Capítulo 10

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Cuando Nick llegó, Victoria estaba descansando en la cama. No había sido capaz de
conciliar el sueño, pero todavía estaba agotada por los acontecimientos del día anterior.
Cuando oyó la voz de Nick, el corazón le dio un vuelco.
-¿Dónde está? –preguntó Nick, nada más llegar.
-Descansando. ¿Todo ha terminado bien? –le preguntó Tony. Victoria esperó la
respuesta conteniendo la respiración.
-Ya hemos dado todo por terminado. Y no creo que esos tipos vuelvan a tener ganas
de meterse con nadie. Ahora podemos volver a la normalidad… por lo menos si
Victoria es capaz de perdonarme.
-Supongo que lo será. Pero hay que reconocer que se lo has hecho pasar muy mal. Si
se lanza con un cepillo sobre ti, no esperes que te compadezca.
Victoria suspiró aliviada al oírlos reír, pero cuando oyó que Tony se marchaba, sintió
una punzada de aprensión. Tenía que enfrentarse a Nick, y, aunque albergaba algunas
esperanzas, sabía que no estaban del todo fundadas.
Se levantó lentamente, se sobrepuso a sus miedos y se dirigió al cuarto de estar.
-¿Cómo estás, Victoria?
«Fatal», habría sido la respuesta más indicada, pero se sentó en silencio, intentando
parecer tranquila y contestó:
-Muy bien. Un poco confundida, quizá.
Nick cruzó la habitación, se agachó frente a ella, le tomó las manos y se las llevó a
los labios.
-Te amo, princesa. Si vuelves a decirme lo que me dijiste el otro día, que podrías
haber hecho el amor por primera vez con otro cualquiera, no se lo que voy a hacer.
-No podría haber sido ningún otro –respondió Victoria con voz trémula-. Estaba muy
dolida, me sentía celosa… Dije lo que pensaba que tenía que decir para que las cosas te
resultaran más fáciles…
Nick alzó la mirada hacia ella y se acarició suavemente la mejilla.
-Sácame de dudas, Victoria –le suplicó.
-Te amo, Nick. Supongo que siempre te he amado, pero no lo supe hasta el momento
en el que pensé que te había perdido para siempre –se le llenaron los ojos de lágrimas, y
pestañeó con fuerza-. El día de tu compromiso, cuando de verdad me di cuenta de que
ibas a casarte con otra mujer, deseé morir.
-Oh, Victoria, amor mío –se sentó a su lado y la abrazó suavemente-. Te he adorado
durante tanto tiempo, que ni siquiera puedo recordar el día que comencé a hacerlo –le
inclinó la cabeza y le besó los labios-. Tenemos muchas cosas de que hablar, y después
voy a llevarte a casa, donde podrás recibir todo tipo de cuidados. Preferiría quedarme
aquí, contigo, pero el resto de la familia está deseando verte.
-Yo habría preferido ir directamente a casa –replicó Victoria. Nick sacudió la cabeza,
se levantó y se sentó en otra silla, frente a ella.
-Tenía que verte a solas. Temía que me dijeras que saliera para siempre de tu vida, y,
en ese caso, habría necesitado espacio para maniobrar, porque no iba a marcharme sin
pelear. Toda mi vida depende de lo que hablemos en este momento.
-Y la mía –le aseguró Victoria suavemente.
-¿Y por dónde podemos empezar? –le preguntó Nick con una sonrisa.
-Supongo que lo mejor será que empecemos por el principio. Por ejemplo, ¿por qué
comenzaste a mostrarte tan frío y distante cuando volví de la universidad? Y la cosa no
mejoró con el tiempo, sino todo lo contrario.
-Supongo que te refieres a que cada vez te trataba peor –murmuró Nick con ironía-.
Pues la respuesta es muy fácil. Simplemente, dejé de quererte como a una hermana y me
enamoré de ti. Me di cuenta de que habías crecido ante mis propios ojos y ni siquiera lo
había notado. Ya no me necesitabas. Antes de que llegaras, estaba deseando que
volvieras, pero en realidad, quería mucho más. Te deseaba a ti, Victoria.
