Madurez

1K 55 10
                                    

Seiya se separó de Koga al reaccionar y se dio cuenta de que lo abrazaba.

El chico sintió enseguida el cambio del cosmos de Seiya y temió lo peor.

— ¿Me ayudarás...? —preguntó el chico con rastros de lágrimas en los ojos.

Seiya guardó silencio y observó a Koga detenidamente.

Estoy haciendo exactamente lo mismo que Saori hizo: dejarse llevar por sus sentimientos hacia Koga. Quisiera abrazarlo de nuevo y decirle que todo estará bien pero no quiero hacerle mas mal de lo que ya se le ha hecho —pensó el ex caballero—. Koga, sé que tu arrepentimiento es verdadero, lo puedo ver y me alegra que te hayas dado cuenta de cómo son las cosas. Sin embargo debes saber que, aunque Saori y yo tenemos parte de la culpa, tú también la tienes; sé que tu carácter es impulsivo, pero no debiste actuar de esa forma. Tienes que dejar de ser así y pensar antes de actuar, bien sabes que todos nuestros actos y palabras derivan en consecuencias. No estuvo bien que nos faltaras al respeto de esa forma Koga, porque somos tus padres—. Koga bajó la vista. El tono de Seiya no era de enojo, pero si era serio y alto, señal de que hablaba totalmente enserio—. En cuanto a la adopción, debes saber que si realmente quieres que seamos una familia, tienes que estar dispuesto a seguir las reglas que nosotros pongamos de otra forma esto no va a funcionar. Koga —el aludido alzó la vista y se encontró con eso ojos tan curiosamente parecidos a los suyos—, hace tiempo que ya no eres un niño y lamento mucho no haber podido ayudar en tu educación en ese momento, pero aún ahora puedo darte los consejos que creo pertinentes para ti, si me dejas.

— Sé que va a costarme, pero pondré todo de mi parte —admitió él.

— Te creo, pero debes trabajar muy duro por ello —asintió Seiya—. Y sobre ayudarte... voy a echarte una mano con esos dos aburridos abogados, pero no voy a intervenir. Tendrás que hablar con Saori y explicarle tus razones.

— Pero... ya lo hice y ella no me escuchó... —explicó recordando su fallido intento.

Seiya le dio una palmada en el hombro — Tendrás que hacerlo mejor o renunciar.

*****

— Tenemos el documento señora Kido, ¿quiere echarle un vistazo antes de...?

— Si, por favor — lo interrumpió ella. Saori se alejó de la ventana y alargó la mano para recibir el papel el cual comenzó a leer despacio—. Esto será lo único que tendré que firmar ¿cierto?

— Así es señora, y también deberá firma el señor Seiya.

— Es verdad... —se quedó pensativa—, me había olvidado de que el también tiene que fírmarlo, pero no hay problema con ello, él no tardará en llegar.

— Entonces, cuando usted esté lista —dijo el abogado—. Tómese su tiempo.

— Eso es precisamente lo que ya no quiero, tomarme más tiempo —aseguró triste—. Así lo hice durante todos estos meses y nada mejoró, así que no tiene caso hacerlos esperar más a ustedes.

Saori tomó asiento detrás de su escritorio y sacó un fino bolígrafo del cajón;

los abogados la miraban, testigos fieles al dolor que reflejaban sus ojos. Ella los miró por un breve segundo y después bajó la vista al documento. Suspiró audiblemente y firmó.

Después de todo, si lo había hecho y había sido tan fácil. Un movimiento de muñeca era lo que había bastado para ponerle un punto casi final a lo más preciado que tenía. Ahora sólo faltaba la firma de Seiya.

A pesar de que sabía que la sentimental de los dos era ella, tenia muy presente el dolor del castaño. Seiya había amado de igual forma a Koga, desde bebé y el poco tiempo que pasó con ellos había demostrado ser un excelente padre. Saori también sabía que había algo que él no se perdonaba y eso era haberles faltado tanto tiempo, haberse perdido el crecimiento de su hijo. Ambos compartían el dolor de aquello, pero también se tenían el uno al otro y de ese momento en adelante así sería de nuevo.

El Precio de una FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora