Tardó más de una semana en firmar el contrato del piso y, cosa poco normal en ella,
no le habló a nadie de su decisión hasta que estuvo todo cerrado. Era mejor presentarla
como una decisión irrevocable para no dar lugar a discusiones. Les comunicó la noticia
a Frank y a Muriel por la noche, antes de que Tony llegara a casa y, tras el inicial
silencio provocado por la noticia, ambos empezaron a hacerle preguntas sobre el piso.
-¿Está amueblado? –quiso saber Frank y Victoria hizo una mueca.
-Sólo tiene las cosas básicas –admitió y aquello fue suficiente para que ambos
empezaran a hacer planes para ir a Londres y ayudarla a montar el piso.
-No creas que queremos meternos en tu vida, Victoria –le pidió Muriel-. Es lo que
habríamos hecho por nuestra propia hija si la hubiéramos tenido.
-Lo sé, y me encantará que me ayudéis, porque no voy a tener ni …
-¿Dinero? –la interrumpió Frank con una sonrisa-. Si tienes ya la llave del piso,
iremos a verlo mañana.
De modo que quedaron en comer juntos al día siguiente e ir después a ver el piso.
Cuando llegó Tony a casa, nadie le comentó nada, y después de pensárselo bien, la
joven decidió que debería decírselo ella misma.
-¿Y estoy invitado a ir? –le preguntó Tony en cuanto le comunicó sus planes.
-Siempre que quieras –le contestó ella sonriente y Tony, que estaba sentado frente a
ella, la miró pensativo.
-Es extraño, de repente ha cambiado toda la vida de la familia.
-Eso es algo normal –replicó ella inmediatamente-. La gente tiene que vivir su propia
vida, pero eso no significa que tenga que dejar de verse para siempre. De hecho, vendré
a casa todos los fines de semana, y pasaré aquí las vacaciones. De alguna manera,
pienso seguir viviendo aquí.
-¿Entonces por qué no te quedas directamente? –le preguntó Tony de mal humor-.
No soy ningún tonto, Victoria. Sé que te vas por culpa de Nick. No puedes enfrentarte a
él, ¿verdad?
-Ya me he enfrentado a él –le recordó la joven tranquilamente-. Llevo tres años
haciéndolo.
-Pero no de la forma que tendrás que hacerlo ahora –señaló-. Siempre has sabido
arreglártelas bien con su irascibilidad… por lo menos hasta el día del compromiso.
-Tonterías. ¿Qué diferencia puede haber entre que esté comprometido o deje de
estarlo?
-Antes de que se comprometiera, siempre había alguna posibilidad de que las cosas
volvieran a su antiguo cauce –le recordó Tony-. Pero ahora ya no queda ninguna
oportunidad. Nick te ha dejado sola en el mundo y tú has decidido abandonar el nido.
-Probablemente seas un buen abogado –replicó Victoria en tono burlón-, pero como
detective eres un fracaso. Espero que contrates uno el día que lo necesites.
-Oh, no necesito investigar los motivos de la actitud de Nick –dijo secamente-, sólo
los tuyos. Además, sin necesidad de contratar a nadie, sé perfectamente lo que va a
hacer. Irá a buscarte a tu casa y te traerá de vuelta a Clifford Court.
Victoria se sonrojó violentamente.
-El pasado ha terminado. Nick se ha ido para siempre de mi vida.
-Pero no lo has olvidado –la miró con expresión calculadora-. Nick es muy
inteligente. Mucho más que nosotros. ¿Alguna vez has podido averiguar lo que piensa
realmente?
-La verdad es que no me importa lo que piense o deje de pensar. Pienso hacer lo que
me apetezca.
-Lo sé. Siempre lo has hecho… siempre y cuando a Nick no le pareciera mal. Así ha
sido siempre, y no sé qué te hace pensar que las cosas pueden cambiar.
-Nick ahora está comprometido, se ha ido para siempre –señaló acaloradamente.
