Tardó más de dos horas en llegar hasta allí, porque además de tener que sumergirse
en el tráfico de la gran ciudad, habían pasado años desde la última vez que había estado
en la casa de Nick, y no conocía bien el camino.
Cuando llegó y vio su coche aparcado frente al elegante edificio en el que vivía,
suspiró aliviada. Paró el coche, subió corriendo los escalones del portal y llamó al
portero automático.
-¿Sí? –contestó Nick. Por el tono que empleó, la joven comprendió que estaba
enfadado.
-Soy Victoria –inmediatamente, escuchó la exclamación de Nick. Cuando subió a su
piso, lo encontró esperándola con la puerta abierta-. ¿Qué demonios estás haciendo
aquí?
Fueron tales la alegría y el alivio que sintió al verlo, que no fue capaz de articular
palabra.
-Quería saber si estabas bien –consiguió decir al fin-. He llamado y no contestaba
nadie, y te he imaginado volviendo aquí tu solo y…
-¡Por el amor de Dios! –la agarró sin demasiada delicadeza y la metió en la casa.
Cerró la puerta, y la colocó contra ella-. Te dije que te quedaras en casa. ¡Y le ordené a
Tony que te vigilara!
-Tony no puede estar en dos lugares al mismo tiempo –replicó con voz trémula-. Ha
salido, y también Frank y Muriel, y… Estaba preocupada por ti, Nick. Vi lo que habían
publicado los periódicos y empecé a imaginarme que podría estar alguien esperándote
cuando volvieras…
-Se supone que tú no deberías saber nada –replicó agarrándola de los brazos-. Le dije
a Tony…
-Me enseñó el periódico. E hizo bien, tengo derecho a saberlo todo.
-En lo que a mí concierne, no tienes ningún derecho. ¡Te dije que procuraras
mantenerte lejos de mí!
Victoria se sintió desfallecer. Dejó de sentir la dureza de la puerta contra espalda,
dejó de percibir el enfado de Nick. Se llevó las manos a la cabeza, sin ser capaz de decir
nada. Cuando Nick la tomó por la barbilla, obligándola suavemente a levantar la cabeza,
se quedó mirándolo en silencio, recordando las crueles palabras que acababa de decir.
-Maldita sea, Victoria. ¿Cómo consigues ponerme en este estado?
-Lo siento. Me iré.
-No –susurró Nick con voz ronca-. No puedes irte. Ya es demasiado tarde. Has
aparcado el coche al lado del mío, y todo el mundo puede verlo.
-Pero… pero Cheryl está en París y también…
-Cheryl está completamente a salvo, no pienses en ella. Pero tú estás conmigo, lo que
significa que corres tanto peligro como yo. No sólo me han amenazado a mí, Victoria.
Amenazaron con tomar represalias con cualquiera que estuviera cerca de mí. Peo ya es
demasiado tarde, porque ahora que has atravesado esa puerta, no puedo dejar que te vas.
Te necesito Victoria.
La joven comenzó a decir algo, pero Nick cubrió sus labios con un beso tan
apasionado que Victoria ni siquiera podía moverse. Cuando entreabrió los labios para
tomar aire, invadió su boca con la lengua y la joven tuvo la sensación de que se derretía
hasta el último de sus huesos.
-Jamás dejaré de desearte, Victoria –suspiró contra su boca-. Suceda lo que suceda,
este sentimiento jamás morirá. Ha nacido hace demasiado tiempo como para ignorarlo.
En el momento en el que nuestros ojos se encontraron, supimos que estábamos unidos
para siempre.
Victoria no podía hablar. En lo único que era capaz de pensar era en que volvía a
estar de nuevo cerca de Nick. Con manos temblorosas, e impelida por un sentimiento
que iba más allá de su voluntad, comenzó a desabrocharle los botones de la camisa.
Toda su timidez parecía haber desaparecido al calor del momento.
-Victoria, ¡no! –jadeó Nick, pero ella no podía detenerse.
