Capítulo 5

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La casa de la señora Ashton era más o menos como la joven esperaba, tan elegante y
fría que en cuanto la vio el corazón se le cayó a los pies. No podía encontrarse en ella ni
la más mínima imperfección. Debían tener un ejército de sirvientes y jardineros.
-¿Cuándo crees que podremos marcharnos? –le preguntó a Tony en cuanto atisbó
desde el coche la carpa rosa y blanca que habían instalado en el jardín.
-Antes tendremos que llegar, ¿no crees?
Muriel y Frank habían llegado a primera hora, con Nick, y Victoria estaba
empezando a desear que hubieran ido todos juntos, para haber entrado en grupo. De
aquella manera, podría haber pasado inadvertida. Estaba muy nerviosa y, a pesar del
silbido de admiración con el que la había recibido Tony, se sentía profundamente
insegura sobre lo adecuado de su atuendo.
Semanas atrás, había dado por sentado que su nerviosismo se debía a la actitud de
Nick, que le transmitía la tensión provocada por su trabajo, pero allí estaba, llevando sus
nervios con ella y consciente de que iban a acompañarla durante todo el día.
-Si fuera posible, me gustaría marcharme en este mismo instante.
-Por el amor de Dios, Victoria, si sólo somos un par de invitados. Por lo que dice
mamá, esto va a estar lleno de gente. Hasta el día de la boda, no vamos a tener que jugar
ningún papel importante.
-¡Pues yo no pienso ni aparecer por la boda! –exclamó Victoria-. Todo esto me está
dando una lección sobre mi intuición. Mi intuición me ha estado diciendo a gritos que
no me acercara aquí y no he podido hacerle caso. Pero te aseguro que no pienso ir a la
boda, aunque para ello tenga que irme a vivir al extranjero.
-Nunca te había visto tan histérica. Y creo que no se me está dando nada bien lo de
tranquilizarte –aparcó el coche-. Nick me ha ordenado que no te quite la vista de
encima.
-¿Qué cree que voy a hacer? ¿Volcar las mesas?
-No seas tonta, Victoria. Lo único que me ha dicho es que cuidara de ti. Yo le he
contestado que pensaba hacerlo sin necesidad de que él me lo dijera.
-¡No necesito que nadie me cuide! ¿Es que no te das cuenta de que ya soy una mujer
adulta? En el trabajo hay gente que depende de mí… hasta mi jefe depende en parte de
mí. Y, sin embargo, cuando llego a casa, no soy nada. Todo el mundo se pasa la vida
dándome órdenes.
-¿Te he ordenado yo algo alguna vez, Vick?
-No, tú no. Es Nick. No puedo soportar su forma de tratarme. No puedo…
-No necesitas convencerme –musitó Tony secamente-. Es Nick, y no me sorprende.
Lo ha sido durante años –se encogió de hombros y se preparó para salir del coche-. Y no
puedo hacer nada contra eso, Vick. En lo que a Nick concierne, me siento
completamente indefenso. Vosotros…
No había terminado de decirlo cuando se acercó un hombre al coche y le preguntó:
-¿Le importaría aparcar el coche en la parte de atrás?
-¿En la de servicio? Por supuesto que no –contestó Tony con sarcasmo y puso el
motor en marcha.
-¿Quién era?
-Un criado –contestó Tony-. Debe haber millones en esa fiesta. Bueno, Victoria, deja
de sufrir por Nick y pon esa mirada de superioridad que tan bien te sienta. Me hace
sentirme importante.
Pero lo último que sentía Victoria al salir del coche, era que era alguien importante.
Una hora después, ya estaba agotada, y la fiesta ni siquiera había empezado. Dentro
de la carpa hacía un calor insoportable, al que añadía el agobio de estar evitando a todo
el mundo. Tony permanecía en todo momento a su lado, pero hasta su sonrisa parecía
falsa y las pocas veces que se habían cruzado con Nick, lo había esquivado
ostensiblemente.