-Nick jamás se irá. Y, en cualquier caso, no puedes arreglártelas sin él, ¿verdad? –se
levantó y sonrió con sarcasmo-. Buenas noches, Vick. Hasta mañana. Tendré que
comprarte algún regalo para el piso…
-Gracias, aunque me temo que Muriel y Frank van a encargarse de que no me falte
nada.
Tony rió y subió a su habitación. Por un momento, todo pareció volver a la
normalidad. ¿Pero qué era la normalidad?, se preguntó Victoria. Tony tenía gran parte
de razón en lo que decía. Siempre había hecho lo que quería… pero contando en todo
momento con el permiso de Nick.
-Pero a partir de ahora –se dijo en voz alta-, no va a ser así. Nick ha cambiado, se ha
ido, y eso es exactamente lo que voy a hacer yo.
Al día siguiente fue a visitar el piso con Frank y Muriel, a los que no pareció
gustarles demasiado. Ambos lo recorrieron en silencio, con la misma expresión
dubitativa con la que lo había contemplado ella la primera vez.
-No puede decirse que os encante –comentó, mirando a Muriel.
-bueno… tiene posibilidades.
-Y también existe la posibilidad de que al final decidas no quedarte aquí –señaló
Frank con una sonrisa-. De todas formas, me gusta. Lo que tienes que hacer ahora es ver
todo lo que hace falta, y después iremos de compras. Mientras tanto, voy a preparar una
taza de té.
-Eh… me temo que no tengo tazas –repuso Victoria con pesar.
-Entonces es que todavía no te has tomado en serio lo de venir aquí –contestó Frank
riendo y Muriel lo miró con firmeza.
-Todavía no se ha ido de casa y además, es lógico que no tenga nada. Esta es la
primera vez que tiene que montarse una casa –miró a Victoria con cierto recelo-. Sabes
que tienes guardadas en casa muchas de las cosas de tus padres, ¿verdad?
-Si, lo comprendo, no quieres disponer de ello hasta que te cases –añadió Muriel por
ella-. Lo que tenemos que hacer ahora es encontrar algunos muebles para hacer
habitable este lugar. Voy a hacer una lista.
Victoria intercambió una sonrisa con Frank. A Muriel le encantaba hacer listas para
todo.
La joven no pudo dejar de preguntarse qué iba a ser para ella aquel piso, si en
realidad no lo consideraba como su verdadera casa. ¿Otro refugio para esconderse en él
en tiempos de tormenta? Porque, aunque no había querido planteárselo en serio, sabía
que lo que en realidad estaba haciendo era huir, escapar de Nick, cuya presencia
continuaba invadiendo hasta el último rincón de su mente.
Tardaron cerca de una semana en arreglar el piso. Sólo podían ir de compras cuando
Victoria salía del trabajo, y era increíble la cantidad de cosas que se necesitaban para
poner una casa en condiciones.
Fue muy divertido, y le sirvió para dejar de pensar en otras cosas. Además, era
consciente de que les estaba abriendo a Frank y a Muriel un espacio en su nueva vida.
Cuando llegó el momento del traslado definitivo, ambos se habían hecho ya a la idea, y
hasta parecían contentos con la decisión que había tomado Victoria.
Aun así, la joven no se llevó todas sus cosas de Clifford Court y Frank se lo hizo
notar con una de sus irónicas sonrisas. Frank, era consciente de que la joven no estaba
yéndose realmente de casa, que aquello era simplemente una forma de escapar. Victoria
esperaba que no tuviera oportunidad de averiguar el por qué.
A la semana siguiente, Tony se presentó en el piso con una botella de vino, y se auto
invitó a cenar. Se sentó en la cocina mientras Victoria preparaba la cena, y volvió a
sacar a relucir el tema de Nick.
-Parece que va a conseguir que encierren a Kenton –comentó.
-Sí, lo sé. Lo he visto en la televisión. Parecía muy tenso.
-Debe de estar agotado. Lleva tiempo sin llamar a casa, así que todavía no sabe lo
tuyo. Esperemos que continúe ignorando tu huida hasta que haya terminado el juicio.
