El Precio de una Familia

El Entrenamiento Comienza

— ¡Koga! ¡Felicidades por tu nombramiento a dorado! —le gritó un caballero de plata que iba pasando por el lugar, a lo que Koga respondió con una muy forzada sonrisa mientras agitaba la mano en señal de despedida.

Tenía un par de horas que la ceremonia donde Athena había anunciado a Koga como nuevo caballero de Sagitario había terminado, pero no con ello el disgusto del nuevo elegido.

En esos momentos Koga, se enfilaba directo a la cámara del patriarca junto con sus amigos, resuelto a hablar con Saori sobre su nombramiento.

— Koga, debes calmarte —le aconsejó Ryuho.

— No puedo, más cuando sé que esto que acaba de hacer no es justo... ¿No lo entiendes? ¡Lo hizo porque me ha adoptado!

— Tú si te has vuelto loco —intervino Soma con su acostumbrada risa burlona —. No creo que Athena haya tomado esa decisión porque seas su hijo. Vamos Koga, la conoces mejor que nosotros y todos sabemos que ella nunca hace este tipo de cosas.

— Soma tiene razón, no creo que Athena haya tomado una decisión de esta magnitud para favorecerte —secundo Yuna.

— Pues yo no lo creo así. Si los demás en el santuario se enteran seguramente van a malinterpretar las cosas y yo no...

— ¿Por qué tendrían que enterarse? —interrumpió Haruto—, los únicos que sabemos somos nosotros y no planeamos decir nada —dijo el lobo.

Los cuatro amigos detuvieron su paso al darse cuenta que ya se encontraban fuera de la sala patriarcal.

— Tengo que hablar con ella —dijo Koga con semblante serio—. No estoy de acuerdo con esto y mucho menos que él sea mi maestro.

— Si no aceptas el cargo de caballero dorado despertarás sospechas —advirtió Ryuho pero Koga se encogió de hombros antes de abrir la puerta y entrar a la sala.

— En verdad no entiendo qué le sucede —comentó Soma —. ¿Qué de malo le ve que Seiya lo entrene? —preguntó a sus otros tres amigos esperando que ellos pudieran aclararlo pero nadie pudo dar una respuesta.

Yuna desvió la mirada un tanto nerviosa; ella era la única a parte de Koga que sabía sobre el matrimonio entre Seiya y la diosa, y aunque le hubiera gustado contárselo a sus demás amigos no podía hacerlo, Koga confiaba en ella y no iba a fallarle.

Koga entró a la sala en donde Saori se encontraba de pie esperándolo. El chico se acercó un poco a ella y cuando estuvo a unos metros de distancia se hincó ante la presencia de la diosa.

— Dime Koga, ¿a qué debo tu visita? —preguntó ella un tanto extrañada, aunque supuso que se debía al nuevo nombramiento que le había dado al caballero.

— Saori... Athena, con todo respeto he venido a decirte que no puedo aceptar el nuevo cargo que me has conferido.

— Es normal que tengas dudas y que te sientas confundido —trato de alentarlo en tono suave.

Koga negó con la cabeza y levantó el semblante para verla a los ojos. — No es por eso...

— Entonces ¿de qué se trata?

El joven tomó aire antes de soltar lo que pensaba: — ¡Es que todo esto lo estás haciendo por que soy...!

— Por que eres uno de mis mejores caballeros, Koga —interrumpió ella para evitar caer en la plática de la adopción ya que hablar de eso en el santuario era muy complicado—. No quiero que pienses que tengo favoritismo hacia a ti por... lo que crees que lo tengo. Sé que para ti es difícil distinguirlo, pero esto no se trata de preferencias.