Acarició su pecho, y Nick suspiró contra su boca, renunciando ya a cualquier intento
de resistirse a la pasión que los envolvía. Le desabrochó con movimientos rápidos la
cremallera del vestido, se lo quitó y la levantó en brazos para llevarla al sofá que había
bajo una ventana.
-Eres la fruta prohibida, Victoria. Sé que deberías estar a miles de kilómetros de aquí,
pero no puedo vencer una tentación tan dulce –se desprendió de sus propias ropas y se
tumbó a su lado, diciéndose que, ocurriera lo que ocurriera en el futuro, siempre tendría
aquel maravilloso momento para recordar.
Cuando todo terminó, Nick no dijo nada. Apoyó la cabeza contra el pecho de
Victoria, que continuaba temblando incontroladamente. Había sido todo tan rápido;
Nick había pasado del enfado a la pasión en cuestión de segundos. La había trasladado a
un nuevo mundo, y todavía no era capaz de sentirse parte de la realidad. El mundo real
era dañino. Había sufrido tanto en él que no quería volver jamás.
Sintió que Nick se levantaba y comenzaba a vestirse, pero ella continuaba a miles de
kilómetros del presente.
-Lo siento, Victoria –susurró Nick. Se acercó a ella, la abrazó y enterró la cabeza en
su pelo-. Estaba pensando en ti, y de pronto apareciste, como si fueras la respuesta a mi
ruego. No es una excusa, pero no he podido contenerme. Te necesitaba, y de pronto te
he encontrado a mi lado.
Victoria lo miró con los ojos cargados de asombro.
-He sido yo la que ha empezado y…
-No –musitó Nick con cariño-, deja de culparte por todo lo que hacen los demás –
recorrió su rostro con la mirada-. Estás destrozada, Victoria. No sé lo que te he hecho.
Estarías mucho mejor lejos de mí.
-No, Nick…
-Sí, tú lo has descubierto ahora, y yo siempre lo he sabido. Vístete, voy a prepararte
un té y después hablaremos.
Nick acababa de volver de la cocina con el té cuando sonó el teléfono.
-¡Se supone que debías cuidarla! –lo oyó decir Victoria en cuanto descolgó, y supuso
que era Tony el que llamaba-. De acuerdo, lo sé –continuó, mas tranquilo-. De todas
formas, ya sé dónde está Victoria, está aquí, conmigo –tras unos segundos de silencio,
levantó la voz-. Sé perfectamente lo que soy, no tienes por qué recordármelo. Sí, se lo
diré yo mismo. Voy a llevarla a casa, y espero que la vigiles más atentamente a partir de
ahora.
Colgó bruscamente el teléfono. Victoria dio un sorbo a su té, intentando controlarse.
Estaba causando serios problemas a la familia, y ya no sabía dónde iba a terminar todo
aquello. Antes o después explotaría, y no podía hacer nada por evitarlo.
-Tendré que irme –se levantó y buscó su bolso con la mirada-. Ya sé que estás bien
y… me voy.
-Si estás intentando hacer que me sienta peor, lo estás consiguiendo. Comprendo que
me lo merezco. Viniste aquí porque estabas preocupada por mí, y sólo he sido capaz
de…
-Y yo no he intentado detenerte. Podía haber intentado hacerte entrar en razón.
-Nadie ha tenido que hacerme entrar en razón en mi vida. Pero en cuanto te veo, me
olvido de toda lógica, sólo puedo pensar en que te deseo, y no me detengo ante nada. Y
lo peor es que soy consciente de que eso jamás cambiará.
-Procuraré mantenerme lejos de ti –le prometió Victoria con los ojos llenos de
lágrimas.
-Mira –empezó a decir Nick-. En cuanto a lo de Cheryl, será mejor que te lo
explique.
-¡No quiero saber nada! Has hecho una elección, y eso no tiene nada que ver
conmigo. No me hables de Cheryl –agarró su bolso, dispuesta a marcharse.
-¡Victoria! –se acercó hasta ella, pero la joven consiguió abrir la puerta antes de que
la alcanzara.