-¿Y por qué no me lo dijiste?
-¿Cómo te lo habrías tomado? Estabas empezando a construir tu propia vida, no tenía
ningún derecho a decirte algo que podía molestarte. Y, además, estaba Tony –añadió-.
Siempre andabais juntos, y yo pensaba que, si te enamorabas de alguno de nosotros,
sería de él.
-Jamás se me hubiera ocurrido –protestó Victoria-. Tony y yo somos como
hermanos.
-Sí, sois inseparables, eso ya lo he notado –suspiró y la miró sonriente-. En cualquier
caso, yo pensaba que debía dejarte tu propio espacio. Sin embargo, al cabo de un
tiempo, me di cuenta de que no soportaba estar lejos de ti. Quería verte continuamente,
y, cada vez que estábamos juntos, saltaban chispas. Yo estaba frustrado y tú…
-En constante rebeldía. Me sentía herida, no entendía por qué habías dejado de
preocuparte por mí, de cuidarme.
-Yo te adoraba, Victoria…
-Pero a mí no me lo parecía –señaló Victoria-. Y después apareció Cheryl. La
llevaste un buen día a casa, sin que hasta entonces hubiéramos conocido su existencia, y
anunciasteis que os ibais a comprometer.
-Un plan que estuvo a punto de fracasar…
-¿Pero por qué lo hicisteis? ¿Cómo pudiste participar en una fiesta de compromiso
como aquella, sabiendo que todo era una farsa? Debías de estar muy preocupado por
ella… -añadió, y aquello fue suficiente para que Nick se sentara a su lado, para
colocarla inmediatamente en su regazo.
-Esto me gusta –susurró, besándole en el cuello-. No habías estado así desde que eras
una niña.
-No cambies de tema, háblame de Cheryl –insistió Victoria.
-Pues bien, yo conocía a Cheryl a través de unos amigos –le explicó Nick
tranquilamente-. Salimos juntos unas cuantas veces, y llegué a conocerla muy bien. Ya
conocía algo a su padre, porque siempre está intentando obtener relaciones con jueces y
abogados; tengo entendido que algunos han llegado a enfadarse seriamente con él. Una
noche, coincidí con Cheryl en una fiesta, iba acompañada de Terry Grant, y era evidente
que estaban enamorados. Pero a la señora Ashton, no le parecía una pareja
recomendable para su hija…
-¿Y por qué Cheryl no…? –comenzó a preguntar Victoria, pero Nick la interrumpió.
-Cheryl no es como tú. Ha vivido dominada por sus padres desde que nació, y sabía
que ellos jamás aceptarían que se casara con un cantante.
-Entonces tú decidiste ayudarla.
-¿Por qué no iba a hacerlo? Al fin y al cabo, no tenía nada que perder. Antes o
después, la mujer que a mí me gustaba, iba a casarse con mi hermano. Compadecía
sinceramente a Cheryl y, además, estaba tan desesperado que estaba más que dispuesto
a fustigar a cualquiera, y más a unos seres tan odiosos como los Ashton. Me ofrecí
como tapadera, pero reconozco que no pensaba que las cosas iban a llegar tan lejos. La
señora Ashton empezó a organizarlo todo en un momento en el que yo estaba muy
ocupado. Cheryl estaba aterrorizada y Terry se encontraba de gira por Europa. Para
cuando quisimos darnos cuenta, ya teníamos la fiesta de compromiso organizada.
-Y cuando te vi poniéndole la sortija a Cheryl, me quise morir –susurró Victoria.
Nick la besó suavemente y al acurrucó en sus brazos.
-Lo sé, mi amor, y me di cuenta también el día de la fiesta. Pero ni siquiera entonces
me atrevía a albergar esperanzas. Me preguntaba si no echarías de menos el pasado que
habíamos compartido. Tenía que besarte para saber la verdad. Cuando Tony nos
descubrió y se puso hecho una furia, pensé que, tal como yo sospechaba, estaba
enamorado de ti. Por eso, lo mejor que podía hacer era continuar con la farsa y esperar
hasta que Cheryl y Terry estuvieran casados.