Sabía que su comportamiento era muy poco natural, pero no podía hacer nada para
evitarlo.
Muriel y Frank estaban con los padres de Cheryl. Ésta, por su parte, no parecía
tampoco muy entusiasmada.
Victoria tenía la sensación de estar invitada a la firma de un acuerdo diplomático, en
vez de a una fiesta de compromiso. Nada parecía ser como debiera y no entendía por
qué.
Cuando el padre de Cheryl anunció el compromiso, se hizo un silencio total y, por
primera vez, la prometida pareció un poco menos tensa. Se acercó a Nick y éste le rodeó
los hombros con el brazo. Era la primera vez que Victoria era testigo de algún signo de
afecto entre ellos y le causó una tristeza que la dejó estupefacta.
¡Eso era! En aquel momento comprendió que en realidad esperaba que aquello
sucediera. Durante mucho tiempo, lo había vivido como si se tratara de un sueño, pero
ya era real. Clavó la mirada en la sortija de compromiso con una fascinación casi
morbosa, le resultaba imposible apartar de ella la mirada.
Empezó a marearse. Cuando había sabido que Nick iba a comprometerse con Cheryl,
hasta había deseado que lo hiciera cuanto antes, para que por fin desapareciera de su
vista. Pero en ese momento lo estaba viendo como un paso irrevocable. El siguiente
sólo podía ser el matrimonio…
-Me encuentro mal –susurró, y se acercó a una de las aberturas de la carpa en busca
de aire fresco.
-¡Vick! –Tony la siguió, pero ella le indicó con un gesto que retrocediera.
-Quédate ahí –le pidió-. No quiero que montemos un alboroto.
Una vez fuera, empezó a correr. No había nadie que pudiera verla, y se refugió tras
unos árboles, en el límite del jardín. El corazón le latía violentamente y se llevó las
manos a la cara, preguntándose qué le habría sucedido.
Se dijo a sí misma que todo había sido culpa del champaña, del calor que hacía en el
interior de la carpa, pero eso no explicaba la sensación de pérdida que se había
apoderado de ella. Permaneció de espaldas a la casa, intentando tranquilizarse, pero
tenía la sensación de que estaban arrebatándole la vida.
-¿Victoria?
Al oír la voz de Nick tras ella, se sobresaltó. Se sentía profundamente culpable, pero
era incapaz de volverse con una sonrisa y decir que no pasaba nada. Nick se acercó
entonces a ella, y apoyó las manos en sus hombros.
-¿Qué te pasa? –le preguntó suavemente.
-Estoy un poco mareada –consiguió decir, y tomó aire, preparándose para volverse
hacia él-. No hacía falta que vinieras a buscarme. Ya le he dicho a Tony dónde estaba.
No quiero que se monte ningún alboroto.
-Y no lo vamos a montar –le hizo volverse, sin apartar las manos de sus hombros-.
Supongo que esperas que continúe disfrutando de la fiesta mientras tú permaneces
escondida entre los árboles, ¿verdad?
-No creo que nadie haya notado mi ausencia. En cualquier caso enseguida me pondré
bien, y esta es tu fiesta de compromiso. Eres tú el que no debería abandonarla. Supongo
que Cheryl pronto empezará a buscarte.
Victoria alzó la cabeza y lo miró abiertamente, pero él no dijo nada. La observó con
los ojos entrecerrados, como si quisiera adivinar lo que estaba pasando por su mente y
la joven se removió incómoda, sin saber lo que debía hacer o decir.
-Bueno –musitó, bajando la cabeza para escapar de aquel intenso escrutinio-, ya estás
comprometido.
-¿Pensabas que no iba a ocurrir nunca?
-En realidad, siempre me ha parecido algo irreal. No conseguía hacerme a la idea,
pero… cuando le has puesto la sortija a Cheryl…
-Ha sido entonces cuando te has mareado, ¿verdad?
