— Ya casi es hora —anunció Seiya mostrando una gran sonrisa.
Maestro y aprendiz se encontraban en la cámara del patriarca; la ceremonia de nombramiento de Koga como nuevo dorado se oficiaría en breves minutos por lo que los dos caballeros estaban teniendo una pequeña plática mientras esperaban el momento.
— Estoy nervioso —confesó Koga, frotando sus manos. El frío que la armadura dorada emanaba al contacto con su piel tampoco le estaba siendo de mucha ayuda—. Siento que faltaron muchas cosas por aprender, más entrenamiento, más tiempo... —por un instante el de cabello vino lamentó haber desperdiciado unos cuantos entrenamientos con su actitud infantil.
Seiya negó con la cabeza — Te he enseñado todo lo que sé —le dijo, dándole una palmada en el hombro a su discípulo—. Tranquilo, estás listo. Lo demás lo irás aprendiendo con el tiempo.
— Eso espero... —suspiró esperanzado—. La verdad es que no quiero fallarle a nadie; no quiero decepcionarlos ni a ti, ni a Saori y a los demás tampoco...
Seiya miró con ternura al abrumado chico y recordó que él se había sentido de la misma forma el día de su nombramiento; aquella vez le asaltaron las dudas y sintió miedo de no ser capaz de desempeñar bien su papel y de no poder defender a Saori, pero al poco tiempo comprendió que esos pensamientos no lo llevarían a ningún lado. Por eso comprendía totalmente a Koga y sabía que era normal que se sintiera así.
— Escucha, Koga —lo miró—, has trabajado muy duro estos últimos meses y no sólo en el entrenamiento, sino durante tu etapa como caballero de bronce —colocó ambas manos en los hombros del chico—. Es normal sentirse nervioso o tener dudas por tu nombramiento pero ya verás que conforme pasen los días ese miedo será reemplazado por el sentido del deber, por tus nuevas responsabilidades y sobretodo por tu devoción hacia Athena, todo eso te dará fuerza para seguir.
— ¿Cómo lo sabes? —inquirió el chico.
— Porque eso me sucedió a mi cuando me nombraron caballero dorado —al escuchar eso, Koga sintió un poco de alivio entendiendo que era normal la forma en la que se sentía en esos momentos—. Aunque claro, ahora sabes que no fue sólo mi devoción hacia nuestra diosa, Saori también contribuyó a que mi empeño se redoblara y dejara atrás mis titubeos.
— Entiendo —se sonrojó—. Yo también tengo a alguien ahora...
— Eso es una de las cosas mas valiosas como caballero y como hombre, así que permite que ese sentimiento te impulse a cuidar de los tuyos, a poner tu máximo esfuerzo. Ahora es tu turno de cuidar de Athena y también de proteger a Saori, tu madre. Alguna vez ese fue mi lugar, ahora es el tuyo y no tengo ninguna duda de que lo harás muy bien... estoy seguro de que no vas a fallarle a nadie, sé que ella está en muy buenas manos.
— Yo... no sé que decir... S-Seiya... —pronunció el de cabello vino, bastante halagado.
— Tu destino siempre ha sido claro, todos los que te queremos podemos verlo con facilidad. Tu valentía y tenacidad te han llevado hasta aquí y sé que seguirás yendo cada vez más alto, sólo escucha a tu corazón y sigue tus instintos —aconsejó, señalando con su dedo índice el corazón del chico, protegido detrás de su armadura dorada—. ¿Sabes? Nunca pensé que pudiera decir esto, porque sabía que no tendría el momento ni la posibilidad, pero ahora estoy muy agradecido de tener la oportunidad de decirlo —los ojos de Seiya se cubrieron de un velo brillante que Koga notó de inmediato—: Estoy muy orgulloso de ti, hijo.
Sin más Koga le dio un fuerte abrazo a Seiya, que por supuesto éste correspondió. El chico se sentía de la misma forma: Estaba orgulloso de tener a un padre como él, valiente y sabio.
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El Precio de una Familia
RomanceLos años han pasado y junto con ello han traído grandes cambios en la vida de Seiya y Saori al igual que de Koga a quién le ha costado mucho trabajo adaptarse a su nueva vida; nuevas responsabilidades en el santuario, una nueva relación maternal con...