-¡No! Cheryl es problema tuyo, es tu prometida. Yo simplemente soy alguien que
siempre ha estad presente en tu vida. Sé cuánto te has preocupado y cuidado de mí en el
pasado. Ahora soy yo la que tiene que hacerse cargo de su vida. En cuanto al que
hayamos hecho el amor… podía haber sido cualquiera. Antes o después tenía que
empezar.
-Te llevaré a casa –dijo Nick tras un terrible silencio.
-Puedo volver sola. No necesito ir continuamente acompañada. Y tampoco necesito
que Tony me vigile. He crecido, Nick, y tú lo sabes mejor que nadie.
Salió de allí y se fue a su propia casa. No era capaz de enfrentarse a nadie. Desde allí
llamó a Tony para decirle dónde estaba.
-No vengas aquí, Tony –le advirtió-. No quiero ver a nadie a nadie. Si vienes no te
abriré la puerta.
-No me entiendes, Vick –empezó a decir, pero no le dejó continuar.
-Claro que lo entiendo. Por primera vez en mi vida, lo entiendo todo perfectamente.
Y soy capaz de valerme por mí misma. Eso es algo que deberías comprender. Dile a
Muriel que he tenido que venir por algún asunto relacionado con mi trabajo y olvídate
de mí hasta que haya conseguido reconciliarme conmigo mismo. Te prometo que
sobreviviré.
Colgó el teléfono sin darle tiempo a contestar. Conocía a Tony demasiado bien como
para saber que tardaría un buen rato en llegar a alguna conclusión sobre su
conversación. Eso le dejaría a ella tiempo para alejarse de allí. Nada volvería a ser igual
con ninguno de ellos y lo único que era capaz de comprender en ese momento era que
tendría que cambiar de trabajo y abandonar Londres. Si se quedaba allí, antes o después
tendría que volver a ver a Nick y todo volvería a empezar.
El domingo por la mañana, se dedicó a limpiar el piso. Se puso unos vaqueros y una
camiseta, se protegió el pelo con un pañuelo y dejó la casa reluciente.
Estaba a punto de ponerse a limpiar el escobón cuando llamaron a la puerta y lo
primero que pensó fue que sería Tony. Tardó algunos sin contestar, pero sabía que Tony
no ser marcharía fácilmente.
-¿Quién es? –preguntó cuando volvieron a llamar.
-Soy Cheryl. ¿Puedo entrar, Victoria? Tengo que hablar contigo.
Victoria abrió la puerta, sintiéndose al mismo tiempo terriblemente celosa y culpable.
No supo qué decir, pero Cheryl se metió en su casa sin esperar a que la invitara a pasar.
-Pensaba que estabas en París –murmuró entonces Victoria.
-Ya he vuelto –dejó su bolso en un aparador y se volvió hacia Victoria.
Aquella Cheryl no tenía nada que ver con la persona que Victoria conocía. Estaba
radiante, y parecía mucho más hermosa.
-¿Puedo sentarme? –antes de que Victoria hubiera tenido tiempo de contestar, cerró
la puerta y se sentó en una silla-. Sólo estuve una hora en París –le confió con una
sonrisa-. Todo ha sido una pequeña farsa, y quería volver lo antes posible –alzó
ligeramente la mano y le mostró a Victoria una alianza de matrimonio-. Volví para
casarme. De hecho, ya llevo una semana casada.
Victoria se quedó blanca como el papel. ¡Una semana! ¿Estarían ya casados cuando
Nick había ido a Escocia y había hecho el amor con ella?
-¿Tú y Nick os habéis casado en secreto? –preguntó con voz estrangulada, mientras
se sentaba frente a ella. Cheryl se inclinó hacia delante y le tomó la mano.
-Oh no, no me he casado con Nick. Me he casado con Terry Grant. Eso es lo que he
venido a decirte. Mi compromiso con Nick fue toda una farsa.
-Terry Grant –farfulló-, el cantante…
-Hemos tenido que ser muy prudentes –le explicó Cheryl entusiasmada-. Con lo
famoso que es Terry y la repercusión que ha tenido el último juicio de Nick hemos
tenido a toda la prensa encima, pero no nos han descubierto.