-La culpa la han tenido el calor y el champaña.
-¿De verdad? –la agarró por la barbilla y Victoria se encontró a sí misma observando
su rostro, buscando en él algo familiar, algo que en otros tiempos adoraba.
Pero no lo encontró. En el rostro de Nick sólo había una intensa mirada, una mirada
alerta que para Victoria no significaba nada.
-Hace mucho tiempo que te perdí –dijo con calma-. Realmente no sé lo que estoy
buscando, porque hace mucho tiempo que no está allí –Nick continuaba mirándola en
silencio. La joven se encogió de hombros y suspiró-. Ya viví de niña el fin de una
época, ahora tengo que adaptarme al final de otra.
-No, Victoria. Perdiste a tus padres hace mucho tiempo. No tiene sentido que hagas
ese tipo de comparaciones, que me haya comprometido no quiere decir que me haya
muerto, no dramatices tanto. He cuidado de ti mientras he podido, la infancia no puede
durar eternamente. Además todavía estás en casa y tienes a Tony. ¿Qué otra cosa
esperabas?
-Lo que no esperaba era que todo se derrumbara –se colocó de espaldas a él-. Ésa es
la razón por la que me has hecho venir, ¿verdad? Sabías que no me enfrentaría a la
realidad hasta que no la viera. Nadie me necesita aquí, estoy completamente de sobra.
No soy hija de nadie, ni hermana de nadie ni nada…
-Siempre has formado parte de nuestras vidas –replicó Nick con dureza-. Sabes lo
que siempre has significado para mí, pero las cosas cambian. Yo he cambiado y
debemos acostumbrarnos a ello. Hoy es un día muy importante para Cheryl, y no voy a
permitir que lo estropees. No puedo permitirlo, aunque no consigas entenderlo.
-¿De acuerdo! –Victoria se volvió hacia él, pero los ojos se le llenaron de lágrimas y
tuvo que ocultar de nuevo su rostro-. Vete, Nick. Déjame sola. Y no se te ocurra pedirle
a Tony que venga a buscarme. Te aseguro que voy a tranquilizarme y que no voy a
hacer nada para estropearle el día a Cheryl.
-Jamás he pensado que fueras a hacerlo –suspiró arrepentido y la abrazó-. Mi pobre
Victoria, qué confundida estás.
-No estoy confundida –se volvió con expresión desafiante, pero no podía hacer nada
para apartar las lágrimas de sus ojos.
-Claro que lo estás. Estás asustada y triste, y ni siquiera entiendes por qué –se inclinó
y la besó la frente con delicadeza-. Vuelve pronto –la urgió-. De momento el único que
te ha echado de menos ha sido Tony.
-¿Entonces cómo has sabido tú dónde estaba?
-Yo siempre sé dónde estás, y sabía que hoy me ibas a necesitar. Vuelve pronto.
Todo saldrá bien, te lo prometo.
-Tú no puedes hacer que todo salga bien.
-Claro que puedo, Victoria, te lo prometo.
Victoria lo observó alejarse por el jardín sin poder contener las lágrimas. Dijera lo
que dijera, Nick no podía cambiar el curso de los acontecimientos. El siguiente sería la
boda y sabía que no iba a ser capaz de soportarlo.
De momento, lo que tenía que hacer era hablar con Muriel y explicarle que se iba a
casa. Le resultaría más fácil no acudir a la ceremonia viviendo fuera de Clifford Court.
En cualquier caso, no soportaría la ausencia de Nick en lo que hasta entonces había sido
su hogar.
El baile fue tan terrible como el resto de la fiesta. Un baile formal, rígido, en el que
no hubo lugar para la diversión. Victoria permaneció con Tony durante la mayor parte
del tiempo, y sólo bailó con otros invitados cuando no pudo encontrar una forma
educada de rechazarlos. Bailó también una vez con Nick, pero apenas hablaron. Como
era natural, éste estuvo durante toda la fiesta con Cheryl; se sentaron juntos, charlaban,
hacían planes… y Victoria los observaba con más frecuencia de la que pretendía.