-Podías habérmelo contado –señaló Victoria con firmeza.
-Todavía no podía creer que me quisieras. Las cosas todavía tenían que avanzar
mucho entre nosotros.
-¿Cómo cuando viniste a Escocia?
-Eso fue otro asunto –le aseguró Nick-. Un asunto mucho más serio.
-Fuiste porque ese tipo te había amenazado en el juicio, ¿verdad? Aunque no me lo
quisiste contar, Tony me enseñó uno de los periódicos en los que aparecía la noticia.
-No exactamente. Lo que la prensa no sabía era que me habían enviado también un
par de cartas, y que me habían dejado dos anónimos en casa. Uno de ellos, te incluían a
ti entre sus amenazas.
-¿Entonces por qué fuiste a Escocia?
-La verdad es que no fue una idea muy brillante. Podía haberlos llevado hasta ti, pero
me había resultado tan fácil averiguar a través de Parker dónde estabas, que me
preocupé.
-Bueno, creo que te tiene un poco de miedo.
-Ni la mitad del que habría tenido si alguien hubiera intentado seguirte a aquel
escondite tan primitivo.
-No era tan malo…
-Llegó a convertirse en uno de los lugares más importantes del mundo, pero eso llegó
más tarde. Cuando llegué, me encontré con tu coche y vi que no había nadie en la casa,
creo que envejecí varios años en unos minutos…
-Así que era por culpa de esos anónimos por lo que estabas tan enfadado el día que
me presenté en tu casa –musitó Victoria-. Yo pensaba que el problema era que ya te
habías arrepentido de lo que había pasado en Escocia.
-Lo que me enfadaba era tu afición a meterte en situaciones peligrosas. Y también
estaba enfadado con Tony, porque el sabía lo de los anónimos y no debería haberte
dejado salir de casa –sonrió con pesar-. En cualquier caso, no puede decirse que el
enfado me sirviera de mucho cuando te sentí cerca de mí.
Rozó sus labios lentamente, y Victoria se estrechó todavía más contra él.
-Cuando te siento tan cerca, no puedo evitarlo –murmuró Nick con la voz cargada de
deseo, pero de pronto, hizo ponerse de pie a Victoria y se levantó-. Voy a llevarte a casa
ahora mismo.
-¿No podemos…?
-Si nos quedamos mucho rato aquí, creo que puedo asegurarte lo que terminaremos
haciendo. Así que recoge tus cosas y vámonos. Podremos seguir hablando en Clifford
Court. Quizá allí me resulte más fácil mantener las manos alejadas de ti.
Cuando Victoria llegó a Clifford Court, comprendió que por fin había vuelto a casa.
Nick permanecía en silencio, observándola con ojos sonrientes, mientras Muriel parecía
incapaz de dejar de palmear la mano y pellizcar la mejilla de la joven.
-Creo que deberías explicarnos todo este lío –le dijo Muriel a Nick al cabo de un
rato-. Cuando ese hombre te amenazó delante del tribunal, no le dimos ninguna
importancia. Sin embargo, Tony nos habló de las llamadas y de las cartas que habías
recibido. Por lo visto se te olvidó comentárnoslo. Y es una pena, porque no creo que
tengas tan mala memoria. Y si Frank y yo hubiéramos sabido exactamente lo que estaba
pasando, podríamos haberla protegido.
-Afortunadamente, se protegió ella sola bastante bien. Y estoy seguro de que hasta
disfrutó. Ya sabéis cuánto le gusta buscarse problemas.
-¿Cómo puedes decir eso? –le reprochó Muriel, indignada.
-Con toda la seguridad del mundo. Voy a tener que pasar el resto de mi vida
intentando evitar que se meta en líos –se acercó a Victoria y le tomó la mano-. Voy a
casarme con ella, así que ya puedes empezar a planear la boda, y procura hacer rápido
los preparativos. ¡No queremos tener que esperar mucho tiempo!
-¡Pero si estás comprometido con Cheryl Ashton! –le recordó Muriel, horrorizada.
-Ésa es una larga historia…
Muriel se sentó y le indicó a Frank que se sentara a su lado.