-Cambiarse de casa no es huir –señaló Victoria-. Y además ya te dije que esto Nick
tiene nada que ver con Nick, así que no empieces otra vez.
-Pero si lo único que te estoy diciendo es que la costa está despejada. Es la primera
vez que Nick pasa tanto tiempo fuera de casa y me parece que el motivo es que, aunque
no quiera admitirlo, esta vez se está tomando en serio las amenazas. No quiere traer los
problemas a casa, está acostumbrado a resolverlos él mismo y lo último que quiere es
poner a su familia en peligro.
-¿Estás hablando en serio? –Victoria lo miró horrorizada-. Él dice que ya lo han
amenazado otras veces y que nunca le ha dado ninguna importancia.
-Pero creo que esta vez es diferente. La prensa dedica páginas enteras a Kenton y a
sus socios.
-Mira, yo creo que no va a casa porque ya está comprometido –insistió Victoria.
Estaba demasiado asustada para tomarse en serio las palabras de Tony-. El poco tiempo
libre que tenga, lo pasará con Cheryl.
-Cheryl está en París –musitó Tony-. Pretendía irse a escondidas, pero,
desgraciadamente, un fotógrafo la descubrió en el aeropuerto. El otro día salió la
fotografía en el periódico. Cheryl tenía aspecto de estar furiosa.
-¿Cheryl? –preguntó Victoria asombrada-. Me cuesta imaginármela enfadada.
-La misma. Así que ya ves, Nick no está pasando su tiempo libre con su querida
Cheryl. Lo único que está haciendo es mantenerse lejos de Clifford Court.
-Me pregunto por qué.
-Yo ya te he dicho lo que pienso. Sé que te asusta demasiado pensar en esa
posibilidad, pero creo que debemos enfrentarnos a ella. Aunque también es posible que
esté avergonzado por lo que sucedió en la fiesta. A lo mejor está lleno de
remordimientos por no haber sabido contenerse…
-Si no te andas con cuidado, este pie puede terminar en tu cabeza –le advirtió,
mientras rezaba en silencio para que Tony atribuyera su sonrojo al calor de la cocina.
-¡Sólo era una suposición! –contestó Tony, alzando las manos en gesto de rendición.
Lo que estaba haciendo Tony era meterse en la vida de su hermano, se dijo la joven
disgustada. Y ella estaba convencida de que no había ningún misterio en la vida de
Nick. Lo único que le parecía misterioso era la actitud de Cheryl. Era increíble que
hubiera tenido valor suficiente para irse sola a Paris.
Tony se fue cerca de las nueve de la noche y casi inmediatamente llamó Craig a la
puerta. Cuando Victoria le abrió, la miró un poco avergonzado.
-Me apetecía pasar por aquí para ver cómo te habías instalado –le comentó-. No he
venido antes porque sabía que tenías visita.
-Era Tony –contestó un poco molesta. No le hacía ninguna gracia que hubiera estado
espiándola-. Es hermano de Nick.
-Vaya, otro de los King. ¿Y es tan importante como su hermano?
-Pasa –le dijo la joven sin poder evitar una sonrisa-. Tony es un gran amigo mío y no
se parece nada a su hermano. Para empezar, no creo que aparezca nunca en los titulares
de un periódico.
Preparó un café y lo sirvió. Craig no tenía ninguna prisa en irse y a Victoria le
incomodaba un poco la situación. No le parecía bien que estuviera tanto tiempo con ella
cuando probablemente su esposa lo estaba esperando en casa.
-¿Por qué no has venido con tu mujer? –le preguntó-. Tengo muchas ganas de
conocerla.
-La verdad es que no está aquí. De hecho, vamos a estar separados durante algún
tiempo.
Victoria se quedó mirándolo fijamente. Por supuesto, aquello no era asunto suyo,
pero la primera vez que le había enseñado el piso, ella le había hecho algún comentario
sobre su esposa y él no lo había dicho nada de la separación.
-¿Y por qué no me lo has dicho antes?
-Pensaba que si te lo decía no querrías quedarte con el piso.