Era realmente extraño. Jamás había pensado que hicieran una buena pareja, pero
desde que se habían comprometido, le parecía que disfrutaban mucho más
relajadamente de su mutua compañía. Era evidente que no había querido darse cuenta
antes porque se negaba a aceptar algo que para todos los demás era evidente.
Nick amaba a Cheryl. Hasta entonces no había querido admitirlo. Su forma de
comportarse no significaba nada. Había gente que no acostumbraba a dar excesivas
muestras de afecto. Pero entonces irrumpió en su mente el recuerdo de los besos de
Nick; giró bruscamente, y estuvo a punto de chocar con la señora Ashton.
-Acabo de recordarle a la madre de Nick que lo próximo que tendremos que hacer
será preparar la boda.
Victoria volvió precipitadamente a la realidad, para encontrarse frente a la madre de
Cheryl, que la miraba con una expresión más fría de lo habitual.
-Eh… sí, supongo que sí –musitó-. Muriel ha estado comentándomelo hace poco, y
quejándose de que sólo iba a poder organizar mi boda.
-Oh, ¿la llamas Muriel? Realmente no me sorprende. Por lo que tengo entendido, no
es tu madre.
-No, pero me fui a vivir a su casa cuando murieron mis padres. Entonces sólo tenía
doce años –le explicó Victoria, sintiéndose incapaz de defenderse. Y sabía que iba a
tener que hacerlo. A la señora Ashton le desagradaba profundamente, y no estaba
haciendo ningún esfuerzo para disimularlo.
-Humm. Eso puedo representar un problema, por supuesto. Supongo que en otras
circunstancias, Cheryl habría querido que fueras su dama de honor. Pero en realidad no
eres la hermana de Nick, ni nada parecido, ¿verdad? Es posible que Cheryl se lo pida a
una amiga. En estas cosas, querida, es imprescindible la etiqueta…
La señora Ashton se alejó, pero Victoria ya no la veía. Ni siquiera podía pensar en
las cosas que debería haberle dicho si hubiera tenido oportunidad de prepararse para
aquel ataque perverso. Estaba aterida, se sentía perdida, y sus ojos se empeñaban en
fijarse en Nick, que la observaba a su vez con los ojos entrecerrados. Quizá temiera que
saliera corriendo detrás de su futura suegra para ajustarle las cuentas.
Victoria salió corriendo hacia el final del jardín. Eran ya las diez y todavía no había
terminado de ponerse el sol. Deseó que fuera invierno, para poder ocultarse en la
oscuridad de la noche. Y deseó también haber llegado en su propio coche, para poder
abandonar cuanto antes la fiesta.
Los argumentos de la señora Ashton eran otra prueba de que realmente no pertenecía
a ninguna parte. Sentía crecer el pánico en su interior, el corazón le latía como si fuera
un pájaro revoloteando en su pecho.
Oyó pasos y se volvió. Pero no tenía ningún lugar al que huir para esconderse de
Nick. Estaba atrapada, y en aquel momento era incapaz de enfrentarse a él.
-¿Qué te ha dicho? –le preguntó Nick en cuanto estuvo a su lado.
-Nada… hemos estado intercambiando las cortesías habituales.
-¡Victoria! La madre de Cheryl te ha dicho algo que te ha hecho palidecer. Eso es
algo que yo no he conseguido ni con mis peores enfados, así que dime lo que te ha
dicho. Y si no me dices la verdad, iré a preguntárselo a ella.
-Oh, no hagas eso, Nick –le pidió angustiada-. De verdad que no ha sido nada.
-De acuerdo. Se lo preguntaré entonces a ella –se volvió para marcharse, pero
Victoria lo agarró con fuerza.
-¡Por favor! –le suplicó.
