— Bien Koga, así, lanza esos puños un poco más rápido —instruía Seiya a Koga mientras estaban en combate. El maestro podía percibir el cambio de actitud de su pupilo, lo cual se veía reflejado en su velocidad. El ex pegaso sabía que debía ser sincero, Koga estaba a nada de atestarle un golpe y en parte era lo que él deseaba sin embargo no se la iba a poner fácil—. Debes concentrarte en identificar las debilidades de tu contrincante, obsérvalo, siente su cosmo y aprende sus movimientos, anticípate a ellos y descubre la falla en su técnica; siempre hay una, no porque tu oponente no sea poderoso sino que siempre hay un punto en el que no somos diestros, no debería ser así pero hay veces en las que se da.
Koga seguía lanzando puños contra Seiya y asimilaba lo que éste acaba de compartirle.
— Entonces eso quiere decir... que Seiya también tiene un punto débil en su técnica... —pensó el joven. Koga se obligó a concentrarse un poco más y siguió el consejo de su maestro: mientras ambos daban de puños, el chico observaba las manos de Seiya sin perderlas de vista y comenzó a notar un patrón de movimientos tal y como él le había dado a entender; luego se concentró en sentir el cosmo del antiguo dorado, el cual no era nada dócil pero tampoco agresivo, más bien era fuerte, imponía pero no quería hacerle daño o al menos eso percibía él. Fue entonces cuando Koga comenzó a esquivar con más destreza a Seiya y le lanzó puños más decididos que su maestro cada vez se las veía más complicado para evadir.
— Veo que has entendido a la perfección lo que te he dicho y lo estás poniendo en práctica—felicitó Seiya con una sonrisa pues su alumno se había aplicado en clase.
— No es difícil leerte —provocó Koga, quien ya estaba seguro de haber encontrado la falla en Seiya y que por supuesto iba a aprovechar.
— No estés tan seguro —de pronto, sin que Koga pudiera anticiparse, un puño de Seiya que no vio llegar aterrizó en su estómago. Sin embargo en un último esfuerzo el aprendiz lanzó por igual su mano que impactó en la quijada de Seiya, lo que hizo que ambos salieran disparados en direcciones opuestas aterrizando en la duela del gimnasio.
Koga se quedó tumbado en el piso, jadeante, tratando de recuperar el aire que Seiya le había sacado, el castaño por su parte ya se había sentado en el lugar donde había caído y sobaba su mandíbula con una mano.
— Eso estuvo muy bien Koga, más que bien, te felicito.
— T-Te dije... te dije que lo h-haría y-y no será el último-o —amenazó el muchacho con la respiración entrecortada por el golpe, pues aun no se recuperaba.
— Me dolió —comentó Seiya aún frotándose el lugar donde había recibido el golpe.
— ¡No eres el único! —bramó Koga aún doblado por el estómago.
Después de un rato de recuperación para alumno y maestro, éste último se puso de pie.
— Ahora haremos un poco de ejercicio para relajarnos y después bajaremos a comer, seguramente Saori estará ansiosa de vernos —Koga había olvidado que la peor parte para él estaba apunto de empezar, hubiera deseado que su entrenamiento no terminara nunca para no tener que lidiar con sus padres adoptivos—. Mañana retomaremos la técnica del trueno atómico, ya tienes que dominarlo a la perfección.
El muchacho se limitó a asentir y siguió a Seiya que ya había tomado un par de pesas de buen tamaño para comenzar a "relajar" sus músculos. Koga lo imitó y escogió unas pesas menos pesadas y comenzó con su labor, subiendo y bajando los brazos.
Inmersos cada uno en sus ejercicios permanecieron en silencio por un buen rato, hasta que Seiya decidió que era buen momento para tratar de entablar un poco de conversación con su hijo.
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El Precio de una Familia
عاطفيةLos años han pasado y junto con ello han traído grandes cambios en la vida de Seiya y Saori al igual que de Koga a quién le ha costado mucho trabajo adaptarse a su nueva vida; nuevas responsabilidades en el santuario, una nueva relación maternal con...