-¿Por qué no? –le preguntó. Pero mientras lo preguntaba, se le cayó el corazón a los
pies. Si Craig tenía problemas matrimoniales, era probable que estuviera deseando
hablar con alguien y lo último que a ella le apetecía era convertirse en consejera
matrimonial.
-He pensado que podríamos salir juntos de vez en cuando –sugirió a continuación
Craig, sin contestar a la pregunta de Victoria.
-¿Para que tu esposa se ponga celosa? –preguntó la joven astutamente-. No gracias, si
quisiera buscarme problemas, te aseguro que podría hacerlo perfectamente sin tu ayuda.
-Realmente me gustaría salir contigo, Victoria.
-No –repuso ella con firmeza, y se levantó-. Eres mi jefe, Craig, y me gusta el tipo de
relación laboral que tenemos.
-De acuerdo. He captado la indirecta –se levantó también, dispuesto a marcharse-.
Supongo que una chica tan guapa como tú ya debe tener el corazón ocupado.
-Mi corazón está perfectamente protegido, así que no te preocupes por él.
Lo acompañó hasta la puerta, y se despidió de él, esperando que aquellas visitas no
se convirtieran en una costumbre.
Ni siquiera había terminado de recoger las tazas cuando volvieron a llamar. En
aquella ocasión se enfadó de verdad. Eran las diez de la noche, al día siguiente tenía que
ir a trabajar y todavía tenía que lavar los platos. Si Craig tenía algo que decirle, podía
haber esperado hasta el día siguiente…
Abrió la puerta enfadada y se quedó helada al encontrarse con un par de ojos grises
que la miraban con un enfado muy superior al suyo.
-Entra –lo invitó a pasar-. No hay nada como las visitas para hacer que una se sienta
popular. Primero ha venido Tony a cenar, después Craig a tomar café, y ahora tú, el
superhombre en persona. Estoy abrumada.
Nick entró cerró la puerta con una lentitud sobrecogedora.
-¿Qué quieres, Nick?
-Si recibes así a todas tus visitas, tu popularidad no va a durar mucho.
-Lo siento. No pretendía ser grosera –musitó confundida-. Pero me has asustado. No
te esperaba.
-Claro que me esperabas. Sabías perfectamente que en cuanto me enterara de esto
vendría a verte. Pensaba que habías cambiado de opinión al darte cuanta de lo mucho
que le afectaba a la familia que te fueras de casa.
-Ya no están disgustados –le explicó-. ¿Quieres sentarte?
-No, gracias.
-Entonces voy a preparar café.
-Prefiero un té.
Victoria se dirigió a la cocina y se quedó horrorizada al ver el desorden en el que la
había dejado. Era ridículo. Se estaba comportando como si Nick fura una especie de
inspector, cuando ni siquiera tenía derecho a entrar en la cocina si ella no lo invitaba.
¡Aquella era su casa!
Volvieron a llamar a la puerta, y Nick abrió antes de que Victoria hubiera podido dar
un paso.
-Victoria, jamás he pretendido… -era Craig, que enmudeció al ver a Nick-. Oh, es
usted… Yo, pensaba que era Victoria. Creo que será mejor que me vaya.
-Sí, será lo mejor –le aconsejó Nick fríamente y cerró la puerta en el momento en el
que Victoria estaba entrando en el cuarto de estar hecha una furia.
-¿Cómo te atreves a echar a una de mis visitas de forma tan zafia? Ni siquiera tienes
derecho a abrir la puerta. ¡Estás en mi casa!
-¿Zafia? Una palabra interesante, jamás me habían acusado de ser zafio.
-Supongo que tampoco te habrás comportado nunca de esa manera. Sólo lo haces
conmigo, ¿verdad? Te crees que eres mi niñera.
-Trae el té, anda –le ordenó mientras se sentaba en el sofá-. Pensaba que te estaba
haciendo un favor. Me has dicho que ha había estado aquí esta noche. ¿Qué quería?
¿Qué le prestaras una taza de azúcar?
-Craig es mi jefe –contestó cortante y se dirigió a la cocina.
