aquel complicado
cuadro de mandos.
-El interruptor es éste –le señaló y lo volvió a apagar-. Ahora no se oye nada, pero en
cuanto lo encienda otra vez, empezará a llenarse el termo.
Le hizo una demostración y Victoria se descubrió a sí misma respirando con cierta
dificultad. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado tan cerca
de Nick y no le parecía nada bien lo que estaba sintiendo. Nick era su amigo, su héroe,
su mentor. Y, además, estaba comprometido.
-Presta atención –le ordenó Nick al ver que la joven continuaba callada como un
ratoncito asustado-. Creo que te lo he debido enseñar unas cinco o seis veces durante tu
adolescencia. Y supongo que si eres capaz de conseguir un contrato de diez millones de
libras, no te costará mucho aprender a encender un interruptor.
-Déjame en paz –le espetó, pero Nick la acercó todavía más a él, haciendo que su
nerviosismo aumentara. Sentía tan cerca la fuerza de sus brazos, estaba tan próxima a su
pecho… y lo más aterrador de todo era comprender cuánto le gustaba estar allí-. Y te
aseguro que no tengo ningún problema para aprender a encender un interruptor. Mi
único problema es mi incapacidad para soportar tu forma de tratarme.
Nick la soltó inmediatamente. Victoria ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos.
Sabía la dureza que iba a encontrar en su mirada. Se estaba comportando como unaestúpida; estaba montando un verdadero alboroto por una menudencia y se sentía
profundamente avergonzada de sí misma.
-Ya no tendrás que soportarme durante mucho tiempo –respondió Nick con calma-.
Muy pronto podrás estar todo lo lejos de mí que te apetezca.
Victoria estaba profundamente arrepentida de sus palabras.
-Yo no quería…
-Nunca sabes lo que quieres, Victoria. Y el día que lo averigües, quizá sea demasiado
tarde.
Sin haber comprendido lo que Nick quería decirle, la joven se apartó bruscamente de
él y corrió hacia su habitación, deseando haber soportado la ducha de agua fría para no
haber tenido aquel desagradable encuentro. El corazón le latía alocadamente y sentía las
lágrimas deslizándose por sus mejillas.
Durante el fin de semana, continuó el buen tiempo y Victoria lo dedicó a lo que más
le gustaba: pasar la mayor parte del día al aire libre. A Victoria le encantaba disfrutar
del sol y la paz de Clifford Court, ya fuera trabajando en el jardín o paseando por el
campo.
Parte del domingo, la empleó, junto a Frank, en arrancar las malas hierbas y arreglar
las plantas del jardín. Más tarde, y después de tomar una ducha, se fue a leer bajo un
pequeño claro que había bajo los árboles. Se puso un bikini y una pamela para
protegerse del sol y se tumbó en una esterilla, dispuesta a empaparse de la tranquilidad
del lugar.
En una situación como aquella, era difícil dejarse llevar por las preocupaciones. Al
cabo de un rato, dejó a un lado el libro que estaba leyendo y cerró los ojos, para
disfrutar plenamente del sonido del viento entre las hojas de los árboles. El sentimiento
de satisfacción placidez se extendía por todo su cuerpo y no tardó en darse cuenta de
que se estaba quedando dormida.
Su mente adormecida voló de nuevo hacia Nick. El próximo caso que tenía que
atender éste en los tribunales era uno de los más difíciles a los que se había enfrentado.
Estaba implicado en él un peligroso elemento del hampa.
Victoria se había colado un par de veces en el tribunal en el que se llevaban los
procedimientos preliminares del juicio que Nick tenía entre manos. En ambas ocasiones,
se había sentado al final de la sala, con intención de escuchar atentamente lo que ambas
partes decían, pero al final, había terminado observando todos los movimientos de Nick.
Una de las cosas que más le había afectado, había sido la aversión que se reflejaba en
los ojos del acusado cuando miraba a Nick, y no había podido dejar de preguntarse si a
éste no le daría miedo enfrentarse a un odio como aquel. Se consolaba diciéndose que al
final aquel hombre terminaría entre rejas, procurando olvidarse del hecho de que
probablemente sus compinches quedarían fuera. Pero hasta el momento al menos, nadie
se había atrevido a amenazar Nick. Era un personaje demasiado importante.