-Puedes empezar a contárnosla. Tenemos todo el tiempo del mundo.
Emplearon un buen rato en ello, pues la familia quería conocer hasta el último de los
detalles, y Tony interrumpía de vez en cuando con su propia versión de las cosas.
Victoria no decía nada, permanecía felizmente acurrucada en los brazos de Nick,
inmersa en la hermosura y la profundidad de su voz.
-¿Y qué vas a hacer con ese compromiso? –le preguntó Frank a su hijo, y Nick se
encogió despreocupadamente de hombros.
-¿Qué compromiso? Ese compromiso ha sido falso desde el primer momento. Lo que
hacíamos era salir juntos de casa, nos separábamos y volvíamos a quedar. No sé lo que
hacía entre tanto, pero Terry Grant parecía muy contento. El caso es que en cuanto
Cheryl tuvo una oportunidad, se casó con él.
-¿Y qué va a decir la prensa? La fiesta de compromiso apareció en todas las
revistas…
-Les ofreceremos los cuatro una entrevista, seguro que la aceptarán entusiasmados.
Los únicos que van a sentirse perjudicados por lo ocurrido son los Ashton, pero si no
hubieran sido tan dominantes, no les habría ocurrido nada de esto.
-Pobre chica –musitó Muriel-. De todas formas, Cheryl debería haberse enfrentado a
ellos.
-Cheryl no es como Vick –comentó Tony.
-Pero también se resistió cuando entraron esos dos hombres en mi casa –la defendió
Victoria.
-Pero no seleccionó un buen arma para atacarlos –repuso Nick-. En cualquier caso,
tampoco le hizo falta, gracias a que tú estabas allí. Supongo que Cheryl es una persona a
la que siempre habrá que cuidar y Victoria otra a la que habrá que tener
permanentemente vigilada.
-¡Yo no necesito que nadie me vigile!
-Pero yo sí voy a necesitar vigilarte… será un deber, y un placer.
Más tarde, cuando Victoria estaba ya en su habitación, Muriel subió a visitarla.
-Si supieras lo feliz que soy, te sorprenderías.
-Yo también soy muy feliz –le respondió Victoria-. De hecho, me siento tan feliz que
temo que pueda suceder algo que lo estropee.
-No ocurrirá, cariño. Nick no dejará que suceda –le palmeó la mano y suspiró-.
¿Sabes? En el fondo siempre he esperado que ocurriera esto. Nick ha sido una parte tan
importante de tu vida, que pensaba que la boda llegaría de forma natural. Pero de
pronto, empezasteis a enfadaros por todo. Cada vez que os veía juntos estabais
discutiendo, y sabía que Nick se mantenía lejos de casa deliberadamente. Y de pronto,
nos anuncia que se va a comprometer con esa chica. La verdad es que no me lo podía
creer. Cheryl es una chica encantadora, claro, pero a tu lado…
Victoria sonrió ante su parcialidad. Era maravilloso poder estar cerca de la familia.
-Voy a tener que darme mucha prisa con los preparativos de la boda –comentó
Muriel, mientras se levantaba para marcharse-. Nick quiere que os caséis cuanto antes.
Me gustaría que tuviera un poco más de paciencia… Bueno, Victoria, ya no volverás a
meterte en líos, ¿verdad? –le preguntó desde la puerta-. No me gustaría que te
presentaras en la boda con una nueva herida en la cara.
Victoria se tumbó riendo, intentando recordar cuándo, en toda su vida, se había
metido en una pelea. La verdad era que nunca, pero parecía que después de su respuesta
a los asaltantes, todo el mundo estaba dispuesto a convertirla en una líder guerrillera.
Permaneció despierta durante mucho tiempo, esperando la llegada de Nick, pero no
apareció, de modo que terminó quedándose dormida. A la mañana siguiente, bajó
pronto a desayunar, y se encontró con él en la cocina.
-¿Has dormido bien? –le preguntó Nick, educadamente.
-Muy bien, gracias.
-Espero que hayas descansado, princesa –musitó, inclinándose sobre ella-. Porque yo
he dormido muy poco. Y estoy de un humor infernal.