-¿Entonces has abandonado a Nick? Lo has dejado por…
-¡No! –Cheryl se levantó y se arrodilló a su lado-. Yo no sabía que podía hacerte
tanto daño, Victoria. No se me pasó por la cabeza hasta el día de la fiesta de
compromiso. Cuando Nick me puso el anillo, te pusiste enferma. Me habría gustado
detenerlo todo, pero era demasiado tarde, y Nick me dijo que eran imaginaciones mías.
-No entiendo nada –musitó Victoria cubriéndose el rostro con las manos.
-Voy a preparar un té, después te lo explicaré todo –anunció Cheryl. Se levantó y se
dirigió a la cocina.
Victoria se apoyó contra el respaldo de la silla. Estaba demasiado sorprendida para
pensar. Lo único que sabía era que Nick le había dejado creer algo que era mentira,
había permitido que se sintiera herida y abandonada, y todo lo había hecho por Cheryl.
Cheryl regresó al cabo de unos minutos y le puso una taza de té entre las manos.
-Ahora escúchame. He venido con la intención de poner todo en orden. Sé que amas
a Nick y quiero contarte cómo ha ocurrido todo esto.
-No importa, de verdad, Cheryl…
-Claro que importa. Aunque sólo sea por egoísmo, tengo que enderezar esta
situación. No podría ser feliz sabiendo que he causado estragos en vuestras vidas por
haber sido demasiado cobarde para enfrentarme a mis padres. Nick ha sido mi tapadera.
Él no veía ningún inconveniente en fingir que éramos novios, pero después de la fiesta
de compromiso, comprendí que había hecho un gran sacrificio. Está loco por ti,
Victoria. Tienes que darle una oportunidad.
-¿Nick? –Victoria se quedó mirándola fijamente, pero antes de que Cheryl pudiera
contestar, llamaron a la puerta.
-Dios mío –exclamó Cheryl-. Espero que no sea Nick. Me gustaría que hubiéramos
hablado tranquilamente de todo esto antes de que os volvierais a ver.
Se levantó para abrir. Victoria miraba fijamente la puerta, esperando encontrarse con
el rostro de Nick, pero cuando Cheryl abrió aparecieron dos perfectos desconocidos.
-¿Puedo ayudarlos en algo? –preguntó Cheryl con una sonrisa. Victoria volvió
bruscamente a la realidad, y fijó todos sus sentidos en la fría sonrisa de aquellos dos
hombres.
-Oh, ya nos ha ayudado bastante –respondió uno de ellos-. No sabíamos dónde estaba
usted, así que vinimos a buscarla a ella –miró hacia Victoria-, pero parece que hemos
tenido la suerte de cazar dos pájaros de un tiro. La prometida y la queridísima hermana.
Victoria comprendió inmediatamente quiénes eran aquellos hombres. Eran los tipos
que andaban detrás de Nick y estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para vengarse
de él. Se levantó de un salto, dispuesta a detenerlos, pero antes de que llegara a la
puerta, ya estaban los dos en el interior del piso.
-¡Victoria! –gritó Cheryl asustada.
Los hombres cerraron la puerta y la agarraron, mientras Victoria volaba a la cocina
con la intención de llamar por teléfono. Pero acababa de entrar cuando uno de esos tipos
la atrapó, y, a pesar de que se resistió con todas sus fuerzas, no consiguió liberarse.
-¡Estate quieta! –le gritó el hombre agarrándola del pelo. Victoria se inclinó hacia
delante, intentando agarrar el cepillo que había dejado en la mesa de la cocina-. No eres
más grande que una muñeca. ¿Qué demonios pretendes hacer?
-¡Esto! –agarró el cepillo y comenzó a golpearlo, sin pararse a pensar dónde lo
golpeaba.
El hombre la soltó, se cubrió el rostro y se tambaleó durante un minuto antes de
arremeter de nuevo contra ella. Victoria consiguió darle un buen golpe antes de que él le
diera un puñetazo en la barbilla.