El sonido de voces la despertó tiempo después y se dio cuenta de que se había
quedado dormida durante más tiempo del que pretendía. El sol se había desplazado y
caía directamente sobre ella. Abrió los ojos y vio que Nick se dirigía con Cheryl Ashton
hacia el claro. Inmediatamente comprendió que era demasiado tarde para emprender la
retirada. En cuanto se levantara, la verían, y sería ridículo salir corriendo. De modo que
cerró los ojos y fingió estar dormida.
-¡Oh! Allí está tu hermana –dijo Cheryl, y Victoria supo entonces que acababan de
descubrirla.-Victoria no es mi hermana –la corrigió Nick con firmeza-. Simplemente vive aquí.
Y, por lo visto, también está un poco mal de la cabeza. Si sigue allí tumbada mucho
tiempo se va a achicharrar.
-Entonces será mejor que la despertemos –sugirió Cheryl, para enfado de Victoria.
Todavía no se había acercado a ella y ya estaba pensando en cómo librarse de su
presencia. Abrió ligeramente los ojos y la visión de Cheryl la enfadó todavía más.
Aquella mujer tenía un aspecto tan frío e inmaculado como siempre. Llevaba un vestido
que debía costar un dineral y su peinado indicaba que acababa de pasar por una de las
peluquerías más caras de la ciudad.
Victoria se sentía como una niña a la que acabaran de sorprender jugando con barro.
-¿Por qué no vuelves a casa? –se sugirió Nick a su novia-. Dentro de poco estará el té
listo. Iré a despertarla y me reuniré contigo dentro de un minuto. No es tan fácil llegar
hasta el claro como parece, podrías arañarte las piernas con la maleza. Ya sabes que
Victoria no se preocupa por ese tipo de cosas, simplemente las ignora.
Victoria sentía que la sangre bullí por todo su cuerpo. Era increíble, pero Nick no
podía evitar el meterse con ella. Hasta delante de Cheryl tenía que lanzarle pullas.
Además, el hecho de que se achicharrara o no era asunto suyo.
Mantuvo los ojos cerrados y rezón con fervor para que Nick decidiera irse con
Cheryl y la dejara broncearse en paz. Al comprender que sus súplicas no había sido
escuchadas, deseó que por lo menos se le rompieran los pantalones con la maleza.
Durante unos minutos, se hizo un silencio alarmante. Cuando por fin se decidió a
abrir los ojos, vio que Nick estaba encima de ella, observándola en silencio.
-El síndrome del avestruz –musió Nick con severidad-. Cierras los ojos y crees que
nadie te ve. Pero te advierto que el truco no funciona.
-No sé a qué te refieres –le aseguró Victoria con altivez y Nick sonrió con ironía.
-Te lo explicaré de otra forma entonces. Te has despertado cuando nos has oído
hablar, pero has continuado con los ojos cerrados. A cualquiera le habría parecido una
chiquillería, pero tratándose de ti, es lógico esperar algo así.
-¡Yo no soy ninguna chiquilla! –repuso Victoria, levantándose de un salto.
-Entonces es que te ha dado vergüenza que te viéramos –la recorrió de pies a cabeza
con la mirada-. No es normal encontrarse algo tan bonito en medio de un bosque,
procuraré fijarme más a partir de ahora.
Victoria se sonrojó violentamente y, para disimular su rubor, se agachó a recoger la
esterilla y el libro.
-Ya sé que jamás tendré un aspecto tan frío y elegante como la maravillosa señorita
Ashton –le espetó mirándolo a los ojos.
-¿Y te he pedido yo que lo tengas?
-Para empezar, no creo que mi aspecto sea asunto tuyo –le recordó.
-Entonces, ¿por qué estamos discutiendo? Venga, vuelve a casa a tomar el té con
nosotros y procura comportarte –le quitó la esterilla y se la echó al hombro. Antes de
que la joven pudiera detenerlo, la levantó en brazos y se dispuso a cruzar el claro.
-¡Bájame! –le gritó Victoria.
-No quiero que te arañes las piernas –contestó Nick con voz sedosa-. Ya falta muy
poco para la fiesta de compromiso y me gustaría que acudieras con un aspecto
mínimamente civilizado.
-No pienso ir de ninguna manera. Y, además, no acepto órdenes de nadie.