-¿Y por qué has dormido poco? –preguntó la joven con fingida inocencia.
-Lo sabes perfectamente. Sin embargo, no pienso pasar en vela ni una noche más.
Así que, en cuanto acabes de desayunar, recoge tus cosas porque nos vamos.
Victoria obedeció sin rechistar, y hasta que no estuvieron en el coche, no se le
ocurrió preguntar a dónde la llevaban.
-Al piso –respondió él, y a Victoria se le revolvió el estómago.
-Oh, Nick. No quiero ir allí. Sé que no me voy a sentir bien. Esos hombres lo
encontraron tan fácilmente y…
-A mí piso –se corrigió-. Quiero que estés conmigo, y no me apetece verte
continuamente en medio de una multitud.
-No me parece bien -consiguió responder Victoria, cuando su corazón recuperó el
ritmo habitual-. Muriel no lo entenderá, y si vamos a fingir que tú estás en tu piso y yo
en el mío… no sé, me parece demasiado…
-¿Furtivo? –terminó Nick por ella-. Cariño, mi madre sabe exactamente dónde vamos
a estar y, teniendo en cuenta los años que lleva casada, estoy seguro de que comprende
las razones por la que queremos estar solos.
-¿Se lo has dicho a ella? –le preguntó Victoria con la voz estrangulada.
-Tranquila, tampoco le he dado muchos detalles. Además, no voy a estar todo el
tiempo haciendo el amor contigo, sólo la mayoría.
Cuando llegaron al piso de Nick, estaba sonando el teléfono. Nick corrió a contestar
y Victoria se quedó en medio del cuarto de estar, mirando a su alrededor. Descubrió el
acceso al dormitorio, se acercó a él y se quedó en la puerta, mordiéndose el labio y sin
atreverse a entrar. Al fin y al cabo, era el dormitorio de Nick. Cuando alzó la mirada, lo
descubrió observándola.
-Nunca te he invitado a entrar en mi dormitorio, ¿verdad? –preguntó Nick con voz
extraña-
-No –contestó Victoria en un susurró-. Y estaba pensando que este dormitorio es
como las salas de los juzgados, funcional, clásico, y suficientemente frío como para
mantener a los acusados sometidos. Quiero quedarme contigo, Nick, pero este
dormitorio y yo somos incompatibles.
Una enorme sonrisa iluminó el rostro de Nick, y la abrazó con fuerza.
-Todavía no me lo puedo creer –susurró contra su pelo-. Cada vez que veo en tu
rostro una mirada de duda, tengo la sensación de que te he atrapado y me siento
culpable.
-Yo me he dejado atrapar –susurró Victoria, alzando el rostro hacia él para que la
besara-. Debes de estar muy cansado –susurró Victoria-. Deberías irte a la cama. Yo
estoy dispuesta a acompañarte.
Más tarde, mientras descansaban juntos en aquel dormitorio que Victoria ya había
decidido cambiar, la joven se incorporó sobre un codo y miró hacia él.
-Me comentaste que habías salido unas cuantas veces con Cheryl –le recordó.
-Sí, eso es cierto.
-Entonces es fácil suponer que te gustaba. Quiero decir que… bueno, has hecho
mucho por ella, de modo que no debía de ser una extraña para ti, ¿no?
-Jamás hice el amor con Cheryl, Victoria.
-Pues es una chica muy guapa y elegante…
-Pero no es como tu, mi amor. Cuando estoy a tu lado, no puedo evitar desearte. Y sé
que va a ocurrirme lo mismo durante toda mi vida. Tranquilízate, tú has sido y serás la
única dueña de mi corazón. Si me dejas, me convertiré en un bloque de hielo durante el
resto de mi vida. Te necesito, Victoria.
-Y yo siempre estaré a tu lado –contestó. Le rodeó el cuello con los brazos y besó su
rostro con pasión. Ella también sabía que jamás podría haber otro que Nick. Él era su
amante, su maestro, su amigo, su protector… y, después de mucho tiempo, había dejado
de ser una sombra del pasado.
Wilson, Patricia / Ciega de amor

CIEGA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora