Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservados por Masami Kurumada y TOEI.
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— ¿Koga? ¿Koga estás aquí? —llamó la santa de Águila, buscando entre los pilares de las ruinas a su compañero. Yuna sabía que él se encontraba en ese lugar pues a su amigo le gustaba entrenar ahí porque era una parte del santuario muy tranquila y poco visitada.
— ¿Yuna? —dijo Koga detrás de la muchacha— ¿Qué haces aquí?
— ¡Qué poco amigable eres! —lo acusó, debido al tono que estaba usando con ella—. Sólo pasé a saludarte, hace tiempo que no te veo a pesar de que los dos estamos en el santuario todos los días.
— Nuestros deberes han cambiado —susurró el chico sonriendo con tristeza al recordar fugazmente todas las aventuras que tuvo con sus amigos cuando eran caballeros de bronce y estaban en busca de Athena, de eso ya habían pasado algunos años.
— Todo y nada ha cambiado a la vez —afirmó la chica.
Él asintió— Sé a lo que te refieres.
— ¿Has ido a la mansión? —titubeó un poco ella al preguntar, ya que sabía que ese tema era poco mencionado por el muchacho.
— No, la verdad tiene algo de tiempo que no voy de visita desde... Bueno tú sabes —contestó, rehuyendo los ojos de su compañera.
— Lo sé, pero precisamente por eso es que deberías ir, a Saori no le gustaría perder contacto contigo y más ahora que ella es...
— Yuna, por favor no lo menciones, no en este lugar.
— Tienes razón, lo lamento —se disculpó ella mordiéndose el labio, sintiéndose culpable.
Al notar la expresión de lamento de Yuna, Koga agregó: — No pasa nada, sólo es por precaución —comentó, mirando hacia los lados en busca de algún curioso, pero no había nada de que preocuparse—. ¿Puedo pedirte algo? —preguntó el caballero, Yuna asintió y esperó a que él prosiguiera— ¿Podrías acompañarme a la mansión Kido por la tarde? Quisiera ir pero, no quiero ir solo.
La joven sonrió plenamente enseñando su linda sonrisa y le dio una palmadita en la cabeza a Koga, para después aceptar.
— De acuerdo, iré contigo.
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Los dos amigos terminaron sus deberes y entrenamiento en el santuario y se reunieron por la tarde para ir de visita a la casa de Saori.
Koga estaba sumamente ansioso e intranquilo, lo que hizo que ambos se detuvieran un par de veces por el camino para que éste pudiera tomar un poco de aire. Pero inevitablemente, y aunque Koga se empeñó en retrasarlo varias veces en el camino alegando que le dolían los pies, los dos llegaron a su destino.
Koga y Yuna se detuvieron frente a la reja de la entrada y observaron por un momento la construcción.
— ¡Ah! ¡No debimos haber venido! —exclamó Koga llevándose las manos a la cabeza—. Aún podemos irnos Yuna, Saori no va a saber que venimos hasta aquí.
— ¿De qué hablas? —dijo sorprendida la rubia— Hace mucho que no vienes, no te hará mal entrar un rato y saludar... ¡Además, tú fuiste el de la idea!
— Lo sé, pero...
— Nada de peros. Andando —dijo ella con reproche y tomó de la muñeca a Koga, jalándolo hacia la entrada—. Y más vale que dejes de llamarla de esa manera, ella ya te ha dicho que no tienes que ser tan formal y menos ahora.
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El Precio de una Familia
RomanceLos años han pasado y junto con ello han traído grandes cambios en la vida de Seiya y Saori al igual que de Koga a quién le ha costado mucho trabajo adaptarse a su nueva vida; nuevas responsabilidades en el santuario, una nueva relación maternal con...