-Mmm, es un lugar muy acogedor –comentó Nick cuando Victoria le llevó el té. Se
reclinó en su asiento y dio un sorbo a su taza. Victoria se sentó frente a él, intentando
reunir fuerzas para el ataque que sin duda se avecinaba.
-Tony me ha dicho que no llamas nunca a casa. ¿Cómo te has enterado de que estaba
aquí?
-He llamado esta noche y me lo ha dicho mi madre. Me he quedado sorprendido al
verla tan entusiasmada, pero he comprendido la razón cuando me ha dicho que le has
permitido organizar la decoración del piso. Eres una chica muy inteligente. Aprendes
rápido.
-Ella se ofreció a hacerlo, y yo sabía que de esa forma se sentiría mejor.
-¿Y cómo encaja Tony en todo esto? ¿También forma parte del plan? ¿Está enfadado
porque te has ido de casa, o se alegra de poder venir aquí y tenerte para él solo? ¿Habéis
pensado en compartir este piso?
-¡Claro que no! Esta es mi casa, y sólo hay un dormitorio.
-¿Y qué le parece eso a Parker? Supongo que estará encantado.
-¡Ya te dije que estaba casado!
-Claro, supongo que entonces ha venido a tomar café con su esposa, ¿no?
Acababa de llegar el momento temido y la joven tenía pocas posibilidades de salir
victoriosa de él.
-No estaba en casa –contestó al cabo de unos segundos de vacilación-. Y de todas
formas, no creo que eso tenga nada que ver contigo.
-De modo que la señora Parker ha salido esta noche con sus amigas y el señor Parker
ha venido a tomar café con “su” amiga. Qué relación tan moderna.
-Están separados –respondió Victoria resignada. Era imposible mentir a Nick.
-Y ahora te quiere a ti. ¿Y está preparado para enfrentarse a Tony? ¿O quizá Tony
desconoce esta excitante relación?
-Me estás hablando como si fuera… una prostituta –exclamó Victoria, y se levantó
indignada.
-No exageres, v. simplemente me gustaría saber quién va a morder al final el
anzuelo.
-Tony es mi amigo –protestó, al borde de las lágrimas-, y Craig es mi jefe, y tú no
tienes derecho a…
-¿No tengo derecho a protegerte? Jamás he renunciado a ese derecho, princesa.
-¡Pero estás prometido! ¡Por favor, Nick, déjame sola!
Nick dejó la taza en la mesa, se levantó y se quedó mirándola muy serio.
-No puedo dejarte sola –le dijo suavemente-. Y nunca lo haré. Cheryl y yo nos hemos
comprometido… para protegernos mutuamente. Hemos llegado a un acuerdo…
-Así son todos los compromisos. La gente llega a un acuerdo y después se
compromete –susurró Victoria. Miraba a Nick como si éste se hubiera vuelto loco.
-Dudo que mi compromiso se parezca a cualquier otro –se acercó hasta ella y se
quedó mirándola fijamente-. Deja de fingir que te doy miedo, Victoria. Ambos sabemos
que son tus propios sentimientos los que te asustan –le rodeó la cintura con los brazos y
cuando la joven pensaba que iba a besarla, rodeó la habitación con la mirada-. Quizá
estés mejor aquí –musito-. Es un lugar bastante seguro y muy poca gente sabe que vives
aquí.
-¿Pero qué ocurre, Nick? –preguntó Victoria asustada por la seriedad de su voz.
-Quiero que estés a salvo… y no sólo de tu jefe. Aunque tampoco me hace ninguna
gracia que estés tan cerca de él. Procura mantenerlo en su lugar.
-Eso no tiene nada que ver con… -empezó a decir, pero Nick la interrumpió con un
beso.
-Todo lo tuyo tiene que ver conmigo, y lo sabes –le susurró al oído-. Es posible que
seas la niña de los ojos de Tony, pero yo siempre estaré allí.