La habitación empezó a darle vueltas, pero mientras se deslizaba hacia el suelo, vio
que se abría la puerta y entraban Nick, Craig y un hombre al que no había visto en su
vida. Oyó que Nick la llamaba, pero ya no podía verlo. Todo se sumió de pronto en la
más profunda oscuridad.
Cuando recobró el conocimiento, se descubrió en los brazos de Nick.
Inmediatamente volvió a cerrar los ojos. Le dolía terriblemente la cabeza y la habitación
seguía dando vueltas a su alrededor.
-¿Está bien Cheryl? –susurró-. No consigo ver bien.
-No lo intentes –le aconsejó Nick-. Quédate aquí tranquila, pero por favor, no te
atrevas a dejarme, Victoria.
Pero Victoria no podía hacer nada para evitarlo. Permanecía muy quieta, con los ojos
cerrados. Nick, en cuanto vio entrar a dos policías uniformados, exclamó violentamente:
-¡Está herida! ¡Ese canalla la ha herido!
-Déjelo todo en nuestras manos, señor King. Ya nos ocuparemos de él –el policía
miró a Victoria y a continuación al hombre que la había herido, al que previamente
habían esposado-. Parece que se ha encontrado con una feroz resistencia. ¿Con qué lo
han golpeado?
-Con un cepillo –contestó Cheryl con voz trémula-. Victoria lo ha golpeado con un
cepillo. Estaba frenética, parecía que no podía parar de pelear.
-Raramente lo hace –intervino Craig, que también estaba sentado en el suelo-. Sería
una buena cosa poder tenerla siempre a mi lado.
-¡Pero ella ama a Nick! –repuso inmediatamente Cheryl.
-¿Qué está pasando aquí? –preguntó Tony, que entraba en la casa en ese preciso
instante-. ¿Dónde está Vick?
-Victoria está herida, pero se pondrá bien –le respondió uno de los policías.
Tony miró a su alrededor, asombrado por toda la gente que había allí.
-¡Ya me estoy ocupando yo de Victoria! –le espetó Nick con dureza.
-Amén –musitó Tony-. Y ya era hora, porque así podré continuar con mi ocupada
vida social.
-No preces muy preocupado por Victoria –lo acusó Nick.
-Esta habitación está llena de gente preocupada por Victoria –bromeó-. Cuando
decidas que podemos acercarnos a ella, dínoslo para que pongamos a la cola.
-Lo siento –le contestó Nick con pesar-. Hoy ha sido un día horroroso. Ya tendremos
tiempo de hablar de eso más tarde.
-Es el precio de la fama. Y dime –preguntó más serio-. ¿Es muy grave la herida?
-Ese tipo la golpeó –respondió Nick con enfado-, y al caerse se dio con la cabeza en
la mesa.
-Vamos a llevarla al hospital –comentó uno de los hombres que estaba al lado de
Victoria-. Creo que es una contusión.
-Y por favor –le pidió Nick entre dientes-, saque a esos tipos de aquí. No quiero que
los vea cuando vuelva a despertarse.
-¿Va a ir usted con ella, señor King? –le preguntó un policía.
-Intente impedírmelo. A partir de este momento, no pienso perderla de vista.
Victoria recobró el conocimiento cuando Nick la estaba sacando de casa, pero
todavía no estaba en condiciones para pensar con claridad. Aun así, tenía el vago
recuerdo de que antes de que aquellos tipos irrumpieran en su casa, había ocurrido algo
importante.
-¿Nick?
-Estoy aquí, cariño. No voy a dejarte sola.
-Todo ha sido tan complicado… -suspiró y apoyó la cabeza en su pecho.
-Lo sé, pero pronto lo solucionaremos.
Victoria sonrió débilmente. Nick siempre lo arreglaba todo.
-Estamos metidos en un buen lío –le advirtió.
-Lo sé, y ha sido culpa mía. Pero lo que tienes que hacer ahora es ponerte bien.
Tenemos muchas cosas de que hablar.