-Entonces dímelo tú, tontuela –susurró, estrechándola contra él-. Sé que esa mujer
tiene la lengua viperina.
-Esa mujer va a ser tu suegra –le recordó Victoria.
-Procuraré cambiarla por un modelo mejor –repuso Nick con sarcasmo y se quedó
mirándola con determinación-. Dime lo que te ha dicho.
-No mucho, sólo hemos intercambiado unas cuantas frases. Me estaba hablando de la
boda.
-¿Y?
-Ella… bueno… ha comentado que en realidad no soy tu hermana ni nada parecido,
así que le parece más sensato que Cheryl le pida a una de sus amigas que haga de dama
de honor… por cuestiones de etiqueta.
-¿Te ha dicho eso? –gruñó-. Pues bien, pronto va a descubrir que Cheryl y yo
tenemos nuestros propios planes –sonrió con ironía y recorrió su rostro con la mirada-.
No pienso casarme sin contar con tu presencia, princesa.
-En cualquier caso, yo no quiero ser dama de honor –suspiró. Se sentía
profundamente culpable por estar disfrutando de aquel abrazo de Nick. Y él, por su
parte, no parecía tener ninguna intención de soltarla.
-La tradición dice que el novio tiene que besar a la dama de honor. Es la tradición –la
miró sonriente y Victoria no pudo hacer otra cosa que continuar mirándolo a los ojos-.
Tu ojos son como un cielo de verano –susurró suavemente-. Y, por si acaso decides no
ir a la boda, yo voy a hacerlo ahora.
-¡No, Nick! –exclamó, pero no intentó escaparse. Era consciente de que Nick estaba
comprometido con Cheryl, pero en aquel momento lo único que le importaba era que
estaba con ella.
-Creo que no podría dejar de besarte aunque me lo estuvieras pidiendo sinceramente.
Pero ambos sabemos que no es eso lo que quieres, Victoria.
Inclinó la cabeza y rozó sus labios. Fue un beso dulce, delicado, que acabó con todas
las precauciones y recelos de la joven. Era como estar flotando en una nube. Se sentía
ligera, libre. E, impulsada por aquellos sentimientos, le rodeó el cuello con los brazos y
se estrechó contra él.
-Nick –susurró su nombre contra su boca.
-¿Crees que podrías llegar a acostumbrarte a esto? –la miró sonriendo y la joven
sintió una oleada de vergüenza por su complicidad. Lo único que Nick pretendía era
divertirse.
-¿Por qué? –le preguntó con tristeza.
Nick la miró con los ojos entrecerrados y, antes de que ninguno de los dos hubiera
podido moverse, apareció Tony en escena.
-¿Qué demonios estás haciendo? –le preguntó a su hermano furioso.
-Estoy besando a la dama de honor –se volvió, pero permaneció al lado de la joven,
rodeándole los hombros con el brazo.
-¡Estás besando a Victoria! –le recordó Tony-. No me importa lo que hagas o dejes
de hacer en Londres, ni tampoco la moralidad de esa gente de la que ahora te rodeas,
pero procura mantener tus manos lejos de Victoria.
-Por supuesto –se separó de ella-. Supongo que la quieres sólo para ti, ¿no? Pues, si
de verdad quieres hacerla feliz, lo que tienes que hacer es llevártela ahora mismo a casa.
Para ella la fiesta ya ha terminado.
Victoria tuvo que apoyarse contra la tapia del jardín para poder sostenerse en pie. El
corazón le latía violentamente y justo en ese momento empezaba a recuperarse del
efecto del beso de Nick. Estaba demasiado sorprendida para sentirse avergonzada. En lo
único en lo que podía pensar era en los maravillosos sentimientos que habían despertado
en su interior cuando Nick había rozado sus labios.
-¿Qué te ha hecho? –le preguntó Tony enfadado.
-Nada, de verdad –mintió-. Nick ya te lo ha dicho. Yo… supongo que se ha enfadado
cuando le he dicho que no quería ir a la boda. Por un momento, no he sabido si iba a
besarme o a gritarme, pero al final me ha besado.