-Tendrás que hacerlo en esta ocasión. Y ambos sabemos que ya no hay nada más que
hablar sobre el tema.
Victoria decidió no decir nada más, y conservar la mínima dignidad que le quedaba.
Ni siquiera iba a intentar que la soltaba, aunque era insoportablemente consciente de susemidesnudez y del contacto de su cuerpo contra el de Nick. Sentía algo extraño en su
interior, como si en cualquier momento fuera a atragantarse. Quizá, se dijo, había estado
expuesta durante demasiado tiempo al sol.
-Puedo ir andando –consiguió decir cuando traspasaron los árboles.
Nick la dejó en el suelo y deslizó la mirada por sus piernas.
-¿Cómo has conseguido llegar hasta allí sin arañarte? –parecía sinceramente
intrigado.
-No he venido por este camino –le informó complacida-. Hace años que encontré
otro para llegar al claro –entonces le tocó a ella mirar las piernas de Nick-. Cruzar por
donde tú lo has hecho es muy difícil. Y me temo que, después de esto, vas a tener que
cambarte de ropa si quieres estar a la altura de la sofisticación de la señorita Ashton.
-Se llama Cheryl.
Victoria sonrió con gesto burlón.
-Oh, ya lo sé. Pero como todavía no nos conocemos, creo que es preferible mantener
las formalidades. Tengo entendido que la señorita Ashton cree que soy tu hermana.
-Pues no lo eres –replicó Nick entre dientes.
-Eso lo sabemos tú y yo, pero es evidente que ella piensa otra cosa –replicó Victoria.
-Así que estabas despierta –concluyó Nick, mirándola con el ceño fruncido-. ¿Y se
puede saber qué era lo que esperabas oír?
-Lo único que esperaba era oíros desaparecer en la distancia, pero por supuesto, mis
esperanzas se han visto frustradas porque tú insistes en continuar metiéndote en mi vida.
Así que lo mejor que puedes hacer es quedarte con la señorita Ashton y apartarte de mi
camino.
-Nunca he intentado estar cerca de ti –señaló Nick enfadado y la agarró del brazo.
-¿Entonces por qué estamos siempre peleándonos? Déjame irme, Nick, y ocúpate de
tu propia vida. Yo estoy encantada de ocuparme de la mía, y no necesito que estés
diciéndome constantemente lo que tengo que hacer. De hecho, no te necesito en
absoluto.
-¿No? –repuso Nick, agarrándola con fuerza.
A Victoria le dio un vuelco el corazón.
-No –se liberó de su brazo y caminó hacia la casa, intentando olvidarse de que Nick
continuaba observándola con enfado.
Y aquel fue el final de su agradable tarde, porque en cuanto se duchó y se vistió tuvo
que reunirse con el resto de la familia para tomar el te. Nick le dirigió una mirada
furibunda y Cheryl parecía tan incómoda y fuera de lugar como siempre.
¿En qué lugar se sentiría cómoda aquella mujer?, se preguntó Victoria, y llegó a la
conclusión que no debía haber un solo lugar en el mundo en el que Cheryl pudiera estar
bien. Parecía haber nacido para ser víctima. Aquel pensamiento debería haberle hecho
compadecerla, pero compasión era lo último que Victoria sentía por la novia de Nick.
Al fin y al cabo, se iba a casar con él y seguramente no tendría ningún problema para
hacerle frente a su matrimonio. Nick se dedicaría a dar órdenes y ella se convertiría en
una esposa sumisa, al igual que había sido una novia sumisa. Y a ella, se dijo Victoria,
no le importaba lo más mínimo.
Cuando Tony llegó y se sentó a su lado, le costó reprimir la alegría y, casi
inmediatamente, los dos se enfrascaron en una conversación. A Nick no le gustó su
actitud, advirtió Victoria, pero estaba demasiado enfadada para mostrarse más amable
con Cheryl. Eso ya lo estaba haciendo Muriel. Nick parecía cada vez más enfadado y
aburrido. Victoria no podía comprender para qué habría llevado entonces a Cheryl a
Clifford Court. A veces, se dijo, Nick se comportaba como si su novia le hubiera tocado
en una rifa.El lunes por la mañana el cielo estaba cubierto de oscuras nubes y Victoria se sentía
profundamente abatida. No podía olvidarse de las dos discusiones que había tenido con
Nick durante el fin de semana, y ni siquiera el sol podía ayudarla a levantar los ánimos.