Victoria pasó la noche en el hospital. Tenía una herida en la cara, aunque lo que
realmente le preocupaba a todo el mundo eran las posibles consecuencias del golpe que
se había dado en la cabeza. Afortunadamente, los resultados de las pruebas indicaron
que no había ninguna lesión y su desmayo había sido provocado por la tensión de la
situación.
Nick se quedó mucho tiempo con ella, pero no hablaron prácticamente de nada, de
manera que cuando él abandonó el hospital, la joven no pudo menos que pensar que,
probablemente a causa de los dramáticos acontecimientos que la habían seguido, había
mal interpretado lo que le había dicho Cheryl.
Y se convenció de ello al día siguiente cuando vio que era Tony, y no Nick, el que
iba a buscarla al hospital.
-Nick está con la policía –le explicó Tony, antes de que Victoria le preguntara por su
hermano-. Y no me preguntes porque yo sólo estoy cumpliendo órdenes y Nick dice que
quiere hablar contigo personalmente. Está de un humor de perros, y no voy a
enfrentarme con él.
Para Victoria fue motivo de desilusión el que Nick no fuera a su casa y cuando vio
que, en vez de hacia Clifford Court, Tony encaminaba el coche hacia su piso se tensó.
-Preferiría volver con vosotros. No quiero quedarme sola.
-Órdenes, Vick –gruñó Tony-. Te quiere sólo para él. Después vendréis los dos a
cenar a casa.
-No voy a poder evitar pensar en esos dos hombres…
-Están encerrados –le aseguró Tony-. Nick no va a dejar que corras ningún peligro.
Además, no eres una mujer que se asuste fácilmente. Enfréntate a esto tal como te has
enfrentado a todo lo demás. De todas formas –sonrió-, me quedaré contigo hasta que
llegue Nick.
-Y si quieres, puedes quedarte también cuando llegue él… -no quería quedarse a
solas con Nick, pues temía que le dijera algo que ella no quería saber. Si Tony estaba
allí, no podrían hablar de nada comprometido.
-Tres son multitud –rió Tony.
-Estoy un poco asustada –murmuró la joven, medio para sí misma.
-No tienes por qué. Ya han atrapado a esos tipos, y por fin has conseguido atrapar a
tu hombre… Igual que en las películas.
Victoria le agradeció aquellas palabras con una sonrisa, pero en realidad no le
sirvieron de mucha ayuda. Hasta que Nick no hablara con ella, no iba a averiguar cuáles
eran sus verdaderas intenciones.
Cuando entraron en el edificio, Craig se abalanzó literalmente sobre ellos y los
acompañó hasta su piso, donde les mostró sus heridas con el mismo orgullo que si
fueran medallas.
-¡Mary va a volver! –le contó a Victoria-. Ha entrado en razón cuando se ha dado
cuenta del peligro que he corrido.
-Lo siento –le dijo Tony cuando advirtió que Craig estaba dispuesto a entrar con
ellos-, pero Victoria no puede recibir visitas.
-¡Cielos! ¿Te lo han dicho en el hospital?
-No, lo ha dicho mi hermano –contestó Tony tranquilamente-. Llegará de un
momento a otro, y hasta entonces, voy a quedarme yo con Victoria.
-Es vergonzosa tu falta de amabilidad –protestó Victoria cuando entraron en el piso-.
Craig también peleó duramente. Ya has visto sus heridas.
-Me temo que fueron Nick y Terry Grant los que derribaron a esos tipos, por lo
menos eso es lo que ha dicho la policía. Además, Craig es un hombre casado, y tú eres
la chica de Nick.
Al menos eso le gustaría, pensó Victoria. Pero no lo sabría hasta que Nick no se lo
dijera.
ESTÁS LEYENDO
CIEGA DE AMOR
RomanceCIEGA DE AMORVictoria había adorado a Nick desde que era una niña, pero cuando crecieron sedistanciaron tanto que apenas se veían. De modo que no tenía sentido que se sintiera tanmal porque Nick hubiera decidido casarse con otra mujer. ¡Pero el caso...