-¡Es un manipulador! –estalló Tony-. Es evidente que el poder lo ha cambiado. Sí, te
llevaré a casa. Yo también estoy harto de esta fiesta, además, creo que si vuelvo a
encontrarme con Nick no voy a poder contenerme.
-Es tu hermano, no puedes hablar así de él –le recordó la joven con voz temblorosa.
-Es un canalla –la corrigió Tony-. Ha utilizado su autoridad para dominarte de la
forma más odiosa posible.
No era cierto, y la joven deseaba decírselo, pero ya tenía suficientes problemas y si
Muriel y Frank se enteraban de lo que estaba pasando allí, se quedarían destrozados. Lo
único que quería en ese momento era refugiarse en algún lugar tranquilo para hacerse a
sí misma unas cuantas preguntas sobre los sentimientos que albergaba hacia Nick.
-Vamos –musitó, agarrando a Tony del brazo-. Podemos salir por la parte de atrás,
para no tener que volver a la fiesta.
-Será lo mejor. Ya estoy harto de este lugar. Tenías razón, Vick. No deberías haber
venido a esta maldita fiesta, y yo tampoco. Hemos hecho el tonto, Nick ya no tiene nada
que ver con nosotros. Se comporta como un extraño, y eso es exactamente lo que es.
Pero eso no era cierto, se dijo Victoria. Nick continuaba siendo una sombra
consoladora del pasado. El porqué había cambiado era algo que la joven no acertaba a
comprender.
Nick no llegó a casa aquella noche y Victoria comprendió que a partir de entonces no
iba a verlo demasiado. El caso que lo ocupaba en aquel momento cobraba cada vez
mayores dimensiones. Aparecía diariamente en los periódicos, y se analizaba con pelos
y señales cada una de las palabras que Nick emitía en el juicio.
Para ella fue mejor que no apareciera por casa; si lo hubiera visto, no habría sabido
cómo comportarse y se habría sentido tan culpable que todo el mundo se habría
imaginado que había ocurrido algo extraño entre ellos.
El incidente de la fiesta también parecía haber cambiado a Tony. Estaba de muy mal
humor y Victoria sospechaba que también a punto de atravesar una de sus fases
sombrías. No eran muy frecuentes, pero ya había tenido oportunidad de conocerlas,
sobre todo cuando las cosas no salían tal y como Tony pretendía.
-Yo no podría soportar la tensión a la que tiene que enfrentarse Nick todos los días –
comentó Tony durante el desayuno, mientras pasaba el periódico a sus padres. Por
supuesto, la noticia del juicio aparecía en primera plana.
-Nick está por encima de todas esas cosas –declaró Frank con orgullo.
Victoria miró a Muriel y desvió rápidamente la mirada. Quizá las cosas no fueran tan
fáciles para Nick como su padre pensaba. Nick jamás se desahogaba con nadie. Nunca
lo había hecho, siempre había sido él el que había ofrecido consuelo a los demás cuando
lo habían necesitado.
-Es el hijo mayor, y siempre hemos tenido muchas expectativas puestas en él –
comentó Muriel, como si le hubiera leído los pensamientos a Victoria.
-Es un hombre duro –protestó Tony-. Siempre ha podido llorar sobre mi hombro,
pero nunca ha querido aprovechar esa oportunidad.
Todos se echaron a reír, pero no era un comentario tan divertido como parecía.
Bromear era casi inevitable para Tony, pero Victoria pudo advertir el descontento de su
mirada. Todavía no había perdonado el roce que había tenido con Nick durante la fiesta.
Victoria recordaba la frecuencia con la que había ido a buscar refugio en Nick en el
pasado. Le contaba hasta el más pequeño de sus problemas. Incluso el día anterior,
durante su fiesta de compromiso, había tenido que buscar consuelo sobre su hombro.