Al día siguiente, Victoria fue a trabajar sintiéndose aturdida y deprimida. Estaba
asustada, también. Nick había hablado de su compromiso como si fuera algo sin
importancia y había dejado claro que siempre formaría parte de su vida.
Pero siempre era demasiado tiempo, sobre todo cuando sabía que Nick no le
pertenecía, y que jamás lo haría.
Sin embargo, había tanta convicción en sus palabras, que le resultaba imposible
dudar de ellas. Nick siempre sería una presencia ineludible en su vida y lo sabía. Jamás
aprendería a vivir sin él, pero él podría mantenerse distante y aparecer cuando lo
considerara oportuno, para dejarla después y continuar su propia vida, como lo había
hecho la noche anterior.
Desde el día de la fiesta de compromiso, Victoria se sentía diferente. Habían
desaparecido de su mente el enfado y la frustración, y con ellos su paz interior. Porque
desde entonces los ataque de Nick eran completamente diferentes. Se sentía inquieta y
triste, y no sabía qué hacer para remediarlo.
Craig la llamó a su despacho en cuanto llegó a la oficina.
-Si te molestó lo de anoche… -comenzó a decirle, pero Victoria consiguió esbozar
una débil sonrisa y sacudió la cabeza.
-No me molestó, Craig. Olvídalo.
-King parecía enfadado –comentó Craig, mirándola sombrío y la joven sintió que se
sonrojaba.
-¿Nick? No te preocupes por eso. También se enfadó conmigo. Está muy tenso a
causa del juicio.
-Y no me sorprende. Juega un papel muy importante en él, y aparece constantemente
en los medios. Está corriendo un gran riesgo.
-¿Tú crees?
-Odio asustarte, pero sí lo creo. Es posible que Kenton termine entre rejas, pero no
han atrapado a nadie más. ¿Quién sabe lo que pueden hacer sus socios? Supongo que
tienen miedo a que Kenton hable, pero por otra parte, también les convendría quitarse
de en medio a alguien como Nick King… -al darse cuenta de que Victoria había
palidecido, se interrumpió.
-No me hagas caso –le pidió-. Me estoy poniendo muy dramático. Estoy seguro de
que un hombre como Nick King lo tiene todo controlado.
Victoria asintió y se volvió hacia la puerta, pero cuando estaba a punto de salir, Craig
comentó:
-No te he llamado para que habláramos de ese tema. Tengo una reunión importante
con Alfred.
-Pensaba que ya podías arreglártelas sin su ayuda –contestó Victoria rápidamente, y
se acercó al escritorio de su jefe.
-Claro que puedo arreglármelas sin su ayuda. Pero que quiera hacerlo es otra cosa.
Alfred quiere invertir dinero en la empresa para que se expanda. Ha estado sondeando
posibles mercados para nosotros.
Victoria se sentó, dispuesta a escuchar. Sabía que Alfred Parker consideraba que la
publicidad era un negocio mezquino, casi inmoral.
-Yo pensaba que a tu hermano no le gustaba nada este negocio.
-Pero siempre le ha gustado el dinero. Está impresionado. Cuando le enseñé las
cuentas y le ofrecí pagarle lo que me había prestado, llegó a ponerse nervioso.
-continúa –lo invitó Victoria. Alfred Parker era un hombre frío como el hielo, le
parecía imposible que algo hubiera podido alterarlo.
-Pues bien, tengo la sensación de que ha olido que aquí puede haber dinero y está
pensando en montar otra filial. Está indagando posibilidades por Escocia, y quiero que
vayas con él.
-Si tengo que quedarme con tu hermano y con su esposa, me niego –replicó con
firmeza-. ¿Por qué no puedes ir tú?
-Tengo que controlar todo esto –musitó Craig, incómodo-. Además, está Mary.
Podría volver, y si no me encuentra… -alzó la mirada hacia ella-. Siento lo de anoche.
Estaba un poco deprimido.
-Olvídalo. Todos hacemos locuras de vez en cuando –y ella lo sabía mejor que nadie-
. Y sí –se ofreció alegremente-, iré a Escocia, siempre y cuando tu hermano no insista
en convertirme en una espía.