-Han pronosticado un empeoramiento del tiempo para mediados de junio –le
comentó Tony cuando bajó a desayunar-. Como haga este tiempo el día de la fiesta de
compromiso, a la madre de Cheryl le va a dar un ataque. Organizar una fiesta al aire
libre en este país es una locura.
-A mí me da igual –musitó Victoria con los ojos fijos en el plato-, porque no pienso
ir.
-Eso es otra locura –le advirtió Tony-. No vas a poder librarte, Vick, así que vete
preparándote.
De pronto se interrumpió y Victoria comprendió perfectamente por qué. Había oído
los pasos de Nick por el pasillo, pero no estaba segura de si habría escuchado el último
comentario de su hermano. Incluso sin verlo, la joven podía sentir su dominante
presencia flotando sobre ellos.
-Continuad vuestra conversación –comentó Nick mientras se sentaba a la mesa,
después de haberse servido el desayuno-, ¿o era una conversación privada?
Victoria sintió que le faltaba el aire al advertir el cinismo que acompañaba sus
palabras. Últimamente, tenía serias dificultades para respirar cuando Nick estaba
presente. A veces, conseguía superar su incomodidad gracias a un ataque de furia, pero
aquella mañana se sentía particularmente indefensa, aunque no sabía si el motivo era su
discusión con Nick o aquel clima deprimente.
-Demasiado privada –contestó Tony-. Ya sabes que Victoria y yo somos
inseparables. Tenemos muchos secretos.
-Soy consciente de ello –repuso Nick muy serio y Tony miró a Victoria arqueando
una ceja. La joven conocía demasiado bien a Tony para comprender lo que le estaba
diciendo con la mirada: él tampoco sabía lo que le pasaba a su hermano.
Pero el frío ambiente que Nick había provocado, le hizo reaccionar. No iba a pasarse
el resto de su vida en esa casa, sintiéndose culpable, o soportando a alguien que
continuamente estaba poniéndola en su lugar. De modo que, en cuanto entraron Frank y
Muriel en la cocina, decidió abordarlos directamente.
Tuvo que esperar un poco porque Frank quería conocer las últimas noticias sobre el
caso de Nick.
-Estuve el viernes en los juzgados para verte –comentó Tony-. Hay muchos rumores.
Por lo visto, hay mucha gente implicada en este caso.
-Y es posible que podamos culpar a unos cuantos –contestó Nick satisfecho-. Si
Kenton cae, no lo va a hacer tranquilamente. Seguro que se lleva detrás a otros cuantos.
-Detecté algunas miradas bastante hostiles hacia ti.
-¿Lo dices por la defensa? –Nick sonrió con ironía-. Porque si estás hablando de los
amigos del acusado, no tienes que preocuparte por ello. Son normales las amenazas en
estos casos. Si prestara atención a todas ellas, no sacaría adelante ningún juicio. Pero en
cuanto se cierra el caso, todos los amigos desaparecen.
-¿Corres algún peligro, Nick? –quiso saber su padre, y Nick se encogió de hombros.
-No más que cruzando la calle. De modo que olvídate del tema –le dirigió a Tony
una mirada cortante y continuó hablando sobre el tiempo, pero Victoria había detectado
la profundidad de la preocupación de Tony.
Miró a Nick, pero éste le devolvió la mirada con la indiferencia acostumbrada.Así que decidió sacar el tema de la mudanza. Craig le había estado hablando de ello
durante un par de días, pero Victoria lo sentía como algo tan ajeno a ella que no le había
prestado atención. Y, sin embargo, de pronto se había dado cuenta de que tenía que irse,
tenía que alejarse cuanto antes de Nick. Realmente no era capaz de comprender lo que
sentía, pero sabía que tenía que hacer algo para detener aquellos sentimientos.
-Me han ofrecido la posibilidad de mudarme a un piso –comentó, mirando a Muriel-.
Está cerca del trabajo, y estoy empezando a pensar en irme porque el tráfico está terrible
y cuando llegue el invierno empeorará. Creo que es lo más sensato que puedo hacer.