Pero su último beso había cambiado las cosas para siempre.
Fueran las que fueran las intenciones de Nick, y pensara lo que él pensara sobre lo
ocurrido, las cosas iban a ser diferentes a partir de aquel beso. Había descubierto cuánto
amaba a Nick, algo a lo que hasta entonces no había querido enfrentarse. Nick iba a
casarse con otra mujer, pero ella no quería dejarlo marchar.
En cuanto acabara el juicio, Nick volvería a casa, por supuesto, y entonces habría
problemas, entre otras cosas porque Tony iba a provocarlos. Victoria no tenía ninguna
duda. Y sabía también que había llegado el momento de que tomara las riendas de su
propia vida. Había llegado la hora de alejarse para siempre de Nick.
-Voy a intentar irme a vivir sola –anunció de pronto-. Es inútil fingir que las cosas
van a seguir como hasta ahora cuando Nick se case. Así que he decidido mudarme al
piso del que os hablé. Sé que es posible que no me guste, pero tengo veinticuatro años,
y ya es hora de que lo intente.
Se hizo un tenso silencio, pero Victoria sabía que nadie iba a intentar hacer que
cambiara de opinión.
-Quizá podría irme contigo… -le comentó Tony más tarde, pero Victoria negó con la
cabeza.
-Quiero hacerlo sola, Tony –insistió-. Si cometo un error, quiero que sea mi propio
error. En el trabajo soy una persona diferente, y estoy cansada de vivir dos vidas.
-La culpa la tiene Nick, que nunca te ha dejado crecer y correr tus propios riesgos –la
miró con dureza-. Y supongo que ya sabes lo que va a decir cuando se entere de esto.
-Nick no tiene nada que ver con la decisión que he tomado. Dentro de poco se va a
casar, así que será mejor que se ocupe de su propia vida.
-Nick no va a dejarte marchar. Pretende seguir controlándote hasta que tengas
sesenta años por lo menos.
-No seas ridículo. Si ni siquiera va a tener tiempo para meterse en mi vida.
-Ya veremos.
Victoria comentó el asunto del piso al día siguiente en el trabajo. A Craig se le
iluminó el semblante al oírla.
-Iremos a verlo durante la hora del almuerzo –le prometió-. Has tomado una decisión
muy sensata. Ya es hora de que te vayas de casa.
Acostumbrada a vivir en Clifford Court, el piso le pareció demasiado pequeño.
Victoria recorría las habitaciones observando todo con atención.
-Es un lugar agradable –insistió Craig, al advertir que dudaba-. Y tiene unas vistas
preciosas.
-Para quien le guste el tráfico –murmuró Victoria asomándose a la ventana. No era
aquello lo que se había imaginado. En realidad, nunca había vivido en un piso, pero
conocía el de Nick, que era mucho más grande y lujoso y tenía vistas a un parque.
Se lo comentó a Craig y éste sonrió abiertamente.
-¿Tienes idea de la cantidad de dinero que gana Nick? –rió-. Tu hermano adoptivo, o
lo que quiera que sea, gana mucho más dinero que tú. Para él no supone ningún
problema afrontar esos gastos. De todas formas este piso esta muy cerca del trabajo, y
además viviremos en el mismo bloque.
-Eso está bien –dijo Victoria, forzando una sonrisa-. Así podré conocer a tu esposa.
Craig no dijo nada y Victoria estaba demasiado ocupada preguntándose qué pensaría
Tony del piso para prestarle atención. No podía negarse a mostrar su casa al que había
sido su amigo durante toda la vida. Pero esperaría por lo menos a que mejorara su
humor. Miró a Craig y suspiró con resignación.
-Si voy a dar este paso, lo mejor será que lo haga cuanto antes –le dijo, mientras
recordaba su última conversación con Tony. En el fondo, sabía que éste tenía razón:
Nick no iba a estar conforme con que se fuera de casa y estaba convencida de que iba a
demostrárselo.

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