-Mary y yo también tenemos una casa en escocia. Está en el norte de Edimburgo.
Puedes quedarte allí e ir en coche a los lugares que Alfred nos indique. Para ti serán
como unas vacaciones, una forma de recompensarte por el duro trabajo y por mis
molestia de anoche.
Victoria lo miró con ironía. Emprender un nuevo trabajo no era tomarse unas
vacaciones, y corría además el riesgo de que Alfred Parker no quedara satisfecho con su
labor. En cualquier caso, podría quedarse también durante el fin de semana y
aprovechar para descansar.
-Si al final decidimos abrir una oficina en Edimburgo, ¿podría…? –comenzó a decir,
pensando en poner distancia entre ella y Nick.
-Victoria, por favor, no te precipites –rió Craig-. Si llegamos a abrir otra sucursal, es
posible que tengas que viajar mucho, pero en cuanto instalarte allí de forma definitiva,
por decirlo de la forma más amable… olvídalo.
Victoria fue a pasar el fin de semana a Clifford Court y, para su sorpresa, a Muriel le
entusiasmó la noticia de su viaje a Escocia.
-Te estás convirtiendo en alguien importante –dijo contenta-. Primero consigues un
contrato para la empresa y ahora te dedicas a viajar buscando mercados. Siempre he
tenido la sensación de que Nick nunca iba a dejarte crecer. No creo que le siente muy
bien enterarse de que te estás metiendo en el mundo de los grandes negocios. Pero
tendrá que empezar a acostumbrarse a la idea.
Victoria no sabía que decir. Sonrió tontamente, preguntándose en silencio por qué
demonios toda su vida tenía que girar alrededor de Nick.
-Mamá debe de ser la persona más ingenua del mundo –comentó Tony cuando su
madre salió de la habitación-. Todavía piensa que eres una criatura indefensa que está
bajo el ala protectora de Nick.
-Supongo que a todas las madres les cuesta darse cuenta de que sus hijos crecen.
-Es posible, pero hay que reconocer que está muy orgullosa de ti. Nick es el único
que parece tener problemas contigo. De hecho, los tiene desde que volviste de la
universidad. Regresaste pensando por ti misma, y no le hizo ninguna gracia.
-¿Por qué siempre tenemos que hablar de Nick? –cuestionó irritada-. Cualquier diría
que es la única persona del mundo.
-¿Y no lo es? –le preguntó Tony, dirigiéndole una mirada calculadora-. Estás
teniendo muchos problemas para quitártelo de encima, Vick. No sabes exactamente
cómo encaja ahora en tu vida, ¿verdad?
-Nick ya no juega ningún papel en mi vida –protestó Victoria-. Hace años que se
enfrió nuestra relación, y tú lo sabes.
-Pero las cosas cambian. Tú misma lo dijiste.
Parecía decidido a continuar con el tema, pero Victoria no lo iba a permitir.
-Voy a intentar quedarme a cargo de la oficina que abramos en Edimburgo –le dijo.
-De acuerdo, dejaremos de hablar de Nick. Pero eso no va a cambiar nada. Supongo
que sabes que se pondrá furioso cuando se entere de que te vas.
-Tony, estás empezando a ser tan pesado como él –le espetó la joven enfadada, pero
Tony le sonrió con ironía.
-Pero de una forma completamente diferente. Yo soy tu amigo del alma. Lo que no
sé es qué papel juega Nick en tu vida.
Victoria salió de la habitación con gesto altivo, pero ella misma se había hecho
aquella pregunta en infinidad de ocasiones. A veces Nick era como un sueño distante,
otras como una parte ineludible del presente. Y, casi siempre, parecía ser su único
destino.
ESTÁS LEYENDO
CIEGA DE AMOR
RomanceCIEGA DE AMORVictoria había adorado a Nick desde que era una niña, pero cuando crecieron sedistanciaron tanto que apenas se veían. De modo que no tenía sentido que se sintiera tanmal porque Nick hubiera decidido casarse con otra mujer. ¡Pero el caso...