Evidentemente, acababa de dejar caer una bomba, porque todos enmudecieron al
oírla. Se quedaron mirándola fijamente, y, sin necesidad de volverse hacia él, la joven
sabía que Nick estaba furioso.
-¿Estás segura, querida? –a Victoria se le cayó el corazón a los pies al advertir el
temblor de la voz de Muriel.
-No, no estoy segura –consiguió decir con naturalidad-. Simplemente ha surgido la
posibilidad y he estado pensando en ella. Eh… me lo comentó Craig Parker, por lo visto
se ha enterado de que uno de sus vecinos va a cambiarse de casa. Me ha parecido una
buena oportunidad.
-¿Y crees que soportarías vivir en un piso, Victoria? –le preguntó Frank, al darse
cuenta de que su esposa era incapaz de hablar-. Te pasas la mayor parte del tiempo que
estás en casa al aire libre, siempre lo has hecho. Adoras esta casa.
-Lo sé –contestó con tristeza-. Pero ya tengo veinticuatro años. Creo que ya es hora
de que…
-Como te vayas, haré un agujero y me hundiré en él –contestó Tony bruscamente-.
Eres la niña de mis ojos, el azúcar de mi café, la guinda de mi pastel…
-Oh, Tony –Victoria lo miró agradecida y consiguió incluso reír-, sólo era una idea.
-La idea más estúpida que he oído en mi vida –gruñó él-. ¿A ti que te parece, Nick?
-Hace mucho tiempo que dejé de intentar darle consejos a Victoria –contestó Nick en
un tono glacial. Dejó su servilleta en la mesa y se levantó-. Ya no es una niña, ni una
adolescente, sabe cuidar perfectamente de sí misma.
Se levantó, le dio un beso a su madre y se despidió de su padre y de su hermano con
un asentimiento de cabeza. A Victoria ni la miró. Todos permanecieron en silencio
hasta que oyeron el motor de su coche.
-Está enfadado –comentó Muriel con tristeza-. Últimamente se enfada con mucha
frecuencia.
Victoria se mordió el labio. Sabía que su declaración los había afectado mucho a
todos. Siempre se había sentido amada en aquella casa, y continuaba sintiéndose así. Lo
único que había conseguido al hablar de su posible mudanza era que los demás se
enteraran del deterioro que había sufrido su relación con Nick.
-No me iré a ese piso –dijo tranquilamente-. Ya me he dado cuenta de lo mucho que
os afectaría. En cualquier caso, supongo que me resultaría difícil vivir en un piso. Me
gusta mucho esta casa y además, no creo que pudiera vivir sin vosotros. De todas
formas, sólo era una idea…
-Una idea completamente estúpida –añadió Tony-. Y ya he visto que no has
comentado nada sobre lo mucho que me echarías de menos –le dirigió una mirada
burlona y Victoria sonrió.
-No tendría a nadie con quien conspirar. ¿Cómo voy a alejarme de ti?
-Es la primera cosa sensata que has dicho en todo el día –gruñó Tony-. Ahora,
termínate el desayuno y vete al trabajo. Si Nick ya se ha desentendido de ti, tendré que
ocupar yo su lugar.Eso era exactamente lo que había ocurrido, reflexionó Victoria con tristeza mientras
conducía hacia la ciudad. Nick se había desentendido de ella. Se había dado cuenta de
que no era parte de su familia y con su actitud, estaba haciendo que Victoria también lo
comprendiera. Él era una persona importante, y ella una joven vulgar. Él iba a casarse
con una familia que podría proporcionarle todo lo que necesitaba: una buena posición
social y amigos importantes. Cheryl era una mujer muy atractiva y además, podía
confiar en que jamás harían nada inconveniente.
Antes o después, perdería todo el contacto con ella, y cuando fuera a casa con
Cheryl, la miraría como si fuera una intrusa.
El problema era que a ella no le iba a resultar tan fácil sacar a Nick para siempre de
su vida.
ESTÁS LEYENDO
CIEGA DE AMOR
RomanceCIEGA DE AMORVictoria había adorado a Nick desde que era una niña, pero cuando crecieron sedistanciaron tanto que apenas se veían. De modo que no tenía sentido que se sintiera tanmal porque Nick hubiera decidido casarse con otra mujer. ¡Pero el caso...